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Identifican siete nuevas razas de maíces criollos

 
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maiz

08 de mayo de 2015

Palmira, may. 08 de 2015 – Agencia de Noticias UN- Timbrado, negro de tabanok, rojo sureño y azul vallecaucano son algunas de las siete nuevas razas colombianas de maíz encontradas en Putumayo y Nariño por el Grupo de Investigación en Recursos Fitogenéticos Neotropicales (Girfin) de la U.N. Sede Palmira. Continue reading Identifican siete nuevas razas de maíces criollos

Rescate de maíces criollos indígenas gana premio en El Salvador

 
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Palmira, dic. 03 de 2013 – Agencia de Noticias UN- Un estudio para la valoración, conservación y utilización de los recursos de maíces criollos e indígenas de tierras altas colombianas obtuvo el segundo lugar en el Simposio Internacional de Recursos Genéticos realizado en ese país.
En el idioma de la comunidad Camëntsá Biyá del Valle de Sibundoy, (Šboachan) es igual a maíz, y se traduce fruto de la fuerza y la esperanza.
Por ello, con el objetivo de conservar y utilizar los recursos de los maíces criollos e indígenas de las comunidades de tierras altas que vivan sobre los 1.800 metros sobre el nivel del mar, investigadores del Grupo en Recursos Fitogenéticos Neotropicales (GIRFIN) de la Universidad Nacional de Colombia en Palmira aplicaron la metodología de fitomejoramiento participativo (FMP) para identificar variedades con mayor estabilidad genética en algunas características de interés de los agricultores.
Una diversidad genética que, según la profesora Creuci María Caetano, directora del GIRFIN, en Colombia se encuentra subutilizada, y tal metodología es muy poco difundida.
En un trabajo conjunto entre la comunidad Camëntsá Biyá en el departamento del Putumayo y los investigadores, una vez acordados los objetivos de la selección, se hizo un inventario para reconocer el germoplasma disponible.
“Por orden de abundancia, se encontraron los tipos de maíz granizo, amarillo, rojo, negro, morado, timbrado, capio y algunas mezclas o introgresiones (movimiento de genes de una especie a otra). Además, el GIRFIN entregó semillas de diez materiales cultivados en otras regiones del país para la evaluación”, afirma José Luis Maigual, integrante del grupo.
De estos dos grupos de germoplasma (local e introducido) se establecieron ensayos generales para su multiplicación, caracterización y evaluación, bajo el manejo tradicional.
“Adicionalmente hicimos talleres sobre el papel de la conservación in situ en fincas, de polinización controlada y de cocina tradicional, para rescatar este cultivo base para la soberanía alimentaria de esta comunidad, autodenominada Los Hijos del Maíz”, dice la docente.
Este trabajo, que sensibilizó a los participantes sobre la importancia de rescatar y valorizar las calidades de las variedades locales fue premiado en el Simposio Internacional de Recursos Genéticos para América Latina y El Caribe realizado en El Salvador.
El Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal Enrique Álvarez Córdova fue el encargado de dar el segundo lugar a esta investigación en calidad de presentación oral, un reconocimiento concedido al estudiante José Luis Maigual, quien realizó la investigación.
Créditos: UNAL-743-2013

UNAL03122013-2Palmira, dic. 03 de 2013 – Agencia de Noticias UN- Un estudio para la valoración, conservación y utilización de los recursos de maíces criollos e indígenas de tierras altas colombianas obtuvo el segundo lugar en el Simposio Internacional de Recursos Genéticos realizado en ese país.

En el idioma de la comunidad Camëntsá Biyá del Valle de Sibundoy, (Šboachan) es igual a maíz, y se traduce fruto de la fuerza y la esperanza.

Por ello, con el objetivo de conservar y utilizar los recursos de los maíces criollos e indígenas de las comunidades de tierras altas que vivan sobre los 1.800 metros sobre el nivel del mar, investigadores del Grupo en Recursos Fitogenéticos Neotropicales (GIRFIN) de la Universidad Nacional de Colombia en Palmira aplicaron la metodología de fitomejoramiento participativo (FMP) para identificar variedades con mayor estabilidad genética en algunas características de interés de los agricultores.

Una diversidad genética que, según la profesora Creuci María Caetano, directora del GIRFIN, en Colombia se encuentra subutilizada, y tal metodología es muy poco difundida.

