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CINCO DE CADA SEIS INDOCUMENTADOS MEXICANOS PODRÍAN JUSTIFICAR SU PERMANENCIA EN EU

 
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indocumentadosmexicanos29 de septiembre de 2014

Cinco de cada seis mexicanos con estancia no autorizada en Estados Unidos podrían justificar su permanencia a partir de una acción ejecutiva potencial. Barack Obama posiblemente decidirá en este sentido tras las elecciones legislativas de noviembre, planteóJeffrey Passel, del Pew Research Center, en su visita a la UNAM.

Dos millones son padres de niños originarios de EU, 525 mil viven con sus hijos mayores nacidos en el territorio, un millón 600 mil son adultos sin descendencia con más de una década de residencia, un millón son adultos con menos de diez años de vivir en ese país, 400 mil son menores de edad y 350 mil podrían beneficiarse de la Consideración de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), detalló en el marco del VI Seminario Internacional Migración en los Albores del siglo XXI.

Esta administración ha intentado solucionar el problema de su estancia. Para los opositores, brindar estatus legal, así sea a un indocumentado, representaría un exceso, dijo el experto en inmigración y demografía de grupos raciales y étnicos.

En la apertura del foro, Verónica Villarespe Reyes, directora del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de esta casa de estudios, refirió que los flujos actuales son complejos y responden a la crisis estructural global de 2007-2009, con efectos persistentes en la mayoría de las economías.

Esos desplazamientos responden a las nuevas exigencias de los mercados laborales, con migrantes altamente calificados, talentos disputados por los países avanzados para generar innovaciones y ganar competitividad, aseveró en el Auditorio Ricardo Torres Gaitán del IIEc.

Panorama actual

Al ofrecer un panorama de las nuevas tendencias y los cambios en los flujos migratorios de nuestro país a EU registrados en décadas recientes, Passel informó que, según el Pew Research Center, uno de cada 10 mexicanos en el extranjero reside en la Unión Americana.

Se calcula que 5.9 millones no tienen estancia autorizada y, en total, 52 de cada 100 son considerados indocumentados por las leyes estadounidenses. En 1990 radicaban principalmente en California, Texas, Illinois y Arizona; hoy, habitan en 25 entidades federales, algunas sin presencia extranjera en más de un siglo, subrayó.

Además, 70 de cada 100 tienen permanencia mayor a una década y tienden a quedarse. En contraste, ocho de cada 100 registran una estancia menor a 10 años y en su mayoría salen de la Unión Americana.

En total, la población de niños nacidos en EU asciende a 3.3 millones, medio millón de menores no están autorizados y 600 mil adultos tienen distintos estatus de residencia, lo que sumaría 10 millones de mexicanos que forman familias en ese país.

La deportación de un adulto migrante no autorizado afecta a más de una persona, en su mayoría infantes ciudadanos de Estados Unidos. Es necesario mirar desde otras ópticas al fenómeno, concluyó.

Créditos: UNAM-DGCS-561-2014

Necesario, replantear programas de combate a la pobreza ante el fracaso de estrategias aplicadas.

 
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En 2010, 52 millones de mexicanos (46 de cada 100) vivían en condiciones de precariedad; la proporción aumentó con relación a 2008, año en que se registraron 48.8 millones de pobres (44.5 por ciento de la población).

En 2010, 52 millones de mexicanos vivían en condiciones de precariedad; la proporción aumentó con relación a 2008, año en que se registraron 48.8 millones de pobres.

