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DESARROLLAN PROCESO EXITOSO DE IMPLANTES ÓSEOS EN LA UNAM

 
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implatesoseos26 de julio de 2014

“Llevo años de trabajar con biomateriales. De hecho, empecé el tema en México”, señaló Cristina Piña Barba, del Instituto de Investigaciones en Materiales (IIM) de la UNAM, quien después de que su padre, el arqueólogo Román Piña Chan, cayera de una pirámide y se dañara la columna vertebral, se propuso ayudarlo a caminar.

“Eso se convirtió en una losa muy pesada, pero me dije que si no lo conseguía en ese momento, algún día mi trabajo serviría para alguien más”, expresó.

Aunque se formó como física, al principio no sabía nada de la que hoy es su área de especialidad. “No obstante, en ese momento tuve que decidir qué camino seguir y así comencé a indagar sobre cómo aplicar mis conocimientos en ese campo”.

Durante el año sabático que pasó en Canadá, la académica se dedicó a estudiar todo lo que pudo sobre biomateriales. “En esa época se hacían muchas cosas en ese apartado, como órganos artificiales”, recordó.

Tras este periodo regresó a México con proyectos derivados de esta experiencia, los cuales propuso al Instituto de Física (IF), pero la entidad no se mostró interesada. Sin embargo, con lo aprendido en Canadá y con algunos libros que trajo de ese país, diseñó una clase en la Facultad de Ciencias (FC), Física en Medicina, una materia optativa.

Replantear el rumbo

Después de la negativa, salir del IF rumbo al IIM fue un paso obligado y “llegué en 1991 con Gabriel Torres, creador del zinalco (aleación de zinc, aluminio y cobre). Le propuse trabajar con este recurso, pero como biomaterial (aunque antes tuve que explicarle a qué me refería)”.

En esos años no había una descripción del concepto —incluso hoy aparecen nuevas—, pero en pocas palabras podemos decir que se trata de un material natural o sintético que puede estar durante un periodo prolongado dentro del organismo sin causar daño.

“Empezamos a trabajar con el equipo de Norma Pérez Gallardo, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ). Esa colaboración fue formativa tanto para ellos como para mí, porque integramos el llamado Grupo de Biomateriales, totalmente interdisciplinario y formado por biólogos, químicos y físicos; después se sumarían los ingenieros”.

Este conjunto comenzó a realizar implantes de zinalco en animales. Según los cánones de la época, el proceso debía iniciar con un implante subcutáneo, después intramuscular y, por último, óseo. Si en la primera etapa se veía que el material era tóxico, se descartaba.

Entender el tejido óseo

“Al abocarme al estudio del tejido óseo me costó comprender qué es un hueso porque, como física, lo primero que veo es una estructura. Tuve que cursar anatomía, fisiología y patología para entender qué ocurre en este tejido que forma una estructura de colágena, factores de crecimiento, enzimas, proteínas y, sobre todo, una especie de cubierta cerámica también orgánica de hidroxiapatita de calcio”.

Por los poros circula sangre, hay arterias y está presente el sistema linfático, todo lo necesario para formar el tejido óseo. Si hoy tomáramos una foto a la estructura referida, dentro de siete años la imagen no tendría nada que ver con el hueso actual, porque éste se forma continuamente, agregó.

“No es sencillo sustituir una parte o la pieza completa. Podemos emplear un andamio, un soporte totalmente inorgánico que ayude a las células del paciente a regenerar el tejido óseo. Debe ser un biomaterial totalmente adecuado porque si utilizamos zinalco, por ejemplo, que otorga una resistencia mecánica adecuada, se ‘abomba’, pierde sus propiedades mecánicas y termina por desbaratarse”, dijo la académica.

El equipo comenzó a experimentar con material óseo bovino, que se debe lavar muy bien con jabones especiales y reactivos seleccionados cuidadosamente para no dañarlo y eliminar los componentes orgánicos que pudieran causar rechazo. Con implantes de este material, las células del huésped lo colonizan y al mismo tiempo lo eliminan y generan su propio hueso.

“Aunque los de rumiantes son grandes, están formados por una parte porosa y otra compacta; la que nos importa es la primera, porque puede ser colonizada por las células del paciente. Ahora bien, al recurso óseo se le puede dar la forma que necesite el médico: cilindros, tornillos, esferas, cubos”, explicó Piña Barba.