En un trabajo conjunto entre la comunidad Camëntsá Biyá en el departamento del Putumayo y los investigadores, una vez acordados los objetivos de la selección, se hizo un inventario para reconocer el germoplasma disponible.

“Por orden de abundancia, se encontraron los tipos de maíz granizo, amarillo, rojo, negro, morado, timbrado, capio y algunas mezclas o introgresiones (movimiento de genes de una especie a otra). Además, el GIRFIN entregó semillas de diez materiales cultivados en otras regiones del país para la evaluación”, afirma José Luis Maigual, integrante del grupo.

De estos dos grupos de germoplasma (local e introducido) se establecieron ensayos generales para su multiplicación, caracterización y evaluación, bajo el manejo tradicional.

“Adicionalmente hicimos talleres sobre el papel de la conservación in situ en fincas, de polinización controlada y de cocina tradicional, para rescatar este cultivo base para la soberanía alimentaria de esta comunidad, autodenominada Los Hijos del Maíz”, dice la docente.

Este trabajo, que sensibilizó a los participantes sobre la importancia de rescatar y valorizar las calidades de las variedades locales fue premiado en el Simposio Internacional de Recursos Genéticos para América Latina y El Caribe realizado en El Salvador.

El Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal Enrique Álvarez Córdova fue el encargado de dar el segundo lugar a esta investigación en calidad de presentación oral, un reconocimiento concedido al estudiante José Luis Maigual, quien realizó la investigación.

Créditos: UNAL-743-2013

Informarse, clave para consumir o no productos transgénicos.

 
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20 de Noviembre del 2012
Partir de información basada en el rigor del método científico para decidir sobre el consumo de organismos genéticamente modificados es la principal recomendación para los consumidores.
Así lo indicó Orlando Acosta, profesor del Departamento de Ciencias Fisiológicas de la Facultad de Medicina de la UN en Bogotá. Él expuso un estudio de caso durante el seminario Introducción a los Organismos Genéticamente Modificados, organizado por la UN, la Universidad Antonio Nariño y el ILSI-NorAndino.
Los organismos genéticamente modificados (OGM) son los que han sido transformados con técnicas de biología molecular para mejorarles una característica que sea de interés para las personas. Lo que se hace es extraer genes de una planta o animal, e incluso de virus y bacterias, para introducirlos en las características hereditarias de otra especie.
Así, cultivos transgénicos comerciales, como algunos de soya, maíz y algodón (que se siembran en diversos lugares del mundo, incluso en Colombia), se convierten en plantas insecticidas y tolerantes a herbicidas, cuyos efectos adversos todavía no están sustentados científicamente por la falta de estudios adecuados.
El profesor Acosta habló sobre una publicación, que salió a la luz pública hace aproximadamente un mes, en la cual el doctor Gilles-Eric Séralini, de una institución científica francesa, divulgó los resultados de un estudio que indica que un maíz que fue modificado genéticamente para ser tolerante al glifosato produce tumores y la muerte más temprana en ratas.
“La comunidad científica de varios países se pronunció enérgicamente  para criticar la validez de los resultados de la investigación. Indicó que había graves fallas en el diseño y en la forma de reportar los datos, así como que las conclusiones a las que llegaba no tenían sustento en los datos presentados. Varios pronunciamientos señalan que es poco responsable presentar resultados de esa manera y más cuando tienen como consecuencia producir pánico en la ciudadanía o en los consumidores”, afirmó.
El docente explicó que una de las fallas que él detectó en esa investigación es que se usó una cepa de ratas que, independientemente de cualquier tratamiento, presenta una alta tasa de tumores y una parte  de su población muere de manera temprana.
“Las variaciones que él encontró en términos de tumores producidos por la ingestión de este maíz transgénico están precisamente dentro de esos porcentajes de producción de tumores espontáneos en este tipo de ratas”, aseveró.
Y añadió: “al parecer, no se obtuvo una relación entre la dosis y el efecto producido, o sea que en cantidades incluso mil veces menores se produjeron mayores efectos que en cantidades más grandes de las sustancias que probó”.
Según el profesor, los resultados de la investigación son inválidos porque no hay manera de atribuir el porcentaje de tumores producidos o el de ratas muertas tempranamente al tratamiento con el maíz transgénico o con glifosato. Más aún cuando las ratas que no se trataron con ninguno de estos elementos también tuvieron una alta proporción de muertes y de tumores.
Señaló que hay exigencias legales en los países en donde se producen o comercializan estos productos, particularmente en la agricultura y las plantas. Asimismo, aclaró que las agencias regulatorias, los productores, las transnacionales que las producen y otros científicos independientes han hecho investigaciones al respecto.
No obstante, habría que tener en cuenta que ya varios países europeos (como Francia, Polonia, Austria, Suiza, Grecia y Hungría) han prohibido los transgénicos.
En todo caso, los ciudadanos pueden ejercer su derecho a decidir libremente si consumen o no estos productos. Uno de los problemas al respecto es que muchos de los productores de transgénicos no aceptan etiquetar sus productos y las normas de bioseguridad de algunos países no son tan exigentes en este sentido.
Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html
En el estudio referido se utilizó un maíz modificado genéticamente para ser tolerante al glifosato.