16 de Octubre del 2012
Ante el incremento de personas con carencias en México, los programas de combate a la pobreza aplicados en los últimos tres lustros, centrados en transferencias monetarias, han fracasado en su objetivo, porque no inciden en la transformación de la estructura económica que genera la precariedad, planteó Verónica Villarespe Reyes, directora del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.
En ocasión del Día Internacional de la Erradicación de la Pobreza, que se conmemora este 17 de octubre, informó que, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en 2010, 52 millones de mexicanos vivían en condiciones de pobreza, es decir, 46 de cada 100 habitantes.
La proporción aumentó con relación a 2008, año en que se registraron 48.8 millones de pobres (44.5 por ciento de la población). La medición, según mandata la Ley General de Desarrollo Social, se efectúa cada dos años; la próxima se hará este 2012.
Este año, refirió, el esquema estatal aplicado para abatirla cubre 5.8 millones de hogares, aunque se señala que la cobertura aumentó a 6.2 millones de hogares. En 2006, los recursos distribuidos ascendían a 28 mil millones de pesos, actualmente, suman 59 mil millones.
Pobreza en México
Villarespe Reyes señaló que los pobres extremos por ingreso aumentaron de 16.7 por ciento, en 2008, a 19.4 por ciento en 2010. Otros datos, también proporcionados por el Coneval, indican que la cifra se mantuvo estable en 11.7 millones de personas, el 10.4 por ciento de los habitantes en 2010. Esta clasificación se aplica a quienes se encuentran debajo de la línea de bienestar mínimo y no pueden adquirir ni una canasta alimentaria.
También, en 2008, los moderados, es decir, aquellos debajo de la línea de bienestar económico y que por ello no pueden adquirir en su totalidad la canasta de bienes y servicios básicos más la alimentaria, ascendieron a 37 millones (34.8 por ciento de la población). Dos años después, aumentaron a 40.3 millones (35.8 por ciento de los mexicanos).
Además, la desigualdad persiste. Para 2010, quienes se encuentran en el 10 por ciento más rico, tienen, en promedio, un ingreso 25.2 veces que el del 10 por ciento de los más menesterosos, situación similar a la de 2006, equivalente a 25.7. Ello muestra que el avance al cerrar la brecha de la desigualdad ha sido mínimo.
Los programas gubernamentales para enfrentar esta situación no han sido exitosos al no incidir en la transformación de la estructura económica, porque sólo otorgan ayudas monetarias como inversión en capital humano. Concretar esta modificación supondría romper el círculo vicioso, es decir, la transmisión intergeneracional de la pobreza, y convertirlo en uno virtuoso.
Para este semestre de 2012, los montos máximos mensuales que otorga para familias con becarios en primaria y secundaria alcanzan mil 710 pesos, y para familias que además tienen becarios en educación media superior, dos mil 765 pesos.
Estos recursos incluyen, además, 315 pesos por el Programa de Apoyo Alimentario, y 130 pesos por el de Apoyo Alimentario Vivir Mejor. Desde luego, es importante que las familias que nada tienen reciban estas asignaciones, pero ello no resolverá su condición.
Cifras del bienestar
La titular del IIEc explicó que la línea de bienestar mínimo alude a la capacidad de las familias de adquirir una canasta alimentaria, con un costo para el medio rural de 800 pesos, y para el urbano de mil 125, por integrante, en agosto de este año.
Asimismo, la línea de bienestar económico suma el poder de compra de comestibles y acceso a los satisfactores que componen la canasta básica no alimentaria, como vivienda, transporte, educación, cultura, recreación y cuidados de la salud, entre otros. En el mes referido, el costo de la urbana ascendió a dos mil 328 pesos; el de la rural, a mil 489 pesos. Aunado a lo anterior, están las carencias sociales que Coneval ha definido.
Según la directora del IIEc, es más que urgente repensar en cómo derrotar la pobreza, con un cambio en el modelo de desarrollo, y en la voluntad política que involucra.
Boletín UNAM-DGCS-635
Ciudad Universitaria.

16 de Octubre del 2012

Ante el incremento de personas con carencias en México, los programas de combate a la pobreza aplicados en los últimos tres lustros, centrados en transferencias monetarias, han fracasado en su objetivo, porque no inciden en la transformación de la estructura económica que genera la precariedad, planteó Verónica Villarespe Reyes, directora del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.

En ocasión del Día Internacional de la Erradicación de la Pobreza, que se conmemora este 17 de octubre, informó que, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en 2010, 52 millones de mexicanos vivían en condiciones de pobreza, es decir, 46 de cada 100 habitantes.

La proporción aumentó con relación a 2008, año en que se registraron 48.8 millones de pobres (44.5 por ciento de la población). La medición, según mandata la Ley General de Desarrollo Social, se efectúa cada dos años; la próxima se hará este 2012.

Este año, refirió, el esquema estatal aplicado para abatirla cubre 5.8 millones de hogares, aunque se señala que la cobertura aumentó a 6.2 millones de hogares. En 2006, los recursos distribuidos ascendían a 28 mil millones de pesos, actualmente, suman 59 mil millones.


