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No son atípicos ni van en aumento las granizadas

 
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Graciela Binimelis de Raga, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.
Graciela Binimelis de Raga, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.

10 de junio de 2011

• Tampoco hay datos para establecer que estos fenómenos en la actualidad son más severos por el clima, afirmó Graciela Binimelis de Raga
• La investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera sostuvo que estamos en el comienzo de la temporada de lluvias, el gran calentamiento solar en superficie resulta en convección intensa y formación de nubes cumulunimbus, donde se genera el granizo

Las granizadas recientes registradas en diferentes zonas del país, como Nuevo León, Veracruz y Tlaxcala, que han producido daños en casas y cultivos, no son atípicas. Tampoco hay suficientes datos para establecer que estos fenómenos son más severos debido al cambio climático, ni que van en aumento. “Lo que hay es más información, y la gente está más atenta”, afirmó Graciela Binimelis de Raga.

La investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) sostuvo que estamos en el comienzo de la temporada de lluvias, y dado que hay mucho calentamiento solar en superficie, se produce convección y movimientos ascendentes muy intensos dentro de las nubes que favorecen la producción de granizo.

Es muy difícil pronosticar dónde va a caer exactamente, (al igual que la ubicación precisa de dónde se formará un tornado); sólo se puede hacer con muy poca anticipación. Pero “a partir de observaciones en la atmósfera se puede saber si las condiciones meteorológicas son favorables para que haya un desarrollo de nubes convectivas muy profundas, que den lugar a una caída de hielo hasta la superficie”.

Binimelis de Raga explicó que en esta época la mayoría de las nubes convectivas contienen agua en sus tres fases: vapor, líquida y sólida (hielo). Tal es el caso de los llamados cumulunimbus, de gran extensión vertical y 10 o 12 kilómetros desde la base hasta el tope, donde las temperaturas pueden ser de 60 grados bajo cero.

También en este tiempo la atmósfera es muy inestable debido al calentamiento solar. La superficie terrestre se calienta porque la atmósfera es casi transparente a la radiación del Sol; ello produce también que las capas atmosféricas bajas estén a mayor temperatura, sean más livianas y tengan una flotabilidad positiva, es decir, experimentan una aceleración hacia “arriba”.

Si a eso se suman condiciones meteorológicas favorables se generan nubes convectivas de gran tamaño, que pueden dar lugar a la caída de granizo.

En condiciones inestables, el aire que se encuentra cerca de la superficie de la Tierra asciende, se expande y se enfría, y se produce la llamada sobresaturación. Entonces, se forman gotitas sobre partículas, que luego crecen por choques entre sí, obteniéndose así gotas más grandes. Asimismo, se producen dentro de las nubes cristales de hielo, nieve y/o granizo. Al conjunto de gotitas, gotas de lluvia, cristales de hielo, nieve y granizo se les conoce con el nombre de hidrometeoros.

Si la inestabilidad atmosférica es muy grande, los movimientos verticales dentro de la nube son muy fuertes: se registran corrientes ascendentes muy intensas y, también descendentes.

Además, hay procesos de choques entre los distintos tipos de hidrometeoros, que dan por resultado su crecimiento, mencionó Binimelis de Raga.

Si la convección es muy intensa las corrientes verticales durarán por mucho tiempo y los hidrometeoros alcanzarán un tamaño considerable. Entonces, puede ser que lleguen a tierra en forma sólida en lugar de líquida, reiteró.

El granizo, señaló la científica, se forma en muchas oportunidades dentro de las nubes convectivas, pero en pocas llega al piso. Debe ser lo suficientemente grande para “enfrentar” a las corrientes verticales ascendentes. Además, se requieren ciertas condiciones en las capas bajas de la atmósfera, de otro modo, el hielo se derrite y llega a tierra en forma de gotas muy grandes; si la atmósfera baja está muy seca, incluso, lo puede evaporar.

Para que se formen pedazos grandes, con base en colisiones entre gotas y cristales, se necesitan bajas temperaturas y que los movimientos ascendentes sean muy intensos para mantener en suspensión a las gotas y a los embriones de granizo que crecen hasta tener velocidades de caída que puedan vencer a las corrientes verticales y caer por su propio peso.

El tamaño, expuso Binimelis, depende del tiempo que esté en suspensión dentro de las corrientes ascendentes, en la parte que se denomina “mixta”, en la que se observan simultáneamente gotas líquidas, cristales de hielo y embriones. Entre más tiempo permanezca éste en esa zona, su tamaño será mayor.

En tanto, abundó, su velocidad de caída dependerá de su masa, pero podría ser de hasta 40 metros por segundo, para granizo de cinco o seis centímetros de diámetro. En todos los casos, dentro de la nube alcanza tamaños más grandes que el que se observa una vez que llega a tierra; es decir, que el granizo se derrite en el transcurso de la caída porque la temperatura es mayor que cero y por fricción, finalizó la experta.

