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Inaugura UNAM Unidad de Vinculación y Educación del Sureste, Maestro Justo Sierra Méndez

 
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6 de agosto del 2011

El rector José Narro Robles, en el recorrido que hizo por las instalaciones de la Estación “El Carmen”, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, en el municipio del mismo nombre, en Campeche.
El rector José Narro Robles, en el recorrido que hizo por las instalaciones de la Estación “El Carmen”, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, en el municipio del mismo nombre, en Campeche.

• El rector José Narro Robles dijo que en México persisten problemas como pobreza y desigualdad

A pesar de los avances registrados en las últimas décadas, en México persisten enormes problemas; algunos de ellos le han acompañado a lo largo de los siglos, como pobreza y desigualdad, señaló el rector de la UNAM, José Narro Robles.

Para que el país salga adelante, apuntó, es necesario tomar el ejemplo de grandes personalidades, como investigadores y profesores universitarios, y también el de otras instituciones educativas; considerar su pensamiento, valores y compromisos.

Al inaugurar la Unidad de Vinculación y Educación del Sureste (UVES) Maestro Justo Sierra Méndez, en compañía del gobernador de Campeche, Fernando Ortega Bernés, el rector sostuvo que esta casa de estudios es una institución profundamente orgullosa de ser nacional.

Este espacio que hoy inicia actividades es muestra de lo que es posible lograr con el esfuerzo de los campechanos y de todo el país, en beneficio de los jóvenes de la entidad y, en general, de la nación.

En su oportunidad, Ortega Bernés resaltó que en la actualidad esta región aporta el 60 por ciento de los recursos petroleros del país. Asimismo, sostuvo que la apertura de esta unidad representa una contribución fundamental en beneficio de la zona, con una alianza entre el gobierno de Campeche, el municipio de Ciudad del Carmen y la Universidad Nacional.

En tanto, Leticia Rosales Hoz, directora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM, explicó que el propósito de la UVES es cumplir con la misión que la sociedad le ha encomendado a esta casa de estudios: la enseñanza, la investigación, la vinculación y la difusión de la cultura, así como extender su presencia en la zona.

Esfuerzo de colaboración

La UVES en un esfuerzo de la Universidad Nacional de consolidar sus actividades de colaboración con los sectores educativos, productivos y de servicios en el sureste del país. Ofrecerá cursos en temas como generación de energía, producción y captura de alimentos, medio ambiente y desarrollo sustentable, telemétrica y mecatrónica; además, pretende mejorar las capacidades, y ampliar y diversificar la oferta educativa del posgrado de la Universidad.

La Unidad (constituida por un consorcio de 11 entidades de la UNAM) es resultado de un convenio entre esta casa de estudios y el gobierno campechano. Cuenta con aulas para capacitación, espacios para desarrollo de proyectos de investigación, auditorio con equipo para videoconferencia y mediateca, entre otros servicios.

En el mismo acto, el escritor Ambrosio Gutiérrez Pérez presentó el libro “Campeche en el centenario de la Universidad Nacional 1910-2010”, de Carlos Justo Sierra Brabatta, en el que se aborda la labor desempeñada por campechanos distinguidos que han ocupado la rectoría de la UNAM, como Justo Sierra Méndez, Genaro Fernández, Javier Barros Sierra y Jorge Carpizo, así como José Vasconcelos, que aunque no nació en la entidad, desarrolló parte de sus estudios en ella.

Asistieron, entre otros, Aracely Escalante Jasso, presidenta municipal de Ciudad del Carmen; Francisco Ortiz Betancourt, secretario de Educación estatal; Carlos Arámburo de la Hoz, coordinador de la Investigación Científica de la UNAM, y rectores de diversas instituciones educativas del estado.

Por la mañana, el rector Narro recorrió las instalaciones de la Estación “El Carmen”, del ICML en esta entidad, en la que se busca impulsar el monitoreo ambiental de contaminantes, el desarrollo de organismos acuáticos y el estudio de las aves marinas, entre otras líneas de investigación.

Créditos:  unam.mx/boletín/2011_460

El “agua dulce” no es tal, sino de escaso contenido mineral

 
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Gloria Vilaclara Fatjó, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM.
Gloria Vilaclara Fatjó, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM.

