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LA CAZA ILEGAL DE JAGUAR DAÑA A ESTA ESPECIE EN PELIGRO DE EXTINCIÓN Y AFECTA LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA

 
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cazailegaljaguarUna hembra de jaguar (Panthera onca) de ocho años de edad, integrante de una reducida población de felinos que viven en libertad en Moctezuma, Sonora, fue muerta y calcinada por un cazador ilegal, con lo que se afecta a una especie en peligro de extinción y a la investigación científica que realiza en el sitio un grupo de investigadores del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM.

El deceso del ejemplar causó un triple daño, pues era una hembra en etapa productiva, tenía al menos una cría y un collar satelital que hace un año y cuatro meses le colocaron Ivonne Cassaigne y Antonio de la Torre, maestros en ciencias y alumnos de Rodrigo Medellín Legorreta, biólogo y doctor en ecología, además de titular del Laboratorio de Ecología y Conservación de Vertebrados del IE.

Ya se hizo la denuncia correspondiente por el delito ambiental ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) y la Unidad de Delitos Ambientales de la Procuraduría General de la República (PGR), pero aún no se castiga al o los responsables.

“El jaguar es parte de la identidad mexicana. Se nos conoce como el pueblo jaguar. ¿Qué pueblo es capaz de matar su identidad de esa manera?”, cuestionó Medellín, quien subrayó que la caza de esa especie “es ilegal y es un delito federal que se castiga con cárcel”.

Conocedor de la zona donde ocurrió el evento, narró que allí existen ranchos ganaderos a los que, eventualmente, se acercan jaguares hambrientos que han perdido su hábitat natural por la presencia del ser humano, que ha transformado la selva en áreas para ganado.

Se alimentan de jabalíes y venados, pero los primeros se extinguieron de la región y, los segundos, tienen una población escasa, también a consecuencia de la cacería ilegal y la modificación del ecosistema.

Para enfrentar el problema, el universitario y su grupo idearon con las autoridades ambientales un plan para, bajo ciertas condiciones, pagar a los propietarios por ganado perdido a consecuencia del ataque oportunista de jaguares y pumas, siempre y cuando no se mate a los felinos. Sin embargo, los ganaderos continúan con esa práctica ilegal.

Actuar ante esa cacería es una responsabilidad de todos los mexicanos. “Como especialistas en jaguares somos la punta de lanza, pero si no nos hacemos fuertes con la sociedad, se nos acabará el país. Cada mes tenemos alguna muerte de esos ejemplares en el territorio nacional y esta población en peligro de extinción ya no lo resiste”, alertó.

La hembra tenía ocho años de edad y había sido seguida en fototrampas desde que era cachorra por la organización Naturalia, aliados de la UNAM en este proyecto.

Población vulnerable

Hasta ahora, los cerca de cuatro mil jaguares que hay en México están divididos en varias poblaciones. La más nutrida, de unos dos mil 500, se ubica en la península de Yucatán (que incluye a ese estado, Campeche y Quintana Roo), además de Chiapas y Oaxaca. El resto está repartido en segmentos más pequeños y vulnerables en el norte del país, principalmente en Sonora y Sinaloa. “Para asegurarlos, lo deseable es lograr conectividad entre ellos”, señaló.

Conocer y monitorear algunos ejemplares es una forma de estudiarlos de manera directa y profundizar en sus hábitos de vida, ciclos de reproducción (de una a dos crías cada dos años) y formas de sobrevivencia.

Una herramienta de monitoreo es el collar satelital, que se logró colocar en Sonora a cinco pumas y dos jaguares (entre ellos la fallecida) y que en el caso del ejemplar calcinado, se perdió junto con ella.

“Los collares cuestan alrededor de cuatro mil dólares, es complicado ponérselos y requieren una detallada vigilancia para lograr información científica”, explicó.

Acción para la conservación

Actualmente, alrededor de 50 personas, entre académicos, integrantes de organizaciones no gubernamentales y particulares interesados y comprometidos con el cuidado del felino, participan con Medellín y su equipo en el Programa de Acción para la Conservación del Jaguar.

“No vamos a permitir que muera uno más. Existe una ley para protegerlos y se debe cumplir en contra de los cazadores furtivos, que permanecen impunes, pero necesitamos la acción de la sociedad, crear conciencia de la importancia de esta especie, identificada de manera ancestral con la cultura mexicana”, finalizó.