Créditos: UNAM-DGCS-341-2011/unam.mx

Más de 50 por ciento de las catástrofes del país de deben a inundaciones, huracanes y sequías

 
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Falta de planeación y de medidas de mitigación, drenajes obsoletos y rectos que aumentan la presión del agua, y la obstrucción de coladeras y ductos con basura, algunas de las causas de inundaciones, señaló Oralia Oropeza Orozco, del IGg.
Falta de planeación y de medidas de mitigación, drenajes obsoletos y rectos que aumentan la presión del agua, y la obstrucción de coladeras y ductos con basura, algunas de las causas de inundaciones, señaló Oralia Oropeza Orozco, del IGg.

30 de julio de 2010

• Esos fenómenos hidrometeorológicos, junto con heladas, granizadas, ondas frías y de calor afectan cada año a la población, sus bienes y entorno, dijo Oralia Oropeza Orozco, del IGg de la UNAM
• En la zona metropolitana, Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Chalco, Ecatepec y Naucalpan son los sitios más afectados

Más del 50 por ciento de las catástrofes que ocurren cada año en el país es causado por fenómenos hidrometeorológicos como inundaciones, huracanes, otros tipos de lluvias torrenciales y sequías, afirmó Oralia Oropeza Orozco, investigadora del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM.

En ese grupo de fenómenos también se incluyen granizadas, nevadas, ondas frías y de calor, que afectan considerablemente a la población, sus bienes y entorno, señaló la académica adscrita al Departamento de Geografía Física.

“Ocurren inundaciones grandes, donde el nivel del agua alcanza más de un metro de alto, que ponen en peligro la vida de las personas, pero otras, de unos 15 centímetros, son suficientes para causar daños materiales como la pérdida de muebles y refrigeradores, que afectan seriamente la economía de las familias”, dijo.

Aunque no existe una medida oficial para identificar el alcance de la acumulación de agua de lluvias, se considera encharcamiento a un tirante del líquido de 10 a 15 centímetros de alto, mientras que un nivel de 25 a 30 centímetros, es una inundación, acotó.

Los principales daños ocasionados por las inundaciones se deben a que grupos humanos, generalmente marginados, habitan en viviendas inadecuadas, en zonas de riesgo como costas, riberas y áreas de deslave.

“Entre las causas figuran la falta de planeación y de medidas de mitigación, los drenajes obsoletos y rectos que aumentan la presión del agua, y la obstrucción de coladeras y ductos con basura”, reconoció.

Zonas de riesgo

Coautora de varios mapas sobre regiones propensas a inundaciones, que forman parte del Atlas Nacional de México del IGg, Oropeza Orozco recordó que los sitios de mayor riesgo en el país son el Distrito Federal, Estado de México, Nuevo León, Jalisco, Tabasco, Baja California y Veracruz, así como la costa de Chiapas, y la costa y valles de Oaxaca, Guerrero, Puebla y Campeche.

“En la Ciudad de México las delegaciones que más se inundan son Iztapalapa y Gustavo A. Madero, y en la zona metropolitana los municipios de Chalco, Ecatepec y Naucalpan”, indicó.

En un estudio sobre la frecuencia de esos desastres por entidad, la universitaria encontró que, entre 1970 y 2004, el Estado de México, Distrito Federal, Veracruz y Chiapas alcanzaron los valores más altos, con 202, 196, 194 y 106 inundaciones, respectivamente.

Agua de mayo a octubre

También, descubrió que la distribución mensual de inundaciones muestra que, en promedio, de mayo a octubre se presenta el mayor número de eventos (de 100 a más de 500), mientras en agosto hay un ligero descenso, quizá asociado a la sequía de medio verano o canícula.

En la época invernal, enero y febrero son los meses donde más se presentan inundaciones, aunque no rebasan las 100. Por otra parte, de los dos mil 443 municipios del país, 635 de ellos (el 25.9 por ciento) tienen registro de una a más de 40 inundaciones entre 1970 y 2004. Las jurisdicciones que han sido afectadas se distribuyen tanto en las costas como tierra adentro.

Entre las que han tenido más eventos se encuentran Ecatepec y Naucalpan, en el Estado de México (con 43 y 32, respectivamente); Acapulco, Guerrero (38); Tijuana, Baja California (31); Guadalajara, Jalisco (28); Iztapalapa, Distrito Federal (26); Tapachula, Chiapas (25); Monterrey, Nuevo León (24), y Torreón, Coahuila (23).

Entre las medidas de prevención para evitar las inundaciones en temporada de lluvias, la investigadora recomendó la construcción de diques y canales, la reducción de la deforestación y erosión del suelo, así como la aplicación de un plan de prevención con enfoque científico que considere las condiciones territoriales, ambientales y sociales de cada región vulnerable del país.

Créditos: UNAM. DGCS -452/unam.mx