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Abre la UNAM “Centro de Adopción de Plantas en Peligro de Extinción”

 
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11 de noviembre de 2013

Más de 40 especies vegetales endémicas como cactáceas, crasuláceas y orquídeas que están en alguna categoría de riesgo.
Más de 40 especies vegetales endémicas como cactáceas, crasuláceas y orquídeas que están en alguna categoría de riesgo.

• Ubicado en la tienda Tigridia del Jardín Botánico, el proyecto promueve la participación de la sociedad civil para conservar más de 40 especies endémicas sujetas a cuatro categorías de riesgo
• México tiene más de 24 mil especies endémicas, de las cuales al menos 945 están en esa situación, afirmó Javier Caballero Nieto, jefe del Jardín Botánico
• Para adoptar, el interesado debe registrarse, recibir un certificado y cubrir una cuota de recuperación que ayudará a mantener el programa y formar la Red Ciudadana para la Conservación de la Diversidad Vegetal, explicó Linda Balcázar, responsable de Difusión de ese espacio

Más de 40 especies vegetales endémicas como cactáceas, crasuláceas y orquídeas que están en alguna categoría de riesgo, podrán ser conservadas con la participación y corresponsabilidad de la sociedad civil y el Centro de Adopción de Plantas Mexicanas en Peligro de Extinción, ubicado en la tienda Tigridia del Jardín Botánico (JB) del Instituto de Biología (IB) de la UNAM.

El proyecto, ideado por Javier Caballero Nieto y Linda Balcázar Sol y apoyado por la Asociación de Amigos del JB, promueve la participación ciudadana para conservar plantas en alguna de las cuatro categorías de riesgo, consideradas en la Norma Oficial Mexicana NOM-059: sujetas a protección especial, amenazadas, en peligro de extinción y probablemente extintas en el medio silvestre.

“El Jardín Botánico, sitio emblemático y el más grande de su tipo en el país, tiene una gran importancia como promotor de la conservación vegetal del país, así que no hay mejor lugar para establecer una iniciativa de este tipo”, afirmó Víctor Manuel Sánchez Cordero, director del IB.

En la inauguración del Centro de Adopción, explicó que éste establece un programa de concientización sobre la problemática de las plantas en peligro de extinción, dirigido a la sociedad.

Es una socialización de un tema importante en un país megadiverso, una ecuación virtuosa de dos variables: por un lado, la ciencia que se acerca a la sociedad y, por otro, esta última que adquiere un compromiso de adopción de una planta para darle cuidado y seguimiento, planteó.

Existen 945 especies de plantas en riesgo

México, con más de 24 mil especies de plantas endémicas, es el quinto país más rico del mundo en términos de diversidad vegetal, esencial para la vida del planeta, por ello, es indispensable nuestra atención, cuidado, respeto y uso sostenible, destacó Javier Caballero Nieto, jefe del JB e investigador del IB.

Desafortunadamente, subrayó, tal riqueza está cada vez en mayor riesgo, pues de esas 24 mil especies, por lo menos 945 están en algún nivel de riesgo y han sido incluidas en la NOM-059.

“Esta norma, hecha por especialistas, nos indica las que requieren cuidado especial para que no desaparezcan, pues son endémicas y si se extinguen aquí, no existirán más en el mundo”, añadió.

El Jardín, subrayó, está comprometido con la conservación vegetal y sus colecciones resguardan al menos 300 especies de las 945 en riesgo, así que es una moderna arca de Noé, con germoplasma disponible para repoblar especies en sus ambientes naturales.

“Es un esfuerzo importante, pero no suficiente. La mejor forma de retirar a una especie de la NOM-059 es que se cultive, se propague y esté disponible”.

Por ello, el Centro de Adopción es una invitación para que la sociedad civil participe y se corresponsabilice en el cuidado de estos organismos, que han sido reproducidos por métodos tradicionales, con semillas y por otros más modernos, como el cultivo de tejidos y la clonación.

En la primera fase de este proyecto se podrán adoptar plantas de más de 40 especies y más adelante se incluirán otras que ya se han logrado cultivar en el Jardín Botánico.

