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EXPLICAN UNIVERSITARIOS ORIGEN DE LA DIVERSIDAD MORFOLÓGICA DE LAS GALAXIAS

 
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morfologiadegalaxiasVladimir Ávila-Reese, investigador del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, junto con su equipo de colaboradores, ha mostrado que las galaxias construidas en el escenario cosmológico de materia oscura no sufren demasiadas fusiones violentas ni “engordan” tanto, como se cuestionaba.

Sus modelos fenomenológicos permiten entender el origen de la diversidad morfológica de esas estructuras cósmicas, que varía desde las que tienen forma de un esferoide o bulbo (compuestas por estrellas viejas, poco gas y rotación lenta), hasta las que son como discos achatados (conformadas por estrellas más jóvenes en promedio, abundante gas y rotación rápida). En el Universo son mucho más comunes las galaxias dominadas por un disco que por un bulbo, en especial entre las más pequeñas.

Las observaciones con grandes telescopios muestran que hacia el pasado prácticamente todas las galaxias eran discos y con el tiempo la tendencia fue a engordar y formar bulbos, en algunos casos hasta ser completamente dominadas por los mismos.

Los resultados de los universitarios, que se publicaron recientemente en la prestigiada revista inglesa Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, concuerdan con las fracciones observadas de galaxias de uno u otro tipo, tanto en el presente como en el pasado.

Ávila-Reese explicó que las galaxias –verdaderos “ecosistemas” donde miles de millones de estrellas nacen, viven y mueren en constante interacción con el gas y el polvo cósmicos– se gestan del gas que es atrapado en enormes “moldes”: los halos, estructuras esferoidales de materia oscura cohesionadas por su propia gravedad.

La materia oscura es invisible y es de cinco a seis veces más abundante que la ordinaria; no brilla, no forma átomos, estrellas, planetas o galaxias, pero sí produce gravedad y conforma una telaraña cósmica donde se ubican los halos.

“Esta materia es la clave para la formación de las galaxias, pues en el Universo temprano las inhomogeneidades de materia ordinaria se borraron por la presión de la radiación caliente, mientras que las de materia oscura sobreviven, pues no interactúan con la radiación”, enfatizó.

Las inhomogeneidades de materia oscura se hacen más densas por su gravedad y colapsan finalmente en halos. Éstos crecen jerárquicamente, de pequeños a grandes, tanto por fusiones como por atracción de material circundante; en constante evolución capturan el gas de hidrógeno y helio, mismo que se enfría y cae al centro y forma discos galácticos en rápida rotación donde nacen y evolucionan las estrellas.

Sin embargo, las galaxias tienen más formas que simples discos. Cuando Edwin Hubble las descubrió en la década de 1920, se dio a la tarea de clasificarlas por su morfología y creó la llamada “Secuencia de Hubble”, donde puede haber desde un dominio de disco, hasta uno de esferoide (bulbo). Y en medio están las galaxias como la nuestra, la Vía Láctea, donde domina el disco, pero hay un abultamiento al centro.

Los esferoides se crean a partir de procesos violentos, de colisiones entre ellas que destruyen e inflan los discos. En esta perspectiva, “engordan”. También se pueden formar bulbos pequeños por las inestabilidades internas del propio disco, aunque los mecanismos por excelencia tienen que ver con fusiones e interacciones galácticas.

Debido a que los halos oscuros sufren muchas fusiones, se especulaba que las galaxias en su interior los sufrirían también, produciéndose un exceso de galaxias dominadas por bulbo, respecto a lo observado. “Vaya problema para el paradigma cosmológico de materia oscura”.

Todo junto

Vladimir Ávila-Reese; Iván Lacerna, investigador posdoctoral del IA, y Jesús Zavala, actual investigador del Dark Cosmology Centre en Dinamarca, pusieron ese escenario de creación de discos y bulbos galácticos en enormes simulaciones numéricas de formación y evolución de estructuras de materia oscura.

Para ello utilizaron las dos “Simulaciones del Milenio” –de las más grandes que se han hecho en supercomputadora, a cargo de un consorcio europeo–, que recrean la formación de la telaraña cósmica de materia oscura.

En los halos oscuros se sembraron, época por época, galaxias mediante un método fenomenológico, de tal manera que estadísticamente se reproducen las distribuciones de masa observadas de las galaxias actuales y del pasado. El “esqueleto” oscuro sirvió para calcular la frecuencia de fusiones de las galaxias de diferentes tamaños y con ayuda de modelos dinámicos se calculó el crecimiento de los bulbos, inducido por las fusiones.

