Tag Archives: Medio Ambiente

Casa con energía solar genera ganancias

 
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29 de junio de 2015

casa

Manizales, jun. 29 de 2015 – Agencia de Noticias UN- Estudiantes implementan sistema de energía solar en una vivienda multifamiliar de dos pisos, con dos locales comerciales, en uno de los cuales funciona un café internet. Continue reading Casa con energía solar genera ganancias

Juguete ecológico para generar conciencia ambiental

 
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25 de junio de 2015

juguete

Palmira, jun. 25 de 2015 – Agencia de Noticias UN- Teyú es el nombre de una iguana verde que se encuentra en vía de extinción y en la cual se inspiró un estudiante para despertar conciencia ambiental en niños de cuatro y ocho años. Continue reading Juguete ecológico para generar conciencia ambiental

Desarrollan materiales para celdas de combustible de hidrógeno

 
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celda

02 de junio de 2015

Manizales, jun. 02 de 2015 – Agencia de Noticias UN- Un total de siete materiales, basados en el mineral conocido como manganita, fueron desarrollados en la U.N. Sede Manizales. El objetivo: reducir costos en la elaboración de celdas de combustible.

Para producir energía eléctrica, dichos sistemas utilizan hidrógeno, el elemento químico más abundante en el universo, y generan agua como subproducto, por lo cual se encuentran en la categoría de energías limpias y renovables. Además, poseen una gran cantidad de aplicaciones en la industria automotriz, aérea y de pequeños electrodomésticos.

Una celda de esta clase alcanza una eficiencia energética de entre el 70 % y el 80 %, mientras que, por ejemplo, una celda solar solo logra el 14 %. Continue reading Desarrollan materiales para celdas de combustible de hidrógeno

LA COBERTURA VEGETAL DEL SUR DEL DF, VITAL PARA LA CIUDAD DE MÉXICO

 
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coberturavegetal13 de septiembre de 2014

El sur capitalino tiene el 80 por ciento del suelo de conservación del Distrito Federal el cual, además de suministrar agua, mantiene el clima templado en la urbe (de entre 18 y 20 grados centígrados). Si destruimos estas zonas en Xochimilco, Tlalpan, Iztapalapa y Tláhuac, la temperatura se elevaría uno o dos grados y la estructura ecológica que ha sostenido a la ciudad de México, se alteraría.

La invasión de áreas naturales protegidas, cambio de uso de suelo, sobreexplotación hídrica, deforestación y otros procesos urbano-rurales han convertido al sur capitalino y a otras localidades del país en sitios vulnerables para el crecimiento urbano.

Según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) de 2002, el cambio en la cobertura y uso de suelo afectan del 64 al 80 por ciento de la superficie vegetal del país, al poner en riesgo tanto a la estabilidad de los ecosistemas como a las personas debido a perturbaciones climáticas, económicas y sociopolíticas.

De continuar este patrón, ¿qué sucederá con esta zona en una o dos décadas?, preguntó Juan Carlos Mejía Canchola, estudiante del posgrado de Arquitectura de la UNAM, quien realiza un diagnóstico para, a partir de ahí, formular un pronóstico y una propuesta para delimitar zonas de desarrollo y crear unidades de gestión ambiental en esas delegaciones.

Un primer nivel de trabajo consiste en la regionalización ecológica (o ecorregionalización), basada en la delimitación o caracterización de espacios geofísicos relativamente homogéneos en función del medio físico y biológico.

Con base en sistemas de información geográfica —y colaboraciones con el Gobierno del Distrito Federal (GDF), el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y diversas ONG—, así como de información de los habitantes de las zonas de estudio, Mejía Canchola identificó características del terreno como relieve, geología, suelos, clima, vegetación y uso de suelo (procesos de invasión en áreas naturales protegidas) en Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta.