En el estudio referido se utilizó un maíz modificado genéticamente para ser tolerante al glifosato.

20 de Noviembre del 2012

Partir de información basada en el rigor del método científico para decidir sobre el consumo de organismos genéticamente modificados es la principal recomendación para los consumidores.

Así lo indicó Orlando Acosta, profesor del Departamento de Ciencias Fisiológicas de la Facultad de Medicina de la UN en Bogotá. Él expuso un estudio de caso durante el seminario Introducción a los Organismos Genéticamente Modificados, organizado por la UN, la Universidad Antonio Nariño y el ILSI-NorAndino.

Los organismos genéticamente modificados (OGM) son los que han sido transformados con técnicas de biología molecular para mejorarles una característica que sea de interés para las personas. Lo que se hace es extraer genes de una planta o animal, e incluso de virus y bacterias, para introducirlos en las características hereditarias de otra especie.

Así, cultivos transgénicos comerciales, como algunos de soya, maíz y algodón (que se siembran en diversos lugares del mundo, incluso en Colombia), se convierten en plantas insecticidas y tolerantes a herbicidas, cuyos efectos adversos todavía no están sustentados científicamente por la falta de estudios adecuados.

El profesor Acosta habló sobre una publicación, que salió a la luz pública hace aproximadamente un mes, en la cual el doctor Gilles-Eric Séralini, de una institución científica francesa, divulgó los resultados de un estudio que indica que un maíz que fue modificado genéticamente para ser tolerante al glifosato produce tumores y la muerte más temprana en ratas.

“La comunidad científica de varios países se pronunció enérgicamente  para criticar la validez de los resultados de la investigación. Indicó que había graves fallas en el diseño y en la forma de reportar los datos, así como que las conclusiones a las que llegaba no tenían sustento en los datos presentados. Varios pronunciamientos señalan que es poco responsable presentar resultados de esa manera y más cuando tienen como consecuencia producir pánico en la ciudadanía o en los consumidores”, afirmó.

El docente explicó que una de las fallas que él detectó en esa investigación es que se usó una cepa de ratas que, independientemente de cualquier tratamiento, presenta una alta tasa de tumores y una parte  de su población muere de manera temprana.

“Las variaciones que él encontró en términos de tumores producidos por la ingestión de este maíz transgénico están precisamente dentro de esos porcentajes de producción de tumores espontáneos en este tipo de ratas”, aseveró.

Y añadió: “al parecer, no se obtuvo una relación entre la dosis y el efecto producido, o sea que en cantidades incluso mil veces menores se produjeron mayores efectos que en cantidades más grandes de las sustancias que probó”.

Según el profesor, los resultados de la investigación son inválidos porque no hay manera de atribuir el porcentaje de tumores producidos o el de ratas muertas tempranamente al tratamiento con el maíz transgénico o con glifosato. Más aún cuando las ratas que no se trataron con ninguno de estos elementos también tuvieron una alta proporción de muertes y de tumores.

Señaló que hay exigencias legales en los países en donde se producen o comercializan estos productos, particularmente en la agricultura y las plantas. Asimismo, aclaró que las agencias regulatorias, los productores, las transnacionales que las producen y otros científicos independientes han hecho investigaciones al respecto.

No obstante, habría que tener en cuenta que ya varios países europeos (como Francia, Polonia, Austria, Suiza, Grecia y Hungría) han prohibido los transgénicos.