Pobreza en México

Villarespe Reyes señaló que los pobres extremos por ingreso aumentaron de 16.7 por ciento, en 2008, a 19.4 por ciento en 2010. Otros datos, también proporcionados por el Coneval, indican que la cifra se mantuvo estable en 11.7 millones de personas, el 10.4 por ciento de los habitantes en 2010. Esta clasificación se aplica a quienes se encuentran debajo de la línea de bienestar mínimo y no pueden adquirir ni una canasta alimentaria.

También, en 2008, los moderados, es decir, aquellos debajo de la línea de bienestar económico y que por ello no pueden adquirir en su totalidad la canasta de bienes y servicios básicos más la alimentaria, ascendieron a 37 millones (34.8 por ciento de la población). Dos años después, aumentaron a 40.3 millones (35.8 por ciento de los mexicanos).

Además, la desigualdad persiste. Para 2010, quienes se encuentran en el 10 por ciento más rico, tienen, en promedio, un ingreso 25.2 veces que el del 10 por ciento de los más menesterosos, situación similar a la de 2006, equivalente a 25.7. Ello muestra que el avance al cerrar la brecha de la desigualdad ha sido mínimo.

Los programas gubernamentales para enfrentar esta situación no han sido exitosos al no incidir en la transformación de la estructura económica, porque sólo otorgan ayudas monetarias como inversión en capital humano. Concretar esta modificación supondría romper el círculo vicioso, es decir, la transmisión intergeneracional de la pobreza, y convertirlo en uno virtuoso.

Para este semestre de 2012, los montos máximos mensuales que otorga para familias con becarios en primaria y secundaria alcanzan mil 710 pesos, y para familias que además tienen becarios en educación media superior, dos mil 765 pesos.

Estos recursos incluyen, además, 315 pesos por el Programa de Apoyo Alimentario, y 130 pesos por el de Apoyo Alimentario Vivir Mejor. Desde luego, es importante que las familias que nada tienen reciban estas asignaciones, pero ello no resolverá su condición.


Cifras del bienestar

La titular del IIEc explicó que la línea de bienestar mínimo alude a la capacidad de las familias de adquirir una canasta alimentaria, con un costo para el medio rural de 800 pesos, y para el urbano de mil 125, por integrante, en agosto de este año.

Asimismo, la línea de bienestar económico suma el poder de compra de comestibles y acceso a los satisfactores que componen la canasta básica no alimentaria, como vivienda, transporte, educación, cultura, recreación y cuidados de la salud, entre otros. En el mes referido, el costo de la urbana ascendió a dos mil 328 pesos; el de la rural, a mil 489 pesos. Aunado a lo anterior, están las carencias sociales que Coneval ha definido.

Según la directora del IIEc, es más que urgente repensar en cómo derrotar la pobreza, con un cambio en el modelo de desarrollo, y en la voluntad política que involucra.

Boletín UNAM-DGCS-635

Ciudad Universitaria.

Estudian universitarios cambios en las familias mexicanas

 
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familia• Aunque en México predominan las llamadas nucleares, su porcentaje ha disminuido y van a la alza las denominadas unipersonales, dijo Cecilia Rabell Romero, del Instituto de Investigaciones Sociales
• Antes eran numerosas y se extendían horizontalmente, las personas tenían muchos parientes de su misma generación; ahora, se vuelven verticales, tienen un promedio de dos hijos y, por consiguiente, hay menos parientes de la misma generación
• Ahora se pasa de un modelo tradicional-jerárquico, a uno en que las relaciones entre sus miembros son más igualitarias, y que se puede llamar relacional

“La forma familiar predominante en México es la nuclear, conformada por el padre y/o la madre e hijos, o por parejas sin descendencia”. No obstante, en los últimos 30 años la cantidad de éstas ha disminuido levemente, dijo Cecilia Rabell Romero, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.

La experta refirió que en 1976 este tipo de familia constituía el 71 por ciento del total; en 2005, el 66 por ciento (según datos de la Encuesta Nacional de Dinámicas Familiares –ENDIFAM- 2005, elaborada por el IIS y el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia), y en 2008, el 65 por ciento (de acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Población).

