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No fueron géiseres, sino licuefacción, las formaciones que brotaron tras el sismo de Mexicali

 
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Las más de 100 formaciones parecidas a hormigueros o “volcancitos” que se formaron en Mexicali, fueron resultado de un fenómeno llamado licuefacción, afirmó Ramiro Rodríguez Castillo.
Las más de 100 formaciones parecidas a hormigueros o “volcancitos” que se formaron en Mexicali, fueron resultado de un fenómeno llamado licuefacción, afirmó Ramiro Rodríguez Castillo.

• El fenómeno, ocasionado por el terremoto de magnitud 7.2, licuó agua del subsuelo con tierra muy fina y homogénea, generando cientos de conos parecidos a hormigueros o “volcancitos”
• Es un evento geológico interesante y poco común, que en esa zona, tuvo las condiciones adecuadas para producirse, dijo Ramiro Rodríguez Castillo, del IGf de la UNAM

Las más de 100 formaciones parecidas a hormigueros o “volcancitos” que se formaron en Mexicali tras el sismo de magnitud 7.2 que cimbró el pasado 4 de abril a esa ciudad, no fueron géiseres, sino resultado de un fenómeno llamado licuefacción, afirmó Ramiro Rodríguez Castillo, investigador del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.

El especialista del Departamento de Recursos Naturales de esa entidad, explicó que la licuefacción se produce cuando hay un temblor intenso y con fuertes aceleraciones, en una zona donde hay sedimentos finos saturados con agua y un acuífero muy somero (en este caso, de dos o tres metros de profundidad), como ocurre en el valle de Mexicali.

Formó parte de un comité científico que analizó la zona. “Me invitaron como especialista del Instituto de Geofísica de la UNAM, y en el grupo hubo colegas del Instituto de Ingeniería de la Universidad de Baja California Sur, y del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada y de la Comisión Nacional de Electricidad”, recordó.

“Cuando ocurre el sismo, comienza a mover todas esas partículas finas del subsuelo y las licua con el agua, de ahí el nombre del fenómeno. Por la presión que ejerce, cuando encuentra una zona de debilidad se empieza a fracturar superficialmente el terreno, y por ahí sale el material fino y lodoso, dando lugar a lo que visualmente parecen volcancitos u hormigueros”, explicó el hidrogeólogo.

Rodríguez Castillo añadió que fueron cientos de estas formaciones las que se desarrollaron casi de manera simultánea al sismo de Mexicali, e inundaron buena parte de las comunidades ubicadas al sur de la mancha urbana de la capital de Baja California, afectando casas, terrenos, calles y canales.

Lodazal bajo tierra

“Las formaciones son pequeñas, pero impresionantes. Son conos con un radio de metro y medio y una altura de 20 a 30 centímetros, pero con el material tan fino se extendieron hacia los lados, y lo que más afectó fue el agua, que dañó especialmente a colonias campesinas y zonas agrícolas al sur de la ciudad. La región se veía como si hubiera pasado una tormenta, más que un terremoto”, expuso.

A consecuencia del sismo y de la licuefacción, prosiguió, el suelo se reblandeció, y sobre él, todo se movía como una gelatina. Según la calidad de las construcciones, hubo casas que se hundieron 20 ó 30 centímetros; incluso, una lo hizo un metro.

El daño a las viviendas dependió del tipo de construcción. Unas se vinieron abajo, muchas de adobe, otras resistieron y algunas más, se sumieron algunos centímetros, abundó.
Los “volcancitos” de 20 a 30 centímetros de altura se conformaron alineados a lo largo de 30 a 40 metros, dando lugar a un fenómeno geológico interesante y poco común.

“Tengo 25 años dedicado a la hidrogeología, y nunca había visto en vivo un fenómeno de licuefacción. Lo conocía por los libros, lo entendía, pero es la primera vez que me enfrento a él. Fue una buena experiencia”, relató.

El investigador del IGf señaló que ese fenómeno ha ocurrido en Japón, Estados Unidos, y otras ocasiones, en la misma Baja California.

En Mexicali ya había brotado agua durante un sismo, pero no con esa intensidad ni cantidad. La gente se asustó y algunos pobladores pensaron en vulcanismo, aunque no hay certeza de un evento de ese tipo, señaló.

En algunas comunidades campesinas no hay drenaje, y la salida a la superficie de aguas negras produjo un mal olor que asociaron de manera equivocada con aguas sulfurosas.

“Era agua de un acuífero somero, con algo de negras. Además, cerca está la zona geotérmica de Cerro Prieto, que tiene un volcán antiguo, aunque no hay evidencia de una actividad inmediata. Todo esto influyó para que la gente pensara en géiseres, aunque éstos no se produjeron”, aclaró.