6 de abril de 2011

• El líquido del que dependemos para vivir no tiene azúcar, y es destilado por el ciclo hidrológico, que retira sales al agua marina, explicó Gloria Vilaclara Fatjó, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM
• Mientras el agua salada tiene una composición muy homogénea, la otra posee notables variantes en su composición química, que se ven alteradas por la contaminación humana

El “agua dulce”, de la que dependemos los humanos para vivir, no es tal, sino de escaso contenido mineral, explicó la investigadora Gloria Vilaclara Fatjó, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM.

No contiene azúcar, sino una combinación distinta y mucho más heterogénea que la salada, precisó la especialista, quien aclaró que la llamada en inglés freshwater (agua fresca) se conoce en español como dulce.

Porcentaje mínimo

La Tierra debería llamarse agua, pues tres cuartas partes del planeta están cubiertos por ella,con una preponderancia en el hemisferio sur, detalló en la conferencia Las aguas dulces… ¿son tan dulces?, ofrecida en el ICML.

El globo terráqueo se divide en cuatro grandes grupos: atmósfera, biósfera, geósfera e hidrósfera. En esta última, se concentran un millón 350 mil kilómetros cuadrados de agua.

De este enorme volumen, el 97.5 por ciento se encuentra en los océanos y es agua salada.

“Más o menos un tres por ciento está en otro tipo que puede ser salada también. La que consumimos proviene de un volumen sumamente pequeño del planeta. Solo el 2.5 por ciento es dulce (freshwater), la que nos interesa para sobrevivir, y está en los continentes. Un 0.01 por ciento está en áreas superficiales y atmosféricas, que utilizamos en actividades domésticas, agrícolas e industriales”, precisó.

El 2.5 por ciento del agua del planeta tiene una distribución desigual. Se concentra 90 por ciento en los casquetes polares, los glaciares y las masas de hielo.

La dulce está en ríos, lagos, manantiales, lagunas y cascadas. De esa pequeña proporción somos dependientes para sobrevivir, destacó.

El agua dulce que tenemos en los continentes proviene del mar, pero se modifica durante el ciclo hidrológico.

En los océanos llueve menos de lo que se evapora. Esa diferencia entre lo que llueve y se evapora equivale a 40 mil kilómetros cúbicos que anualmente van a los continentes donde, a la vez, es mayor la precipitación a lo que se volatiliza.

Existe una diferencia neta de 40 mil kilómetros cúbicos que regresan al mar. “Ese vapor de agua dejó la sal en el mar, se evapora agua pura, que es la que manda el océano hacia los continentes. Ahí entra a las cuencas y comienza a adquirir iones de las rocas”, explicó.

En el momento en el que llega a los continentes agua del mar, de lluvia, se precipita y, o bien corre en la superficie o se infiltra, empapa humedales y llega a los lagos.

Existen tres procesos que caracterizan a la dulce: la composición de la cuenca geológica (que le da las características iónicas de esa particularidad), el clima local dominante, pues importa qué tanto llueva y qué tanto se evapore y el equilibrio entre ambos procesos; y la influencia antrópica, es decir, asociada con la actividad humana.

La composición química de los flujos continentales depende esencialmente del clima y de la integración geológica de las rocas con las que se asocia. Por ello, esa integración es tan variable, por ejemplo, entre un lago y otro.

“A mayor temperatura hay mayor tendencia a la evaporación. Los lagos más dulces o poco mineralizados están dominados por el dióxido de carbono (CO2) atmosférico”, aclaró.

Mientras el agua marina es rica en sodio, la continental lo es en bicarbonato y calcio, mientras su cantidad de salinidad es variable. “Esta característica del agua dulce es de 0.1 gramos por kilogramo de sodio, en tanto, la salada es de 35 gramos por kilogramo de sodio, en promedio”, precisó.

La investigadora, quien es coordinadora del Posgrado en Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, destacó que aunque la dulce no desaparecerá del planeta, los humanos aceleramos procesos.

“Si no se acaba el agua dulce, sí podemos contaminarla a tal grado que deje de ser útil para nosotros”, advirtió.

Créditos: UNAM-DGCS-202/2011/unam.mx