En todo caso, los ciudadanos pueden ejercer su derecho a decidir libremente si consumen o no estos productos. Uno de los problemas al respecto es que muchos de los productores de transgénicos no aceptan etiquetar sus productos y las normas de bioseguridad de algunos países no son tan exigentes en este sentido.

Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

Aceites de tomillo y orégano combaten hongos en mazorcas.

 
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23 de Octubre del 2012
Algunos hongos ocasionan pérdidas durante el almacenamiento poscosecha del maíz tierno. Para evitarlas, un estudio de la UN evaluó el efecto microbicida y conservante de estos aceites esenciales.
El maíz (Zea mays L.) se constituye como el alimento de mayor importancia para muchos países de América, ya que tiene un amplio aprovechamiento para el consumo humano y animal, así como en la industria.
Sin embargo, hongos como Rizophus y Mucor, se manifiestan  en la etapa de poscosecha, lo que deteriora su calidad nutricional, sus características organolépticas y su vida útil.
Por ello, y como aporte para el desarrollo de conservantes naturales que permitan garantizar su inocuidad, investigadores de la UN en Palmira evaluaron el efecto microbicida y conservante de los aceites esenciales del tomillo (Thymus vulgaris) y el orégano (Origanum vulgare) sobre mazorcas de maíz tierno.
Según el profesor Pedro Vanegas, director de la investigación, “los aceites esenciales son sustancias odoríferas (que producen olor) de naturaleza oleosa encontradas casi en todos los vegetales. Los de plantas aromáticas y medicinales presentan bioactividades (actividades biológicas) notables y un efecto biocida contra bacterias, hongos, virus, protozoos, insectos y plantas (es decir, aniquilación o inhibición de su efecto), lo que atrae la atención de la industria por sus posibles y viables aplicaciones”.
Por la baja toxicidad que estas sustancias causan frente a los antibióticos, era necesario que en la investigación se evaluara el efecto que pueden tener contra microorganismos patógenos en alimentos.
July Alexandra Campo Velasco, estudiante de Ingeniería Agroindustrial de la UN en Palmira, explica la función del timol y el carvacrol, dos compuestos que tienen los aceites y a los que se les atribuye una actividad microbicida.
“El carvacrol se encuentra presente en aceites esenciales de orégano (60–70% de carvacrol) y tomillo (45% carvacrol). Por otro lado, el timol ha sido reportado por tener efectos inhibitorios sobre bacterias y hongos, según investigadores como Guiza y Rincón en el 2007”, afirma Campo.
Tomillo, el más efectivo
Los investigadores adquirieron el material de T. vulgaris y O. vulgare en el mercado local, y lo sometieron previamente a una operación de oreado. “Se sometieron al proceso de extracción por arrastre de vapor en el equipo de hidrodestilación del Laboratorio de Química de la Universidad, y se obtuvieron rendimientos de 1,1% para el primero y 0,2% para el segundo”, dice la estudiante.
Así mismo, en el estudio se observó la actividad antimicrobiana de los aceites en cepas de los hongos Fusarium, Mucor y Rizophus aisladas de las mazorcas, usando el método de dilución en agar a diferentes concentraciones para el desarrollo in vitro (evaluación del crecimiento del micelio).
“Para in situ se utilizó una sola concentración, determinando el índice de severidad, porcentaje de infección y pérdida de peso. Los resultados in vitro demostraron que el aceite de tomillo fue el más efectivo y que contó con una  actividad antifúngica mayor a la de Origanum vulgare, siendo la especie microbiana más sensible Fusarium y la más agresiva Rizophus”, afirma el profesor Vanegas.
Igualmente en in situ los experimentos con ambos aceites fueron efectivos para reducir la pudrición fúngica y la pérdida de peso en el producto investigado, siendo una alternativa para el control de estos hongos durante el almacenamiento poscosecha.
Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html
Durante el almacenamiento poscosecha de las mazorcas tiernas, algunos hongos como Rizophus y Mucor ocasionan pérdidas.

Durante el almacenamiento poscosecha de las mazorcas tiernas, algunos hongos como Rizophus y Mucor ocasionan pérdidas.

23 de Octubre del 2012

Algunos hongos ocasionan pérdidas durante el almacenamiento poscosecha del maíz tierno. Para evitarlas, un estudio de la UN evaluó el efecto microbicida y conservante de estos aceites esenciales.