De esta manera fue posible “recrear” el ensamblaje de discos y bulbos a todas las épocas. Iván Lacerna indicó que las observaciones permiten indagar sobre la mezcla morfológica hasta cuando el Universo tenía la séptima parte de su edad actual, que es de 13 mil 700 millones de años. “Nuestros resultados y las observaciones resultaron estar en excelente acuerdo”, apuntó.

Los cálculos muestran que no hay tantas fusiones de halos y que al ocurrir no necesariamente colisionan sus galaxias, pues algunas pueden quedarse en órbita alrededor. Por otro lado, las galaxias son diminutas con relación a sus halos y muchas veces tienen más gas que estrellas, de tal manera sus fusiones no son tan violentas como las de los halos que las albergan.

Por lo tanto, las galaxias en el escenario cosmológico de materia oscura no son tan violentas ni “engordan” tanto como se especulaba. De esa manera se logró reproducir la mezcla morfológica que vemos en las reales, desde aquellas 100 o mil veces más pequeñas que la nuestra, o hasta 10 o 20 veces más grandes, y hasta épocas muy en el pasado.

El siguiente paso, que Vladimir Ávila-Reese ya comenzó con Octavio Valenzuela, también del IA, es hacer simulaciones numéricas de algunas galaxias para ver el detalle de formación de los bulbos e intentar reproducir no sólo el cociente de masa de bulbo a masa total, sino la complejidad de las barras y los brazos espirales.

Créditos:UNAM-DGCS-290-2014

UBICAN CON NUEVO MÉTODO DOS GALAXIAS PRIMIGENIAS FORMADAS HACE 13 MIL MILLONES DE AÑOS

 
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galaxiasCon un método innovador para escudriñar las etapas más antiguas del Universo, dos científicos de la UNAM participan en un grupo con colegas de España y Venezuela para buscar galaxias primigenias.

En la primera aplicación de su método, que mezcla observaciones con el Gran Telescopio Canarias –el equipo óptico/cercano infrarrojo más grande del mundo, con 10.4 metros de diámetro en su espejo principal– y el uso de filtros sintonizables en cinco longitudes de onda, que detectan detalles del cosmos en franjas específicas del espectro electromagnético, José Antonio de Diego Onsurbe, investigador del Instituto de Astronomía (IA) y Mario de Leo Winkler, su alumno de doctorado, lograron ubicar siete candidatos de galaxias antiguas, pertenecientes a varias etapas, dos de ellas de 13 mil millones de años.

“Se trata de cuerpos lejanos, que son el germen o la semilla de galaxias posteriores y contienen estrellas tempranas, muy masivas y brillantes, formadas básicamente de hidrógeno y helio”, explicó De Diego Onsurbe.

En su búsqueda, los astrónomos aprovechan un fenómeno llamado lente gravitatoria que les ayuda a amplificar entre 10 y 15 por ciento el objeto que detectan en el telescopio.

“La idea es utilizar cúmulos de galaxias que desvían la luz a su alrededor y actúan como lentes. Eso nos permite observar otras galaxias más lejanas, situadas detrás del cúmulo, que actúan como un telescopio natural. Es el efecto llamado lente gravitatorio”, dijo.

Hasta ahora, de las siete galaxias encontradas dos se sitúan a 13 mil millones de años luz de distancia (una es una espiral temprana) y cuatro están a distancias intermedias, abundó.

Estos resultados, con el detalle de su método, fueron publicados en la revista científica The Astronomical Journal.

“Esas galaxias antiguas son de 10 a 20 veces más pequeñas que la nuestra, la Vía Láctea, pero aún desconocemos su distribución. Todas son interesantes para estudiar porque nos ayudará a tener criterios para buscar otras”, añadió.

Las galaxias originarias son pequeñas en comparación con las actuales, que han sumado material. “No sabemos qué queda de aquellas originarias; al menos algunas han agregado material y son cada vez mayores en tamaño. En general, evolucionan y crecen”.

Filtros y emisiones de luz

La principal novedad del método del universitario consiste en el uso de filtros sintonizables acoplados al Gran Telescopio Canarias.