Rodríguez Castillo seguirá estudiando la licuefacción para analizar qué medidas se pueden tomar y minimizar sus efectos.

Volcán licuado (Cortesía Ramiro Rodríguez, IGf)
Volcán licuado (Cortesía Ramiro Rodríguez, IGf)

Evaluación academia-gobierno

El comité científico realizó un diagnóstico de la zona y emitió dos dictámenes técnicos que se entregaron al gobierno del estado.

Fue una acción acertada, porque sirvió para proporcionar elementos encaminados a la toma de decisiones. “Pocas veces ocurre, pero esta vez hubo esa visión de acudir de inmediato a la ciencia para afrontar la crisis por un desastre”, concluyó.
Créditos: UNAM. DGCS -254/unam.mx

El sismo de Mexicali superó al de Haití; el respeto al código de construcción evitó un desastre

 
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El sismo en Mexicali se localizó sobre el Sistema de Fallas Cerro Prieto, una prolongación de la Falla de San Andrés, en California, Estados Unidos.
El sismo en Mexicali se localizó sobre el Sistema de Fallas Cerro Prieto, una prolongación de la Falla de San Andrés, en California, Estados Unidos.

• Con una magnitud de 7.2 y una profundidad de 10 kilómetros bajo la capital de Baja California, fue un evento grande, dijo el jefe del Servicio Sismológico Nacional, Carlos Valdés González

El sismo de magnitud 7.2 que se registró ayer domingo a las 17:40 (hora del centro) a 60 kilómetros al sureste de Mexicali, en Baja California, fue un poco mayor que el de Haití, pero el respeto a los códigos de construcción y la educación de la gente en esa región evitaron que se convirtiera en un desastre, afirmó Carlos Valdés González, jefe del Servicio Sismológico Nacional, organismo adscrito al Instituto de Geofísica de la UNAM.

El movimiento fue localizado a una profundidad de 10 kilómetros, sobre una falla casi vertical, con orientación noroeste-sureste, congruente con el sistema de fallas cartografiado en esa zona.

Se sintió con intensidad en Mexicali, Tijuana, Calexico, San Diego y Los Ángeles, zona fronteriza que comparten México y Estados Unidos.

“El de Mexicali fue un sismo muy parecido al de Haití, pues se localizó muy cerca de la superficie y, debido a su escasa profundidad, generó un movimiento intenso que cubrió una zona amplia. Pero los daños dependen mucho de las construcciones, y claramente las repercusiones en Mexicali y Haití fueron muy distintas. Aquí hubo daños materiales y dos víctimas, pero en Haití murieron miles”, agregó Valdés González.

En la generación de un desastre no solamente influye la magnitud del sismo, sino la preparación de la gente, el respeto a los códigos de construcción y saber qué hacer en caso de un terremoto.

Sistema de Fallas Cerro Prieto

El sismo del 4 de abril en Mexicali se localizó sobre el Sistema de Fallas Cerro Prieto, una prolongación de la Falla de San Andrés, en California, Estados Unidos.

Se trata de un lugar sísmico porque es la frontera de las placas tectónicas del Pacífico (en Baja California) y de Norteamérica (en Sonora).

“Hacía muchos años que en esta zona no había un temblor de tal magnitud, pero el Servicio Sismológico Nacional tiene registros de movimientos semejantes en 1915, de magnitud 7.0; en 1934 y 1940, ambos de 7.1, y en 1979, de 7.0”, recordó.

Valdés González explicó que se trató de un sismo de corrimiento lateral, como el de Haití, a diferencia de los de subducción, como el de 1985 en la Ciudad de México, o el de Chile, en febrero pasado.

Debido a que fue un sismo lateral, no generó un cambio de elevación terrestre y en consecuencia no causó un tsunami, aunque estaba cerca del mar, señaló Valdés González.

Recomienda simulacros mensuales

El titular del Servicio Sismológico Nacional dijo que eventos como el de Mexicali sirven para cuestionar si estamos preparados para enfrentar a un terremoto.

“Creo que este evento es una buena ocasión para plantear hacer simulacros, por lo menos una vez al mes, en zonas sísmicas del país”, recomendó.

En el norte del territorio tiembla con más frecuencia y se sienten sismos de magnitud 4.5, mientras en el centro sólo se perciben cuando son de magnitud 6 a 6.5.

Ante la posibilidad de nuevos temblores en México, Valdés González sugirió respetar los códigos de construcción y aumentar los ejercicios de protección civil.

Créditos: Boletín UNAM-DGCS-208 – dgcs.unam.mx