El maíz (Zea mays L.) se constituye como el alimento de mayor importancia para muchos países de América, ya que tiene un amplio aprovechamiento para el consumo humano y animal, así como en la industria.

Sin embargo, hongos como Rizophus y Mucor, se manifiestan  en la etapa de poscosecha, lo que deteriora su calidad nutricional, sus características organolépticas y su vida útil.

Por ello, y como aporte para el desarrollo de conservantes naturales que permitan garantizar su inocuidad, investigadores de la UN en Palmira evaluaron el efecto microbicida y conservante de los aceites esenciales del tomillo (Thymus vulgaris) y el orégano (Origanum vulgare) sobre mazorcas de maíz tierno.

Según el profesor Pedro Vanegas, director de la investigación, “los aceites esenciales son sustancias odoríferas (que producen olor) de naturaleza oleosa encontradas casi en todos los vegetales. Los de plantas aromáticas y medicinales presentan bioactividades (actividades biológicas) notables y un efecto biocida contra bacterias, hongos, virus, protozoos, insectos y plantas (es decir, aniquilación o inhibición de su efecto), lo que atrae la atención de la industria por sus posibles y viables aplicaciones”.

Por la baja toxicidad que estas sustancias causan frente a los antibióticos, era necesario que en la investigación se evaluara el efecto que pueden tener contra microorganismos patógenos en alimentos.

July Alexandra Campo Velasco, estudiante de Ingeniería Agroindustrial de la UN en Palmira, explica la función del timol y el carvacrol, dos compuestos que tienen los aceites y a los que se les atribuye una actividad microbicida.

“El carvacrol se encuentra presente en aceites esenciales de orégano (60–70% de carvacrol) y tomillo (45% carvacrol). Por otro lado, el timol ha sido reportado por tener efectos inhibitorios sobre bacterias y hongos, según investigadores como Guiza y Rincón en el 2007”, afirma Campo.


Tomillo, el más efectivo

Los investigadores adquirieron el material de T. vulgaris y O. vulgare en el mercado local, y lo sometieron previamente a una operación de oreado. “Se sometieron al proceso de extracción por arrastre de vapor en el equipo de hidrodestilación del Laboratorio de Química de la Universidad, y se obtuvieron rendimientos de 1,1% para el primero y 0,2% para el segundo”, dice la estudiante.

Así mismo, en el estudio se observó la actividad antimicrobiana de los aceites en cepas de los hongos Fusarium, Mucor y Rizophus aisladas de las mazorcas, usando el método de dilución en agar a diferentes concentraciones para el desarrollo in vitro (evaluación del crecimiento del micelio).

“Para in situ se utilizó una sola concentración, determinando el índice de severidad, porcentaje de infección y pérdida de peso. Los resultados in vitro demostraron que el aceite de tomillo fue el más efectivo y que contó con una  actividad antifúngica mayor a la de Origanum vulgare, siendo la especie microbiana más sensible Fusarium y la más agresiva Rizophus”, afirma el profesor Vanegas.

Igualmente en in situ los experimentos con ambos aceites fueron efectivos para reducir la pudrición fúngica y la pérdida de peso en el producto investigado, siendo una alternativa para el control de estos hongos durante el almacenamiento poscosecha.

Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

Plaga del maíz cada vez más resistente a insecticidas.

 
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El maíz es uno de los sembrados que se afectan a partir de la llegada del gusano cogollero a su cultivo.
El maíz es uno de los sembrados que se afectan a partir de la llegada del gusano cogollero a su cultivo.

4 de Octubre del 2012

El gusano cogollero del maíz es un insecto que preocupa a los productores de cereales de América. En Colombia, afecta hasta a una tercera parte de las siembras maiceras.

Un pequeño gusano, que en su etapa adulta se convierte en una polilla que migra de cultivo en cultivo y causa grandes pérdidas económicas en los sembrados de maíz, algodón, arroz, caña de azúcar y fríjol, entre otros, se torna cada vez más resistente a los controles de plagas. Investigadores determinaron que existen dos variedades, una de ellas se ha vuelto invulnerable a los plaguicidas comunes.

Se trata de Spodoptera frugiperda, también conocido como “gusano cogollero del maíz”. Su distribución es muy amplia, pues se encuentra en varios países de América. Sin embargo, solo en Estados Unidos se había logrado determinar que el animal tiene dos biotipos o razas: la del maíz y la del arroz.