Al respecto, De Leo Winkler, quien realiza esta investigación como tesis doctoral, señaló que en casi todos los telescopios se usan filtros para ver en colores (del ultravioleta al infrarrojo) una parte del espectro electromagnético; estos filtros sintonizables permiten cambiar las distancias entre componentes instrumentales para observar rangos pequeños del espectro. “Para hacer una analogía, con ellos podemos mirar no sólo el azul, sino una cierta tonalidad de azul”.

Las galaxias primigenias generan una emisión de hidrógeno particular llamada “Lyman Alfa” (LAEs, por sus siglas en inglés), que ocurre luego de que los átomos del gas de la galaxia pierden electrones (se fotoionizan) por la presencia de estrellas muy calientes que emiten luz muy energética en el ultravioleta. Al recombinarse, los átomos emiten en la línea de Lyman Alfa a una longitud de onda que los científicos pueden identificar.

“Con el uso de los filtros sintonizables es posible elegir partes pequeñas del espectro y buscar esa emisión. Según la distancia a la que se encuentren los objetos celestes y qué tan corridos estén al rojo, barremos esa área, y si detectamos la emisión, sabemos con alta precisión a qué distancia están las galaxias”, expuso.

Al utilizar por primera vez este método a esas distancias, los científicos ubicaron algunas antiguas, que contienen conglomerados de estrellas muy calientes tipo O y B. “Usamos ese instrumento por primera vez en una búsqueda piloto para ver cómo funcionaban estos filtros y los resultados fueron positivos”, acotó el estudiante.

Hasta ahora, los análisis de galaxias antiguas se han hecho con otros métodos que sólo detectan las más brillantes. “Con nuestro método pretendemos llegar a aquellas más débiles”, agregó De Diego.

Estudios de formación estelar

Estudiar las galaxias antiguas ayuda a conocer la formación de estrellas jóvenes, a obtener tasas de formación estelar y analizar la composición química, así como a hacer estudios de evolución estelar.

“Es uno de los temas más interesantes. Una pregunta abierta es cuándo se formaron las primeras estrellas y dónde están hoy en día. Las primeras son de hidrógeno y helio, no tienen elementos más pesados. En nuestra galaxia son astros difíciles de localizar, pero en las galaxias antiguas son las principales”, puntualizó.

Los estudios ayudan a saber cómo ha sido la evolución galáctica, lo que implica saber cuándo se formaron esos objetos, cuántos son, cuál es su densidad en el Universo primitivo y compararlos con el Universo actual para saber cómo han evolucionado.

“Si vemos a esas distancias podemos ver un cosmos diferente, con galaxias más jóvenes, pequeñas, brillantes y numerosas. La nuestra no empezó de una manera diferente, debió ser un conglomerado pequeño de varios millones de estrellas y creció conforme captó material”, detalló el investigador.

Para su alumno, llegar a esas distancias se siente como romper barreras. “Siempre estamos a merced de qué vamos a encontrar. Aprendimos mucho de este estudio, de cómo podemos utilizar la técnica para buscar y cómo mejorarla”, secundó De Leo.

Ahora, los astrónomos aumentarán de cinco a 24 los filtros sintonizables, que resultaron útiles para encontrar las antiguas; así pretenden barrer volúmenes más grandes, lo que requerirá mayor tiempo de observación con el Gran Telescopio Canarias.

“Llevamos la tecnología al límite. Dentro de 15 o 20 años se podrán hacer estos estudios con telescopios de 20 a 30 metros de diámetro, que ya se planean, pero con las lentes gravitacionales avanzamos en ese campo. Es como si tuviéramos dos telescopios acoplados”, finalizó De Diego.

Créditos: UNAM-DGCS-180-2014

Colaboran universitarios en los primeros resultados del gran arreglo milimétrico de Atacama

 
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El radiotelescopio ALMA, en construcción en el desierto de Atacama en Chile
El radiotelescopio ALMA, en construcción en el desierto de Atacama en Chile

25 de Julio de 2012

Astrónomos de la UNAM colaboraron en las primeras observaciones hechas a través del Gran Arreglo de Atacama (ALMA, por sus siglas en inglés), que pese a no estar aún terminado, será el radiotelescopio más poderoso del mundo en su género.

Participaron en la investigación realizada por un grupo mexicano y alemán, encabezado por Luis Zapata, del Centro de Radioastronomía y Astrofísica (CRyA) de esta casa de estudios, campus Morelia.

El instrumento se construye en el desierto de Atacama, al norte de Chile, y se estima que alcanzará su última etapa a finales del 2013. Contará con un total de 66 antenas parabólicas, pero desde que tuvo 16, se iniciaron las observaciones para poner a prueba los sistemas de adquisición de datos.