“Quien se interese se convertirá en madre o padre adoptivo de una porción crucial de la biodiversidad. La idea es que cada participante sea un actor para la conservación. No queremos ser simples observadores de la destrucción de los ecosistemas, sino contribuir y abrir una opción para que todos los que visitan el JB sean actores en este proceso”, destacó Caballero Nieto.

Red Ciudadana para la Conservación

El proyecto creará una Red Ciudadana para la Conservación de la Diversidad Vegetal, pues cada individuo que adopte llenará una papeleta con sus datos; con ello se creará una base de las especies y los lugares donde se resguardan, para constituir una red de germoplasma protegida por personas.

“Si por alguna catástrofe natural o antropogénica desaparecieran algunos de estos ejemplares de su hábitat natural, tendremos germoplasma disponible”, acotó.

En su oportunidad, Patricia Dolores Dávila Aranda, botánica y directora de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, felicitó este esfuerzo e invitó a replicarlo en varias sedes de la UNAM, pues consideró que para que este proyecto sea exitoso se requiere compromiso social.

Por su parte, Linda Balcázar Sol, responsable del área de Difusión del Jardín Botánico, explicó que la adopción es una forma de participación en donde cada persona se convertirá en un nodo de la red y también permitirá fomentar la conciencia y aprender de las plantas.

Cada especie adquirida incluye un certificado de adopción con sus nombres científico y común, familia, distribución, estado de conservación, tamaño, longevidad y datos de cuidado que consideran riego, luz, fertilización y sustrato en el que debe mantenerse.

Créditos: DGCS- UNAM-672

Investigan resistencia contra parásito oomycete en cultivos

 
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El phitophthora infestans es un parásito que ataca las especies vegetales conocidas como solanáceas
El phitophthora infestans es un parásito que ataca las especies vegetales conocidas como solanáceas

23 de octubre de 2011

Agencia de Noticias UN- La denominada gran hambruna irlandesa (1854) se produjo principalmente por la aparición del phitophthora infestans, un parásito que aún hoy ataca a varias especies vegetales en el mundo.

Y al igual que en el siglo XIX cuando acabó con los sembradíos de papa irlandeses, hoy sigue causando el mismo daño en todas las especies de este tubérculo, así como en la uchuva y el tomate, entre otras solanáceas.

En un principio este parásito era considerado un hongo, pero después se incluyó en la clasificación única de los oomycetes. Destruye la planta a nivel foliar, deja las hojas marchitas y el fruto se pudre.

Pero a diferencia de hace 150 años, su control se ejecuta a través de fungicidas, sin embargo, se calcula que su uso puede sumar 4 billones de dólares en todo el mundo, sin contar el daño ecológico que ocasiona en las aguas de los ríos cercanos a los cultivos,  por eso se buscan soluciones biológicas más económicas que no maltraten el medioambiente y que permitan hacerle resistencia a estos parásitos.

Cómo combatirlo

Partiendo de una variedad nacional del tomate inmune al parásito, creada por Corpoica en Rionegro (Antioquia), un grupo del Departamento de Química de la Universidad Nacional de Colombia busca desarrollar un sistema que permita crear defensas en otros cultivos.

“En el proyecto se analizaron dos clases de plantas, una resistente al parásito y otra susceptible. Se observó cómo el phitophthora ataca los espacios intercelulares de la hoja. Además se halló que las resistentes tenían mayor cantidad de proteínas que las susceptibles”, explicó Humberto Zamora, profesor asociado del Departamento de Química de la UN y director del grupo de investigación.

“El siguiente paso fue infectar las proteínas con el parásito y ver qué se producía. Se encontró que en ambas aumentaba la cantidad de proteínas en contra del phitophthora,  o sea que había una respuesta de defensa más contundente en la susceptible”, explicó Zamora.

También se encontró en la especie resistente una cantidad mayor de péptidos antimicrobianos, que defienden a la planta.

La investigación, que comenzó en 1998, busca la resistencia absoluta y, aunque ya se conoce cómo actúa, el profesor Zamora reconoce que se ha dado un gran paso, por lo que transferir la resistencia a variedades susceptibles, no solo de tomate, sino de otras especies, es un hecho que no está muy lejos de ser realidad.

Créditos: agenciadenoticias.unal.edu.co