En el sur los problemas de invasión, el cambio de uso de suelo (de natural a agrícola y de rural a urbano) y la deforestación han agudizado el desabasto de agua y la recuperación de suelos, que para lograr ese proceso tardan hasta un siglo, y para formar una capa de un centímetro, una década. La regeneración es lenta, necesita un enriquecimiento de nutrientes como potasio, calcio, nitrógeno y otros elementos químicos y orgánicos.

Como parte de su tesis de maestría, Caracterización del impacto de la sobreexplotación de agua por los cambios de uso de suelo en los últimos 10 años en el DF, Mejía Canchola utilizó un modelo espacial para simular las alteraciones de la cobertura vegetal de 2004 a 2014.

El modelado se llama DINAMIC y fue traído de Brasil. Es usado en el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental (CIGA) de la UNAM por Jean François Mas, Gerardo Bocco y Gabriela Cuevas para simular la captura de carbono en Michoacán.

Con el modelaje, explicó el geógrafo, se hace un manejo virtual con vectores o imágenes satelitales, las cuales se georreferencian para, mediante algoritmos y un proceso de clasificación, discriminar las áreas de mayor afectación.

Así, con el análisis de la cobertura vegetal es posible medir la extensión de las áreas perturbadas, determinar cuánto ha crecido la mancha urbana en los territorios de conservación e identificar cuáles no deberían ser modificados.

En Milpa Alta, según datos preliminares, las zonas donde hay un mayor crecimiento en los últimos 10 años son San Pedro Atocpan, San Salvador Cuauhtenco, San Antonio Tecomitl, San Pablo Oztotepec, San Bartolomé Xicomulco, San Lorenzo Tlacoyucan y Villa Milpa Alta.

Además, se determinó que en Tláhuac la mayor parte de la población se localiza en Santa Catarina Yecahuizotl, San Andrés Mixquic, San Nicolás Tetelco y San Juan Ixtayopan, y que en Xochimilco, tanto San Gregorio Atlacomulco como San Francisco Caltongo pasaron de una agricultura de sostenimiento o venta de productos que antiguamente llegaba al interior del país, a una producción de autoconsumo para el DF.

Los procesos de invasión e inmobiliarios más notorios se han dado del lado de Santiago Tepalcatlalpan y Santa Cruz Acalpixca, San Juan, Tepepan, Huichapan, San Lorenzo Atemoaya y Santa María Nativitas.

En otras áreas ha habido un “desarrollo inmobiliario brutal” que ha derivado en la construcción de viviendas de bajos recursos y edificaciones, que han hecho que en lugares donde antes habían 20 o 30 casas, ahora haya 200 o 300 familias, lo que es preocupante debido a que se asientan en áreas de conservación que registran el mayor filtrado de agua hacia los lagos de Xochimilco y Tláhuac.

En el DF, el suelo de conservación tiene una extensión de 88 mil 442 hectáreas, ocupa el 59 por ciento de su territorio y se concentra en las delegaciones Álvaro Obregón, Cuajimalpa de Morelos, Gustavo A. Madero, Iztapalapa, Magdalena Contreras, Milpa Alta, Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco.

Tláhuac, por ejemplo, tiene una superficie total de ocho mil 534.62 hectáreas y su suelo de conservación representa dos terceras partes de su territorio. El 61.32 por ciento es de uso agropecuario, el 4.55 pastizal y tan sólo 0.62, bosque.

No obstante, el área se ha vuelto más urbana y la introducción del Metro y el mejoramiento en los procesos de movilidad han detonado un problema socialmente mayor, al hacerla más accesible a la población.

El suelo urbano ocupa una tercera parte; el habitacional es el predominante, con el 26.50 por ciento; con menor porcentaje está el mixto, con cuatro; de equipamiento, con dos, y en áreas verdes, con uno.

De seguir esta tendencia, en 10 años el paisaje de esa parte del sur del DF perderá su segmentación. En poblados de Milpa Alta como San Gregorio y San Pedro Atocpan ya no se verán áreas verdes o de cultivo, sino casas, una encima de otra, y una necesidad creciente de agua, como acontece en ciudad Nezahualcóyotl, Chimalhuacán o Coacalco. No va a haber una limitante ambiental.