En esta fase de verificación científica se estudiaron, entre otros aspectos, cuerpos cósmicos en una región de formación estelar en la constelación de Orión, que los astrónomos mexicanos han investigado intensivamente a través del tiempo.

Esta zona del cielo, conocida como la región de Orión KL, sufrió un fenómeno explosivo de características excepcionales. Los estudios detallados de varios grupos indican que hace aproximadamente 500 años un cúmulo muy compacto de estrellas jóvenes tuvo interacciones gravitacionales entre sus componentes, que llevaron a su desintegración.

De esta región se observa gas que se expande a gran velocidad y tres estrellas que se alejan del centro de la desintegración, la más interesante es la llamada Fuente I.

En el análisis realizado por Zapata y colaboradores, se encontró que de esta fuente se expulsa gas con una morfología que recuerda las alas de una mariposa; ello se estableció con el estudio de emisiones de la molécula del monóxido de silicio.

La cinemática de este gas muestra características diferentes a la del más alejado de la estrella, que se había investigado con anterioridad por diversos grupos, lo que sugiere que la Fuente I ha experimentado cambios importantes con el tiempo.

Es uno de los primeros resultados publicados de ALMA, y se divulgará en breve en la revista The Astrophysical Journal Letters, con coautores del CRyA, y del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, así como por el Instituto de Radioastronomía Max Planck en Bonn, Alemania.

El radiotelescopio ALMA es construido por un consorcio internacional a un costo de mil 300 millones de dólares. Una vez concluido, proporcionará a los astrónomos de todo el mundo la posibilidad de estudiar con sensitividad y detalle los fenómenos de formación de galaxias, estrellas, y planetas.

Créditos: http://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2012_459.html

Boletín UNAM-DGCS-459
Ciudad Universitaria.

El origen de los elementos químicos, clave para entender el universo

 
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Manuel Peimbert, en su conferencia magistral El origen de los elementos y la evolución en la Astronomía.
Manuel Peimbert, en su conferencia magistral El origen de los elementos y la evolución en la Astronomía.

29/septiembre/2011

• El astrónomo Manuel Peimbert ofreció la conferencia magistral El origen de los elementos y la evolución de las galaxias y el universo

Qué dio origen a lo que nos rodea es una duda que ha inquietado, desde siempre, a la humanidad, y las respuestas suelen ser de lo más variado. “En el principio era el verbo”, según las páginas bíblicas; “al inicio sólo había caos”, explica Hesiodo en su Teogonía; “en el comienzo la presencia divina flotaba sobre las aguas”, agrega la Torá; pero quienes se dedican a la ciencia, como Manuel Peimbert Sierra, buscan sus explicaciones en terrenos muy diferentes, “casi siempre al plantear preguntas clave, como aquella de ‘¿y de dónde vienen los elementos químicos?’, para después pensarlas y repensarlas”.

El investigador —recientemente distinguido con el honoris causa por la Universidad Nacional— ha dedicado gran parte de su tiempo a observar galaxias y astros, a indagar en su composición y, especialmente, a determinar las abundancias de los elementos en regiones de formación estelar, nebulosas planetarias y remanentes de supernova.

“Pese a tratarse de una disciplina tan vasta, en astronomía hay tanto que ignoramos que una opción sensata es empezar por lo que sí sabemos; por ejemplo, podemos decir que el cinco por ciento de la masa observable del universo esta hecha de bariones, es decir, de elementos de la tabla periódica, pero si nos remitimos al 95 por ciento restante, poco podemos aseverar, excepto que es algo que desconocemos”.

Por ello, Peimbert aseguró que en esta búsqueda de comprender mejor al cosmos es buena idea considerar los elementos y determinar cómo nacen y se forman, “claro, sin perder de vista que delante de nosotros hay un gran reto, el de estudiar ese impresionante 95 por ciento que hasta ahora no entendemos, porque en lo tocante a materia bariónica hemos avanzado mucho —a eso se dedicó la ciencia desde sus inicios hasta el siglo XX—, ahora es tiempo de encarar lo que tenemos enfrente”.

¿Cómo surgen los elementos?

Hasta hoy se conocen 126 elementos químicos, los primeros 92 se dan en la naturaleza y los demás se obtienen en laboratorio, pero si intentáramos determinar la fuente de todos ellos, veríamos que cada uno proviene de tres grandes proyectores: la Gran Explosión, estrellas con baja masa y aquéllas con alta masa.

