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“LOS BENEFICIOS DE CAFÉ”, PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO INDUSTRIAL OLVIDADO

 
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patrimoniosolvidados2 de julio de 2014

“Los beneficios de café”, como se designa a los grandes galerones industriales dedicados a procesar este grano, constituyen un patrimonio arquitectónico olvidado y a punto de perderse en México. De los muchos que había en Coatepec, Veracruz, sólo quedan tres: Bola de Oro, Roma y La Mata.

Para no perder esa memoria arquitectónica que da identidad a la ciudad, Ana Daría del Carmen Torres Meléndez, estudiante del posgrado de Arquitectura de la UNAM, propone un rescate mediante un plan de restauración y de nuevo uso.

“Estos inmuebles son conocidos así porque parte del ‘beneficiado del café’ (transformación del fruto recién cortado en grano consumible) se realizaba en estas estructuras industriales del siglo XIX”, explicó.

Coatepec —junto con Pluma Hidalgo, Oaxaca— fue uno de los primeros sitios donde se mecanizó este proceso, lo que propició la creación de espacios con las dimensiones necesarias y capacidad de resistencia para albergar los artefactos requeridos y la mano de obra.

“Los beneficios de café” revolucionaron el procesamiento del grano, pues del método semiartesanal generaron uno mucho más rápido que lo dejaba listo para su embalaje y exportación, indicó la egresada de la Universidad Veracruzana.

Para la edificación de estos espacios se utilizaron sistemas constructivos del siglo XIX, importados de Europa y basados en andamiajes metálicos, fierro laminado en las columnas y viguetas en estructura interna.

Como en ese tiempo la estructura laminada no se consideraba arquitectura, se recubría con muros mixtos de mamposteo con tabique. Este sistema consta de entrepisos constituidos de bóvedas catalanas o vigas con enladrillado. Además, los galerones combinan los sistemas constructivos europeos con los de la región y tienen techos de dos aguas, porque la lluvia en Coatepec es copiosa. Como abunda la madera, algunas estructuras son de este material.

Para Torres Meléndez “la arquitectura industrial tiene fecha de caducidad, porque su uso como tal es efímero”. Los procesos de esta actividad son tan acelerados que cambian continuamente y estas construcciones no se pueden reutilizar, al menos no como fueron concebidas.

¿Por qué conservarlas?, porque tienen un valor intangible que da identidad al pueblo. Coatepec se volvió famoso por el café y si la gente supiera su relevancia, las apreciaría. “Se trata de rescatar identidad, más que edificios”.

Junto con los de Pluma Hidalgo, los ‘beneficios’ de Coatepec fueron los primeros en operar con maquinaria importada, la cual comenzó a ser copiada en el pueblo veracruzano para luego ser vendida.

Sería un trabajo en tres fases: la primera es recuperar el edificio (máquinas incluidas) y darle otro uso para que sobreviva por sí mismo y muestre lo que fue antes. La segunda sería recobrar sólo el inmueble por representar un periodo de la arquitectura. La tercera, si dichas alternativas son inviables y es preciso demoler, se buscaría conservar la maquinaria en un museo, explicó.

Su propuesta —enfocada en el beneficio La Mata— incluye un plan de restauración con base en un levantamiento de daños y la creación de un centro cultural del café, porque Coatepec, con todo y su legado arquitectónico, carece de un recinto dedicado a esta planta.

En el inmueble referido —asentado en casi una hectárea de terreno con una edificación que ocupa el 80 por ciento— se vende el grano, pero a un mercado local, y se exhibe una muestra pequeña de pocas máquinas manuales antiguas (artesanales).

El centro cultural del café La Mata tendría un auditorio (funcionaría además como sala de cine), una cafetería, una librería, un área de exposiciones y un museo de sitio donde se explicaría en qué consiste el ‘beneficiado’ del cafeto.

De no ser posible, una opción sería rescatar lo más representativo del galerón industrial para convertirlo en cafetería, librería y galería, donde funcionaría un mercado de productos orgánicos.

“La gente de Coatepec pide espacios para teatro y cine y qué mejor que éste, que sirvió para la producción, ahora genere cultura. Sin embargo, México no es Colombia ni Costa Rica, donde dan mucho valor al producto. Allá tienen rutas para conocer todo acerca del ‘beneficiado’ del grano”.