No obstante, sí podemos conservar las áreas naturales de Milpa Alta, Tláhuac, Xochimilco, Álvaro Obregón y Magdalena Contreras. La ciudad de México puede alcanzar la sostenibilidad, es decir, lograr un equilibrio entre el ingreso y egreso hídrico.

El modelado de las zonas de estudio —que utiliza el mapeo de las formas de relieve (a diferentes resoluciones) como eje principal de insumo para la clasificación del paisaje— permitirá proponer alternativas de reutilización de terrenos alterados por la actividad humana en suelos de conservación.

El universitario ya identificó y delimitó áreas de desarrollo, donde se podría instrumentar un plan de desarrollo a nivel micrositio, con base en diferentes modelos como los de vivienda sustentable, recipientes con segmentos de piedra para filtrar agua de lluvia (como en Noruega y Japón) y programas para reutilización de la basura (como en Alemania y Taiwán).

En zonas con perturbaciones menores, se podrían utilizar plantas para regenerar el suelo o reforestar, con la participación de personas con conocimiento sobre el suelo y agricultura.

En Milpa Alta, donde se cultiva nopal, es factible emplear esferas retentoras de agua. Con estos “chochitos” de hidrogel (usados en Canadá para investigación y en Arabia para almacenamiento) disminuye el consumo del líquido, pero sin merma en el tamaño de la planta.

También en Milpa Alta, pero hacia Cuernavaca (zona de mucha lluvia aprovechable), podrían construirse terrazas para almacenamiento hídrico, lo que permitiría un abastecimiento adecuado mediante diques que se abrirían y cerrarían vía un sistema computacional.

En zonas de conservación muy perturbadas se pueden construir unidades de gestión ambiental. Son áreas específicas en las que se aplicaría un plan de mitigación para su conservación y para elevar su productividad. Ahí se podrán desarrollar actividades redituables que no dañen al ambiente.

El proyecto de investigación de Mejía Canchola —con el que elaborará una propuesta al Gobierno del DF con miras a lo que sucederá en 10 años en el sur capitalino—, aportará información para “nivelar lo extraído, lo que se puede preservar y el costo para la sociedad y la persona”.

Créditos: UNAM-DGCS-530-2014

LA DEFORESTACIÓN, UNA AMENAZA PARA EL HALCÓN SELVÁTICO DE COLLAR

 
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halconpeligro06 de agosto de 2014

Cada año, en México se deforestan 500 mil hectáreas de selva, hábitat de aves rapaces forestales como el halcón selvático de collar (Micrastur semitorquatus), una de las siete especies falconiformes que viven en estas regiones de América.

Un ejemplo de ese proceso es la región de Los Tuxtlas, Veracruz, cuyo bioma ha sido fragmentado de forma constante desde los años 60 del siglo XX. De las 250 mil hectáreas que había en ese entonces (equivalentes a 390 mil 600 campos de futbol), para la década de los 80 sólo quedaban 40 mil (62 mil 500 canchas).

Por esta razón, las selvas en tierras bajas tropicales terminan convertidas en un mosaico parcelado, insuficiente para la supervivencia y reproducción del halcón selvático de collar y de otras aves rapaces tropicales, de cuyas poblaciones hay poca información.

Sobre el animal referido sólo hay tres estudios: uno en la Guyana Francesa; otro en Tikal, Guatemala, y uno más en México; este último fue realizado por la bióloga de la UNAM, Marisela Martínez Ruiz, en la Reserva de la Biósfera de Los Tuxtlas.

Su tesis de maestría Territorios, uso y selección de hábitat del halcón selvático de collar, es “un primer acercamiento de búsqueda de información sobre los requerimientos ecológicos básicos” de esta ave, distribuida en gran parte de la región biogeográfica neotropical (desde México hasta el norte de Argentina).