¿Pero cómo es esto posible?, preguntó Peimbert, “¡fácil!, a partir de reacciones nucleares”, indicó, para luego explicar que este fenómeno se registra en el momento en que las partículas alfa comienzan a chocar entre sí, como si fueran bolas en una mesa de billar.

“Es factible que un helio coincida con otros dos y forme un carbono; luego éste podría colisionar con otro helio y resultar en un oxígeno, y después impactar con otro helio y dar pie un átomo de neón, y así, sucesivamente, hasta llegar al hierro. Como se ve, de esta manera, la variedad de elementos crece rápidamente”.

Pero también hay otros métodos de producir elementos, como los que se desprenden de la reacción provocada por la captura rápida de neutrones, algo observado en las explosiones de supernovas; también por captura lenta de neutrones, proceso que se da a lo largo de la vida de las estrellas, e incluso estos surgen por efecto de los rayos cósmicos, que pueden romper núcleos en el medio interestelar y formar átomos de baja masa, como el litio.

Se trata de un proceso complejo que con el tiempo ha permitido la formación no sólo de todo aquello que conocemos, sino también de todos a quienes conocemos, pues no debemos olvidar que nosotros mismos estamos hechos de estos elementos, acotó el académico.

Seres de origen estelar

No bien había comenzado sus estudios en la Facultad de Ciencias de la UNAM, cuando un muy joven Manuel Peimbert llegó, sin invitación alguna, al Observatorio Astronómico de Tonanzintla y ofreció su ayuda “en lo que fuera”.

Al observar tal disposición, el doctor Guillermo Haro le pidió observar placas y ubicar en ellas objetos con líneas de emisión de alta intensidad. Meses después, Peimbert constató que algunos de sus avistamientos ya se conocían, pero que entre sus anotaciones había las de cuerpos nunca antes vistos, de los que él se volvió su descubridor y que ahora llevan su nombre.

De aquel pasaje, Peimbert señala que despertó su interés por la astronomía, y señala que aquellos cuerpos celestes son, en definitiva, los culpables de que se dedique a lo que hace, pues sea en asuntos como la vocación o lo demás, “si rastreamos, las estrellas están en el origen de todo”.

En el coro de la canción We are all made of stars, Moby asegura que “todos estamos hechos de estrellas”, conclusión a la que llegó el músico estadounidense tras leer algo parecido a lo que señaló Peimbert en el auditorio Paris Pishmish del Instituto de Astronomía, “que cada átomo de calcio oxígeno y hierro que hay en nuestro cuerpo tiene este inicio, se gestaron tras la Gran Explosión o bien en un astro”.

“De hecho, la mitad del carbono que tienen en su cuerpo viene de nebulosas planetarias, y esto es un hecho sobre el que debemos reflexionar”.

Para concluir la conferencia El origen de los elementos y la evolución de las galaxias y el universo, Peimbert señaló que los elementos químicos y su presencia aportan claves para entender muchos fenómenos, incluso aquellos relacionados con nuestra propia existencia, “por ello, si quisieran ustedes tener completa su genealogía, lo justo sería poner por ahí, en algún sitio de su álbum familiar, la foto de una nebulosa planetaria”.

Créditos: unam.mx/boletin/574/2011

En realidad fueron los big bang

 
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17 de agosto del 2011

Según Gustafsson, el universo es como un panetón gigante que se expande lenta pero constantemente. En los extremos de esa gran torta la expansión es más rápida. Foto/www.nasa.com
Según Gustafsson, el universo es como un panetón gigante que se expande lenta pero constantemente. En los extremos de esa gran torta la expansión es más rápida. Foto/www.nasa.com

Bogotá, D.C. – Agencia de Noticias UN – El astrofísico sueco Bengt Gustafsson explicó lo que se sabe hace casi un siglo, pero que la mayoría no comprende en su total dimensión: que no hubo un solo big bang, sino varios.

La imagen que muchos tienen, reforzada por programas de televisión y periódicos, es la de un punto inicial de partida, un “fríjol único” ?ejemplifica el astrofísico sueco?, que explotó violentamente y de un momento a otro arrojó galaxias, estrellas y toda la materia que conocemos.

¡Desmonten esa idea! Según el carismático Gustafsson, no fue de un único “fríjol”, sino de varios de donde arrancó la historia del espacio infinito. Cada fríjol del que habla fue un átomo inicial que espontáneamente comenzó a expandirse, de forma calmada pero constante, fenómeno que aún continúa.