La conservación de este patrimonio es complicado y tiene poca oportunidad de salvarse por completo. Por su ubicación, en el centro histórico de la ciudad, es una tentación para las inmobiliarias. Además, no interesa a las nuevas generaciones hacerlo centro cultural porque vender el terreno es más rentable que preservar el inmueble histórico.

Para Torres Meléndez es triste enfrentar esta realidad, “pero lucharé por uno o dos edificios de La Mata. Tengo los planos, los levantamientos, el documento escrito y la investigación. Ya se ganó algo en vez de perderse, porque no había nada”.

Ahora, la universitaria busca apoyo para viajar a Argentina, pues fue invitada a participar en el Cuarto Seminario Internacional de Patrimonio Agroindustrial, a realizarse en septiembre. “Ojalá sea posible presentar esta investigación de dos años desarrollada en la UNAM”.

Créditos: UNAM-DGCS-382-2014

Procesamiento de mora y agraz afecta su poder antioxidante.

 
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El agraz es un fruto que está en vía de tecnificación por sus bondades como fruto rojo.
El agraz es un fruto que está en vía de tecnificación por sus bondades como fruto rojo.

8 de Noviembre del 2012

Estudio determinó que estos frutos rojos, los cuales se consumen muchas veces procesados, tienen cambios en las etapas de maduración que afectan su aporte antioxidante.

La mora y el agraz son frutos con gran potencial en este sentido, ya que cuentan con propiedades que protegen al organismo de los radicales libres, que son los que atacan el aparato circulatorio, pueden producir envejecimiento prematuro y hasta cáncer. Por tal motivo, investigadores de la UN se concentraron en conocer los cambios que pueden tener estos frutos en distintas etapas de maduración y procesamiento.

La investigadora Luisa Juana Bernal explica que el trabajo, desarrollado a escala de laboratorio, consiste en seleccionar tres etapas de maduración para conocer los cambios bioquímicos que se evidencian  a partir del cambio de coloración del fruto y en cada etapa se evalúa su capacidad antioxidante y su perfil aromático.

Bernal agrega: “seleccionamos el estado con mayor contenido de coloración que es el estado de cosecha y tomamos el producto para evaluar la capacidad antioxidante en la fruta fresca, despulpada, y concentrada”, con lo cual se puede concluir que las operaciones de despulpado y concentrado afectan las características antioxidantes.

Además de esto, se conoce que el agraz –fruto rojo que se pretende potenciar comercialmente en Colombia– tiene mayores aportes antioxidantes que la mora, pero en ambos frutos los procesos afectan de forma diferente a cada producto.

Luisa Juana Bernal afirma que este tipo de trabajos son convenientes toda vez que el consumidor se preocupa mucho por lo que come; entonces, en la medida que se tengan las herramientas para darle a conocer sobre lo que consume, se favorecerá su conocimiento alimentario.

El trabajo hizo parte de la investigación para optar al título de magíster en Ciencia y Tecnología de Alimentos de Luisa Juana Bernal en la Universidad Nacional de Colombia, y contó, además, con el apoyo de un grupo de trabajo de la Universidad de Milán en parte inicial de la pesquisa.

Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

Desarrollan en la UNAM compuesto anticorrosivo con aceite de coco

 
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25 de julio del 2011

Jorge Antonio Ascencio Gutiérrez, doctor en Física e investigador del ICF de la UNAM.
Jorge Antonio Ascencio Gutiérrez, doctor en Física e investigador del ICF de la UNAM.


• En el Instituto de Ciencias Físicas crean un método para obtener la sustancia que podría sustituir a productos importados utilizados en los ductos de petróleo
• Se busca dar un alto valor agregado al fruto que siembran en Guerrero y beneficiar a comunidades locales, dijo Jorge Antonio Ascencio, del ICF

Con el uso de aceite de coco, fruto abundante en zonas tropicales del país, un grupo de investigadores de la UNAM desarrolla un compuesto anticorrosivo que protege a los ductos del deterioro.

Se elabora en el Instituto de Ciencias Físicas (ICF), campus Morelos, y ha demostrado en su etapa experimental ser competitivo con productos comerciales importados que actualmente utiliza Petróleos Mexicanos (Pemex).