“Por ejemplo, podemos formar esferas para el globo ocular en lugar de canicas. Esta opción no pesa, tiene oquedades minúsculas y se le pueden coser los músculos que mueven los ojos. Con el tiempo, a la vez que las esferas se llenan de tejido conjuntivo son sustituidas por éste, y el paciente podrá mover los dos ojos, con lo cual se evita que el rostro se deforme”, refirió.

“En el caso de una pérdida dental, en el orificio se introducen partículas de hueso poroso que ayudarán a reconstruir la mandíbula del paciente y fortalecerla, se reconstituye el hueso y después se coloca el implante”.

La pregunta que surge es ¿para qué tipo de lesiones son estos implantes? Para aquellas en las que falta hueso, respondió la investigadora.

“Por ejemplo, si alguien tiene un accidente en una motocicleta a 100 kilómetros por hora es probable que al deslizarse por el pavimento presente pérdida ósea. Si esa merma es menor a 10 centímetros, podemos reponerla, si es mayor, incluso con el implante el paciente tendrá problemas”.

Implantes en hospital del ISSSTE

Fernando Cueva quería colaborar y me buscó. Después de charlar acordamos que le entregaría material para que lo implantara y después escribiríamos un artículo. El ISSSTE aprobó el protocolo de investigación y se determinó trabajar con pacientes de ciertas características. Durante dos años se reunió un grupo de pacientes candidatos; el estudio duró otro bienio, recordó.

Como resultado de esta mancuerna apareció un texto en la edición julio-agosto de 2009 de Cirugía y cirujanos, revista de la Academia Mexicana de Cirugía.

El estudio citado se realizó en el Hospital General Ignacio Zaragoza del ISSSTE con 52 pacientes con problemas óseos, en el que se evaluó la eficacia del material con el fin de utilizarlo en xenoimplantes. Las personas con artrodesis fueron 28; con pseudoartrosis, 16; con tumores benignos, tres, y con defectos óseos, cinco.

Entre tres y ocho meses después de la cirugía se observó consolidación ósea y el implante se integró en un periodo de entre tres y 18 meses, según el tamaño de la patología y región de colocación. Ningún paciente presentó signos clínicos de rechazo al implante.

Esta biocompatibilidad lo hace adecuado para tratar patologías en las que se necesita aporte óseo. Fue la primera vez que se utilizó un xenoimplante producido en la UNAM y en el país.

Es importante mencionar que del Laboratorio de Biomateriales del IIM surgió Biocriss, empresa cuyo único producto es Nukbone, un hueso inorgánico. En esta empresa trabajaron los primeros maestros en ciencias que se especializaron en esta área.

Los implantes de Nukbone cumplen con los requisitos de la ASTM (American Standard Testing Materials), por lo cual pueden utilizarse en la práctica médica. En 2010, la Cofepris le otorgó el permiso para llevarlo al mercado.

“Desde hace muchos años hemos implantado este hueso. Hasta hoy tenemos aproximadamente 22 mil pacientes sometidos a este proceso”, finalizó la investigadora.

Créditos: UNAM-DGCS-429-2014

CREAN EN LA UNAM BIOFIBRAS DE POLÍMEROS PARA SUSTITUIR Y REGENERAR CARTÍLAGO

 
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fibrasparacartilagoPara sustituir y/o regenerar los cartílagos de los meniscos de las rodillas, sistemas de amortiguación que se dañan por sobrepeso, ejercicio excesivo y enfermedades como la artritis, un grupo de investigadores del Centro de Física Aplicada y Tecnología Avanzada (CFATA) de la UNAM, desarrolla biofibras de polímeros para crear implantes.

Los tejidos, que se producen en laboratorio a escala nanométrica, están formados por una mezcla de cuatro polímeros —poliácido láctico, polilcaprolactona, colágeno y poliuretano— y son biocompatibles con el organismo humano, explicó Miriam Estévez González, investigadora del CFATA y titular del proyecto que se desarrolla en el campus Juriquilla de esta casa de estudios.

Los cartílagos están en muchas articulaciones para protegerlas del contacto y fricción con los huesos. Dentro de las rodillas se ubican los meniscos, trozos de cartílago fibroso que amortiguan y lubrican las articulaciones, además de limitar su capacidad para flexionarse o extenderse.

