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Menú de cereales ayuda a niños con “autismo”

 
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Niños con trastornos del espectro autista (TEA) mejoran su condición al consumir alimentos de origen vegetal como cereales.
Niños con trastornos del espectro autista (TEA) mejoran su condición al consumir alimentos de origen vegetal como cereales.

1° de Agosto de 2012

Una dieta a base de alimentos de origen vegetal podría mejorar la condición, en el largo plazo, de niños que padecen de trastornos del espectro autista (TEA), según lo afirman nutricionistas de la UN.

Quinua, amaranto, trigo, centeno y avena son algunos de los cereales que podrían contribuir a que los niños que sufren de TEA sean menos retraídos y agresivos, así como para el control de su hiperactividad.

“La propuesta es ofrecer a los niños con TEA alimentos de origen vegetal ricos en calcio. Sabemos que la disponibilidad es poca, pero se trata de aprovechar al máximo estos alimentos por el bien de los menores”, asegura Luz Adriana Aguirre, estudiante de Nutrición de la UN.

Niños vulnerables

Los menores que sufren de TEA tienen una flora intestinal diferente a las demás personas y presentan trastornos gastrointestinales con más frecuencia. Por esta razón, las restricciones deben ser supervisadas por especialistas.

Según la estudiante, “si los niños están acompañados por un buen profesional de la salud que los apoye en el manejo de la dieta, van a lograr suplir las proteínas que dejan de consumir y así no presentarán desnutrición ni falta de energía”.

Por otra parte, según las investigaciones, el 95% de los niños responde bien a las dietas y consigue mejorar su comportamiento; sin embargo,  algunos presentan problemas intestinales al perder la impermeabilidad del intestino, y como usan antibióticos para su tratamiento, la flora intestinal se ve alterada notablemente.

Un proceso largo

Es posible que la dieta no presente ningún cambio durante los primeros meses, pero las investigaciones son concluyentes al cabo de 12 meses.

Al suplir las principales fuentes de calcio, que son los lácteos, la flora intestinal se afecta y su recuperación es lenta, pero además se pueden ver mejoras en la parte cognitiva y de relación con los demás.

“Estas dietas no funcionan en el corto plazo. Se ha visto que algunos niños a los ocho meses aún no muestran cambios y, por eso, muchas personas las abandonan. Lo importante es seguir, pues en un lapso de 12 a 24 meses, los cambios serán muy alentadores”, afirma Luz Adriana Aguirre.

Finalmente, el impacto en el comportamiento del menor ante un nuevo menú basado en cereales es evidente; sin embargo, los investigadores continúan trabajando en reemplazar los nutrientes que el calcio proporciona y que se suprimen con la dieta.

Créditos: agenciadenoticias.unal.edu.co