En la selva de Los Tuxtlas sólo queda siete por ciento de la vegetación original, entonces, ¿qué pasa con éste, el falco más grande de los Micrastur de América?, cuestionó Martínez Ruiz.

Una conclusión del estudio es que se encuentran en sitios de baja cobertura forestal, donde tienen territorios más grandes que los ubicados en sitios más conservados. Esto tendría implicaciones en sus actividades de forrajeo o en el tiempo para el cuidado de pollos.

Si tienen extensiones más grandes, deberían moverse más para cubrir sus necesidades y no se desempeñarían como si estuvieran en un área más pequeña y de mejor calidad, explicó la universitaria.

Una segunda conclusión es que esta rapaz defiende de forma más vigorosa áreas con mayor cobertura forestal, indirectamente de más calidad para los halcones.

Ante las provocaciones auditivas (reproducción de un llamado de la especie), estas aves tenían diferentes respuestas. La primera es un canto de cuatro notas. La duración de la defensa fue mayor en sitios más conservados, pues valdría la pena invertir mayor esfuerzo que en los de menor calidad.

En tales sitios, estos animales no sólo vocalizaban, sino que eran protegidos, incluso en pareja, indicador de una respuesta territorial más vigorosa. Con base en las provocaciones auditivas y el método de mapeo de parcelas (utilizado para censar aves), la estudiante del posgrado de la UNAM obtuvo mapas de la ubicación espacial de sus territorios.

Además, con base en el número de localizaciones, se determinó cuál de los tres tipos de hábitat prefiere esta especie. El estudio concluyó que se decantan por la vegetación primaria, es decir, la original, integrada por bosques de árboles maduros.

La secundaria está formada por acahuales, también de bosque tropical perennifolio, aunque con árboles de talla menor. Los halcones también usan esta vegetación, aunque en menor proporción a la primaria, y se observó que los selváticos de collar evitan áreas desprovistas de flora, como los pastizales inducidos para ganadería, las zonas de cultivo agrícola y las áreas urbanas.

¿Cuánto miden sus territorios? En Guatemala, el de una de estas hembras era de mil 176 hectáreas. En Los Tuxtlas, el más grande encontrado por Martínez Ruiz fue de 285 hectáreas, y el más pequeño, de 92. “Entre los sitios bien conservados y los más perturbados se hallaron estas diferencias”.

El tamaño de los territorios y cómo lo defienden puede estar influenciado por otras variables, como la edad del individuo, el sexo, el tiempo de residencia y la presencia no sólo de otros halcones selváticos, sino de aves rapaces e incluso mamíferos.

Las disputas por los sitios de anidación (huecos en los árboles), escasos en los sitios perturbados, tendrían influencia en la defensa referida. Sin embargo, se necesitan más estudios para entender el impacto de la competencia por estos lugares con otras especies.

La importancia ecológica del halcón selvático de collar es que este animal —con un collar negro que cubre las partes blancas de enfrente del plumaje, con partes de piel desnudas en la cara (les da un sentido auditivo muy agudo, más que visual, para cazar), cola y patas muy largas (caza también en el suelo)— es un depredador tope de las cadenas tróficas, expuso la bióloga.

Las aves rapaces, explicó, son indicadoras de calidad de los ecosistemas (al ser consumidores secundarios tienen efectos importantes en las poblaciones de primarios). Sin embargo, algunas especies se ven afectadas por la fragmentación.

El halcón selvático de collar es una variedad tropical dependiente de los interiores de bosque. “Los pequeños ‘parches’ pueden no ser suficientes para mantener a estos ejemplares a largo plazo”. La conectividad entre sitios es importante para que se puedan mover, tener alimento y encontrar pareja.

Por eso, puntualizó, es indispensable mantener las áreas de vegetación primaria que conforman la Reserva de la Biósfera de Los Tuxtlas y generar información científica que permita la preservación de estas rapaces poco conocidas.

Créditos: UNAM-DGCS-446-2014