Si alguien se daña los meniscos en la parte más interna, donde no existe vascularización, lo más probable es que requiera una cirugía llamada meniscectomía total o parcial. Sin embargo, las consecuencias de ésta ahora son conocidas y se ha demostrado que, 21 años después de llevarla a cabo, el riesgo de artrosis de rodilla aumenta de manera significativa. Es para estos pacientes que las nuevas técnicas de trasplante o regeneración meniscal presentan una posible solución.

“En nuestro país no se realizan trasplantes, sólo se recurre a la meniscectomía parcial o total, es por ello que proponemos crear una plataforma polimérica con la morfología similar a la que presentan los meniscos, para que sirva no sólo de sustituto de cartílago, sino para ayudar a regenerarlo”.

Electrotejido y meniscos de molde

Con forma de media luna o cuña, los meniscos son porosos en las orillas o partes más externas, donde tienen vascularización y buena irrigación sanguínea, no así en la parte interna.

‘‘Para lograr esa morfología compleja, cerrada al interior y abierta en las orillas, que sea biocompatible y tenga la resistencia mecánica necesaria para usarse como implante o plataforama para regenerar el tejido, empleamos la técnica de electrospinning o electrotejido’’, indicó Estévez González.

En el Departamento de Ingeniería Molecular de Materiales del CFATA, la investigadora y su grupo, conformado por estudiantes de licenciatura y posgrado, hacen la síntesis polimérica y las nanofibras dentro de un equipo de electrotejido.

Los cuatro polímeros en solución son colocados en un capilar a través del cual se expulsan a una velocidad controlada. Además, se debe tener una fuente de alto voltaje que posee dos electrodos que deben conectarse, uno, a la salida de la solución polimérica y, otro, al plato colector (molde con la forma de un menisco para obtener desde un inicio la forma deseada) donde se depositarán las fibras.

En el proceso se varía el voltaje, la distancia de la jeringa a la placa, la concentración de los polímeros y la temperatura, pues todo eso afecta el tamaño y la morfología del producto final, detalló.

Actualmente, ya se ha caracterizado el material obtenido por microscopía electrónica de barrido para observar la morfología. “Tenemos pruebas mecánicas de tensión y compresión y hacemos estudios de citotoxicidad y biocompatibilidad en ratas”.

El proyecto está financiado por el Consejo de Ciencia y Tecnología del estado de Querétaro (CONCYTEQ) y el CFATA, dentro de la convocatoria 2013 de apoyo a los investigadores de este último.

Modelo mecatrónico de rodilla

El siguiente paso del proceso implica someter los meniscos artificiales a todas las pruebas, ejercicios y esfuerzos que realiza una rodilla real.

Para lograrlo, Domingo Rangel Miranda, técnico académico responsable del Laboratorio de Instrumentación del CFATA, desarrolla con sus alumnos un modelo mecatrónico, en el que representa todos sus movimientos.

Los científicos miden y evalúan los esfuerzos que debe resistir el menisco artificial para saber si es factible usarlo como implante en pacientes humanos.

‘‘Para hacer viables los implantes en la articulación, estos biomateriales están caracterizados con estudios de físico-química y mecánica. Pretendemos mejorar la parte biomecánica, para que cada uno se ajuste a las necesidades del paciente y pueda tener las características biomecánicas personalizadas’’, abundó el universitario.

El material obtenido a partir de las biofibras es flexible, adaptable y resistente a la carga que recibe, algo fundamental para un paciente. ‘‘En el prototipo buscamos que el biomaterial pueda soportar todas las pruebas. En dos años podríamos tener algunos resultados más establecidos e iniciar ensayos en personas’’, adelantó.

A futuro, los investigadores del CFATA podrán patentar el prototipo mecatrónico de rodilla, un equipo totalmente automatizado, con movimientos inteligentes que simulan la flexión de la rodilla, la actividad al correr e, incluso, un tropezón.

‘‘Puede servir para la enseñanza (pues reproduce todas las funciones biomecánicas de la rodilla) y podría interesar a sectores académicos’’, finalizó Rangel.

Créditos: UNAM-DGCS-125-2014

Analizan alteración en desarrollo de los huesos.