Por otro lado, una cuarta parte de las familias del país no son nucleares, sino extensas o compuestas, integradas por uno o ambos progenitores, con o sin vástagos (núcleo de reproducción), así como por parientes (abuelos, tíos y sobrinos, entre otros). “Su alta prevalencia se debe a que los vínculos familiares son muy fuertes en la sociedad mexicana”, explicó la investigadora.

En cambio, las denominadas unipersonales (una sola persona) son poco frecuentes en la nación. En 1987, constituían el cuatro por ciento del total; en 2005, el seis por ciento, y en 2008, casi nueve por ciento. Aunque se ha incrementado, el porcentaje aún es muy pequeño si se compara con el que registran varias sociedades europeas, resaltó.

Jefatura familiar

Por tradición, los jefes de familia en el país son los hombres, aunque la proporción de las encabezadas por mujeres va en aumento. Un indicador de este cambio y de cómo se percibe fue la respuesta a la pregunta de quién es el jefe en este hogar, en la ENDIFAM 2005.

Cada una fue analizada por el investigador Carlos Javier Echarri: si respondían los varones, el porcentaje de los encabezados por mujeres fue de 12 por ciento, pero si contestaban ellas, fue de 17 por ciento.

“El aumento en la proporción se debe a que cada vez hay más mujeres divorciadas, separadas o viudas”, explicó Rabell Romero.

Control de la natalidad

Otro factor que ha marcado cambios es la expansión del control de la natalidad, que ha permitido que las parejas (en especial las mujeres, que habitualmente se encargan de la crianza de los vástagos) puedan planificar y decidir cuántos hijos tener (en 1976, ellas consideraban que el número ideal era de cinco; en 1995, el promedio descendió a dos y medio).

Además, con el uso de anticonceptivos se modificó el concepto de maternidad y el papel del género femenino en la sociedad. En 1976, 30 por ciento de las mujeres en edad fértil (entre los 15 y 49 años) usaban algún medio de control natal; en 1995, la cifra avanzó al 66 por ciento, y en 2006, al 71 por ciento”, añadió.

En consecuencia, al disminuir la fecundidad en las familias (en la década de los 70, el promedio de hijos era de siete u ocho, aunque había hogares con 12 ó 15; en 2010, es de 1.7 hijos nacidos vivos), se ha dado un proceso de envejecimiento de la población.

“Antes eran numerosas y se extendían horizontalmente: las personas tenían muchos parientes de su misma generación (hermanos, primos y cuñados), y los padres y abuelos no vivían tanto; ahora, se vuelven verticales: tienen en promedio dos descendientes y, por consiguiente, hay menos parientes de la misma generación, y padres y abuelos tienen más tiempo de sobrevida.

“Asimismo, el hecho de que las mujeres tengan menos hijos afecta prácticamente todas las formas de convivencia familiar. Ahora, hay abuelos relativamente jóvenes, más activos, incluso bisabuelos”, apuntó.

Niños y escuela

Por lo que se refiere a la relación de las familias mexicanas con la escuela, en 1960 sólo 12 por ciento de los niños terminaban la primaria, la mayoría cursaban uno o dos años. Ahora, según el censo de 2010, el 90 por ciento acude a las aulas y concluyen ese nivel.

“En 1960, la mayor parte de los pequeños vivían en zonas rurales y empezaban a laborar a los ocho o nueve años. La infancia –el periodo en el que los padres cuidan y proveen de lo necesario a los hijos– era entonces muy corta. Ahora, en la medida en que la asistencia a clases se ha institucionalizado, los vástagos son dependientes por un periodo más largo, hasta los 25 años o, en algunos casos, más”, resaltó.

En 1930, sólo 6.5 por ciento de las mexicanas tenían un trabajo remunerado; en 1995, el 35 por ciento había ingresado al mercado laboral; hoy en día, la cifra es de 42 por ciento.

“Ahora se pasa, de manera progresiva y lenta, de un modelo de familia tradicional-jerárquica, a uno en que las relaciones entre sus miembros son más igualitarias, y que podemos llamar relacional”, concluyó Rabell Romero.

Créditos: UNAM-DGCS-377-2011/unam.mx

Imagen: mejicaneando.blogspot.com