¿Cómo nació el Universo? Gustafsson aclara que no es uno, sino varios universos, y nacieron en todas partes. ¿Cómo así? Y entonces, ¿dónde queda el Big Bang o la teoría de la gran explosión, el punto inicial donde todo empezó? Él responde que, por supuesto, hay una teoría sólida sobre el nacimiento del espacio, pero es muy distinta a la contada tradicionalmente al público.

Las galaxias que observamos desde la Tierra y todo lo que no vemos, pero que se sabe está allá, se desarrolló a partir de ese fríjol primigenio, es a eso a lo que llamamos nuestro Universo. Pero hay otros “fríjoles” (universos) más allá de las fronteras del nuestro, que aún están fuera del alcance de la visión humana, pero también dominan el espacio.

“Ese fríjol no era el punto central. Hay muchos otros fríjoles, en todas direcciones, que contienen otros mundos más allá del horizonte. Hay un número infinito de fríjoles. Esta idea es muy diferente a la de un espacio confinado y una explosión que expandió todo”, explica el sueco, miembro del Consejo Internacional para la Ciencia (ICSU, por sus siglas en inglés).

La cocción del universo
Cuando habla del cosmos, dice: “Nuestro Universo es como un panetón lleno de uvas pasas; una masa que a medida que se hornea se expande y las uvas se separan unas de otras, poco a poco. El espacio transparente que vemos en el Universo es la masa, y las galaxias, las uvas pasas”.

Explica que en los extremos o bordes de ese gigantesco ‘panetón’, que es nuestro universo, las galaxias se separan más rápidamente de lo que lo hacen en los sectores más cercanos a nuestra visión. “Si nos sentamos en una de las ‘uvas’ y miramos a las otras a nuestro alrededor, veremos cómo se alejan a medida que el pastel se hornea, porque el espacio está en constante expansión. Y entre más lejos estén las uvas, el pastel se expande de forma más rápida”.

El profesor Gustafsson recuerda que en la década de 1920 del siglo pasado, el científico y sacerdote jesuita belga Georges Lemaître fue el primero en promulgar la teoría del átomo primigenio y su expansión, más adelante conocida ?“erróneamente”, dice? como teoría del Big Bang.

La mofa
Entonces, ¿por qué se popularizó ese concepto? El astrofísico relata que un hecho curioso, que precedió a ese interés, fue la expresión que utilizó el científico inglés Fred Hoyle en una entrevista concedida a la BBC de Londres en 1949: Big Bang, para mofarse de la teoría del belga Lemaître sobre un universo que nació de un átomo inicial, que se expande constantemente. “El Universo no pudo haber nacido de un Big Bang”, dijo.

En esa misma entrevista con la BBC estaba otro famoso científico de la época, el ucraniano George Gamow, quien sí estaba de acuerdo con la teoría del belga. Al escuchar la expresión “Big Bang”, Gamow retomó el concepto al parecerle atractivo y fácil de explicar a la gente. Adoptó el nombre para la teoría del nacimiento del Universo y le funcionó, pero periodistas y aficionados a la astronomía lo asimilaron de una forma distinta al concepto real científico.

“Es curioso que el actual significado sea contemporáneo a la creación de la bomba atómica cuando la amenaza era prevalente; esa idea alcanzó al público y se hizo popular. El nacimiento del Universo es la teoría más importante de nuestra cosmología, es un fenómeno grandioso y hermoso. La expansión se da de forma suave y balanceada, no como una explosión violenta; sin embargo, la idea popular es que es igual a una de nuestras armas (la bomba nuclear)”, reflexiona el científico.

Este hombre, amante de la comunicación de la ciencia, aclara que él nunca tuvo esa idea equivocada del Big Bang debido a que, siendo niño, leyó primero la teoría antes que los libros en los que se popularizaba la ciencia. “Aprendí el concepto correcto desde el principio y no el equivocado que leyeron otras personas”, sostiene.

Medio siglo prevaleció la idea de un inicio violento y la existencia de un universo único. La pregunta es: ¿por qué los científicos no aclararon la situación? Gustafsson manifiesta que el asunto es que para sobrevivir como científico se tiene que ser apasionado, pero en ocasiones ese entusiasmo solo se dirige a la ciencia, no a comunicarla.

Créditos: agenciadenoticias.unal.edu.co