 
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17 de Enero del 2013
El síndrome de Albright es una enfermedad genética que afecta los huesos y el color de la piel; el Instituto de Genética de la Universidad Nacional de Colombia realizó un estudio de caso.
A esta enfermedad rara también se le conoce como displasia fibrosa, que es una alteración en el desarrollo de los huesos, “en la que el hueso esponjoso lamelar del canal medular es reemplazado por tejido fibro-óseo inmaduro, dando como resultado un tejido óseo con trabéculas (tabiques de tejido) pobremente formadas”, según indicaron los investigadores.
Puede presentarse de dos formas: la forma monostótica (ataque de un solo hueso) que es la más frecuente ocurriendo en el 75% a 80% de los casos; y la poliostótica, en la que se afectan múltiples huesos.
El síndrome de McCune Albright se define clásicamente como la tríada de displasia fibrosa poliostótica, alteraciones endocrinas y máculas café au laît (manchas color café en la piel).
El caso estudiado es el de una paciente de 12 años de edad, que tuvo su primer periodo menstrual a los 3 años y 7 meses de edad, y es hija de padres consanguíneos (parientes).
A los siete años presentó la primera fractura a nivel de fémur izquierdo, con refractura meses después, y recibió una cirugía reconstructiva del fémur a los ocho años. A los nueve recibió inhibidores de resorción ósea y ha presentado fisuras costales múltiples.
La madre tiene un antecedente de exposición a fumigantes y fertilizantes, y durante su segunda gestación tuvo amenaza de aborto.
“Estos síntomas, entre otros, demuestran que el caso cumple con los criterios diagnósticos de síndrome de McCune Albright, y su manejo requiere un enfoque multidisciplinario”.
El diagnóstico es clínico y “las pruebas moleculares no son utilizadas de forma rutinaria. Si bien, el único hallazgo de anormalidad endocrina es la pubertad precoz, la combinación de la displasia fibrosa con cualquier alteración endocrina, con o sin máculas cafe au laît confirman el síndrome”, puntualizó Ángela Martí, una de las investigadoras.
Otros de los síntomas que pueden alertar la aparición de esta enfermedad son: crecimiento óseo anormal en el cráneo, ritmos cardíacos anormales (arritmias), gigantismo, hipertiroidismo y manchas grandes de color café con leche, entre otros.
Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html
Esta enfermedad genética produce fracturas óseas.

Esta enfermedad genética produce fracturas óseas.

17 de Enero del 2013

El síndrome de Albright es una enfermedad genética que afecta los huesos y el color de la piel; el Instituto de Genética de la Universidad Nacional de Colombia realizó un estudio de caso.

A esta enfermedad rara también se le conoce como displasia fibrosa, que es una alteración en el desarrollo de los huesos, “en la que el hueso esponjoso lamelar del canal medular es reemplazado por tejido fibro-óseo inmaduro, dando como resultado un tejido óseo con trabéculas (tabiques de tejido) pobremente formadas”, según indicaron los investigadores.

Puede presentarse de dos formas: la forma monostótica (ataque de un solo hueso) que es la más frecuente ocurriendo en el 75% a 80% de los casos; y la poliostótica, en la que se afectan múltiples huesos.

El síndrome de McCune Albright se define clásicamente como la tríada de displasia fibrosa poliostótica, alteraciones endocrinas y máculas café au laît (manchas color café en la piel).

El caso estudiado es el de una paciente de 12 años de edad, que tuvo su primer periodo menstrual a los 3 años y 7 meses de edad, y es hija de padres consanguíneos (parientes).

A los siete años presentó la primera fractura a nivel de fémur izquierdo, con refractura meses después, y recibió una cirugía reconstructiva del fémur a los ocho años. A los nueve recibió inhibidores de resorción ósea y ha presentado fisuras costales múltiples.

La madre tiene un antecedente de exposición a fumigantes y fertilizantes, y durante su segunda gestación tuvo amenaza de aborto.

“Estos síntomas, entre otros, demuestran que el caso cumple con los criterios diagnósticos de síndrome de McCune Albright, y su manejo requiere un enfoque multidisciplinario”.

El diagnóstico es clínico y “las pruebas moleculares no son utilizadas de forma rutinaria. Si bien, el único hallazgo de anormalidad endocrina es la pubertad precoz, la combinación de la displasia fibrosa con cualquier alteración endocrina, con o sin máculas cafe au laît confirman el síndrome”, puntualizó Ángela Martí, una de las investigadoras.

Otros de los síntomas que pueden alertar la aparición de esta enfermedad son: crecimiento óseo anormal en el cráneo, ritmos cardíacos anormales (arritmias), gigantismo, hipertiroidismo y manchas grandes de color café con leche, entre otros.

Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html