Con su generación a partir del aceite de coco, se pretende aplicar la ciencia nacional, dar un alto valor agregado al fruto que se siembra en comunidades rurales, y beneficiar a campesinos de zonas cocoteras, explicó Jorge Antonio Ascencio Gutiérrez, doctor en Física e investigador del ICF.

Brigadas en el campo

Recordó que el proyecto surgió en 2010, luego de una visita realizada a uno de los municipios más pobres del país, donde se ubica la Universidad Intercultural del Estado de Guerrero.

“En ese sitio convocaron a varios investigadores para ver qué trabajos de impacto podríamos desarrollar. Vimos que siembran coco en abundancia, y en plática con Lorenzo Martínez Gómez (experto en corrosión e investigador del ICF) surgió la idea de aprovecharlo, en especial en la zona de Marquelia”, relató.

Ascencio y sus colegas diseñaron un proyecto, que actualmente cuenta con el apoyo de la UNAM, el Conacyt y el gobierno guerrerense.

“Hay un mercado potencial para anticorrosivos que Pemex importa de Inglaterra. Pensamos ofrecer una alternativa con insumos propios. Los de la comunidad se entusiasmaron y nosotros nos comprometimos”, comentó.

Al regresar al sitio, los universitarios estudiaron el fruto local. Organizados en brigadas que trabajaron con sistemas de posicionamiento global (GPS), determinaron la especie, tamaño y edad, y desde entonces, trabajan con cocos criollos e híbridos, dos variedades abundantes en la entidad.

Del campo al laboratorio

Tras la colecta, los científicos llevaron algunas piezas al laboratorio y obtuvieron el aceite con métodos calificados. “Habitualmente, se extrae por medio de prensas de calentamiento pero como físicos, sabíamos que así se rompen las cadenas de triglicéridos, que conviene sean tan largas como se pueda”, explicó.

En su modo de extracción, crearon uno sin olor, que reduce la irradiación solar, controla la temperatura y la presión, así como las condiciones de separación de triglicéridos y de exposición a humedad, para evitar hongos. “A futuro, queremos instrumentar un método para que ese proceso se haga en las comunidades de Guerrero con esos controles”, añadió.

En un laboratorio con mínima luz, luego de un machetazo se extrae la pulpa, que se exprime con un procedimiento mecánico para obtener aceite, que luego se caracteriza.

“Ahí entra la colaboración de Ignacio Regla Contreras, investigador de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza y del Instituto de Química (IQ), quien caracteriza el aceite de cada coco para ubicar su ligazón molecular. Esto es necesario porque significa eficiencia para optimizar el insumo, reducir costos y hacer el producto competitivo a nivel internacional. Al conocer a detalle el tipo de cadenas que se van a explotar, se define el tipo a cosechar y, entonces, tiene valor agregado”, puntualizó.

Entre el agua y el aceite

Con trabajo en Marquelia y en la Costa Grande de Guerrero, los universitarios avanzan en el desarrollo de un compuesto inhibidor de corrosión, que funcione entre el agua que daña los ductos y el aceite que conforma el petróleo.

“Con el de coco se hace una síntesis, a cargo de Ignacio Regla, para pegarle un inhibidor, cuya labor es evitar que el líquido se adhiera al metal. Para lograrlo, en el flujo del petróleo se pone algo que interaccione con éste, pero que rechace el agua, es decir, que sea metalofílico e hidrofóbico”.

Los investigadores laboran en el diseño de ese compuesto, que tiene una doble estructura y emula la función de la imidazolina, producto comercial que actualmente se utiliza para evitar la corrosión en las instalaciones petroleras.

“Le llamamos Inhibidor Coco-Guerrero. Es equivalente a la imidazolina, tiene una cabeza metatofílica y una cola hidrofóbica de hidrocarburos. Lo que sigue es saber cómo hacerlo a lo grande y a bajo costo”, comentó.

Para proteger los ductos, el compuesto anticorrosivo se incluye en el flujo de petróleo, donde realiza su función, pues es imposible recubrirlos por dentro.

La última parte del trabajo consistirá en llevar a las comunidades de Guerrero la metodología y los equipos portátiles para desarrollar el proceso y obtener el aceite con valor agregado. “Se trata de que todos ganen, de incentivarlos al crecimiento”, finalizó.

Créditos: boletin/2011_436/unam.mx