En Colombia, hace seis años se estableció que las dos variedades también se encuentran en el departamento del Tolima, una de las zonas agrícolas más prósperas del país, productoras de estos dos granos.

Este hallazgo se logró luego de que el grupo de investigación en Biotecnología Vegetal de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín y de la Corporación para Investigaciones Biológicas (CIB), encargada de la línea de ecología evolutiva de insectos plaga, se interesó en estudiar cómo se desarrollan los fenómenos de formación de especies, tomando como modelo de estudio a S. frugiperda en la naturaleza.

Los dos biotipos de este insecto son idénticos a nivel morfológico, pero muy diferentes genéticamente. El del maíz (también abundante en algodón y sorgo) produce grandes pérdidas, pues daña hasta el 35% de los cultivos.

Según explica la profesora Clara Inés Saldamando Benjumea, investigadora de los grupos de Biotecnología Vegetal y de Biotecnología Animal de la UN en Medellín, la identificación se efectuó usando marcadores moleculares y haciendo análisis genético de las poblaciones.

Esta técnica se adentra en el examen del ácido desoxirribonucleico (ADN) para determinar en profundidad qué características genéticas se transmiten de una generación a otra y qué modificaciones ocurren en ese proceso. En ese sentido, un marcador es un gen que contiene cierta información (por ejemplo, el tamaño), y a partir de este se pueden identificar otros genes similares. Con estas herramientas, los científicos pudieron establecer que el gusano cogollero del maíz tiene dos ramificaciones.

De otro lado, analizando colonias del animal, encontraron que las poblaciones de la variedad del arroz son más resistentes a los insecticidas que las que afectan al maíz. Esta última, por su parte, es resistente a Bacillus thuringensis, una bacteria utilizada para su control biológico.

Menos insecticidas

Lo anterior constituye una amenaza para los productores agrícolas dedicados a estos cultivos, los cuales representan un potencial económico grande para el país. La Federación Nacional de Cultivadores de Cereales y Leguminosas (Fenalce) registró, hasta junio pasado, unas 86 mil hectáreas de maíz amarillo sembradas y cerca de 76 mil de maíz tradicional.

Dada la especificidad de este insecto en el territorio nacional, la profesora Saldamando indica que, para controlarlo, “lo principal, antes de utilizar insecticidas, es encontrar dónde están distribuidos sus biotipos y por qué tienen esa distribución”.

Además, agrega que se debe determinar si difieren en cuanto a resistencia a insecticidas o a controladores biológicos, según la región en la que se encuentren los cultivos. Así como estudiar a corto o mediano plazo a los depredadores y enemigos naturales de cada uno de sus biotipos. “Esta clase de estudios deberían llevarse a cabo con anterioridad a la aplicación de cualquier controlador de síntesis química, que es perjudicial para el ambiente y puede no tener los efectos deseados”.

Según la profesora, la plaga se encuentra en otros cultivos –como caña de azúcar, fríjol o tabaco, entre otros– y, generalmente, se hace un uso excesivo de insecticidas y de otros controles sin conocer las características biológicas de cada población de la polilla.

Las estrategias

Con base en datos de Fenalce, se calcula que, por lo menos el 58% del área maicera del país es cultivada de manera tradicional por pequeños productores, y es allí donde está el mayor de los retos. En estas comunidades es donde se requieren estrategias de producción limpia, teniendo en cuenta la ruda competitividad para un producto que, en 2010, tuvo una producción de 1.270.000 toneladas y unas importaciones de 3.330.000 toneladas; lo que evidencia la dependencia del mercado externo para suplir la demanda local de cereal de alta calidad.

Buenaventura Monje Andrade, investigador en manejo integrado de plagas de Corpoica, explica que las prácticas tradicionales utilizadas por los pequeños productores para cuidar sus cultivos deben integrarse a las estrategias investigativas que adelantan las instituciones calificadas, para así aprovecharlas.

Por esa razón, asegura: “Pusimos en marcha una estrategia para implementar proyectos de investigación desde la perspectiva de los agricultores y hacer trasferencia de tecnología para mejorar la calidad de los cultivos”.

Monje Andrade destaca que el control del gusano cogollero es indispensable, toda vez que este se alimenta de más de sesenta especies de plantas, situación que podría desequilibrar a cualquier economía agrícola, como en efecto sucede con algunas plantaciones de maíz en Colombia.

Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html