Créditos: UNAM-DGCS-254-2014

600 especies en riesgo de extinción en Colombia

 
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especiesenpeligroBogotá D. C., feb. 17 de 2014 – Agencia de Noticias UN- Son cientos de animales y vegetales que podrían correr la suerte del patico zambullidor y el pez graso: hallarse disecados en museos como el del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la U.N.

El patico zambullidor era una de las aves que abundaba en los humedales de la Sabana de Bogotá y en las grandes lagunas andinas, en los años 40. La caza indiscriminada solo dejó para el recuerdo un ejemplar disecado en el ICN.

Por su parte el pez graso, otra de las especies ya extintas en nuestro país, que vivía en ambientes acuáticos de alta montaña y era usado por la gente como antorcha, debido a su piel grasosa, presenta su último reporte de existencia en 1942, según las crónicas de la época.

En la actualidad hay cerca de 600 especies que pueden correr la misma suerte. Por eso, en el ICN se comenzó a implementar el Programa Estratégico de Especies Amenazadas, como apoyo a los planes nacionales de preservación.

El profesor Germán Amat, director del ICN, asegura que el objetivo es sensibilizar a la sociedad y establecer estrategias para que ninguna especie desaparezca y quede como objeto disecado en las colecciones científicas.

Dentro de las especies que están en peligro se encuentra la araña pollera, que vive en climas templados andinos, y cuya causa de desaparición es el tráfico ilegal que le pone un valor de 60 mil pesos en el mercado negro.

“Estas arañas son controladoras biológicas que comen insectos plagas que atacan cultivos y hogares; comen cucarrones y reducen el crecimiento excesivo de estas poblaciones, esa es su función dentro del ambiente”, comentó Yeimi Cifuentes estudiante de Biología de la U.N.

Otra especie en peligro es el escarabajo Titanius giganteus, que está en la categoría de los insectos más grandes del mundo, pues alcanza tallas entre los 16 y 18 centímetros (superado solo por los insectos palo que llegan a los 20 cm). Su distribución está reducida a las selvas húmedas tropicales y las zonas bajas del valle del Magdalena.

En cuanto a plantas, se puede mencionar una especie de orquídeas y otra de magnolias, cuya supervivencia depende de la conservación del bosque. “Las dos tienen algún grado de amenaza, según las instituciones responsables de la investigación y conservación, entre ellas el Humboldt, el Sinchi y naturalmente el ICN”, agrega Amat.

Dentro del programa está la publicación de nuevos libros rojos para conocer más a fondo las especies amenazadas. Debido a que muchos de estos textos tienen más de cinco años, se pretende actualizar la información para establecer qué niveles de amenaza se han incrementado en algunas especies, si los niveles de amenaza se han estabilizado o si algunos modelos de conservación han sido favorables.

Tal vez si existiera conciencia en los años 40 sobre el daño ecológico que se hacía, hoy en día el patico zambullidor y el pez graso serían especies llamativas dentro de nuestros humedales y hábitats acuáticos.

créditos: UNAL-144-2014

Tráfico de animales silvestres: un delito que crece ante la indiferencia

 
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traficoanimalesBogotá D. C., ene. 28 de 2014 – Agencia de Noticias UN- Después del narcotráfico y el tráfico de armas, el tráfico de animales silvestres es la tercera mafia más lucrativa de todo el mundo y representa un mercado a nivel global de 17 mil millones de dólares.

Durante un mes se incautan cerca de 1.700 animales silvestres, y solo en la primera quincena del 2014 se confiscaron 160 animales en el aeropuerto Eldorado de Bogotá, de acuerdo con la Secretaría Distrital de Ambiente. El año pasado se incautaron 400 pericos bronceados, 350 tortugas hicoteas y 120 monos tití grises, lo que las convierte en las tres especies más traficadas.

De acuerdo con uno de los grupos de investigación de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la Universidad Nacional de Colombia, la gente no conoce la importancia que tiene la fauna silvestre en el país y, en definitiva, esta es una de las razones por las cuales se facilita este tipo de tráfico.

“La gente tiende mucho a contradecirse. Un gran porcentaje de personas conocen a alguien que ha tenido (incluso ellos mismos) animales silvestres, pero al preguntarles si sacarían un animal silvestre de su hábitat todos contestaron que no. Eso nos llevó a ver que hay una contradicción, más que todo de pensamiento, porque las personas tienden a responder lo que es socialmente aceptado pero no dan su punto de vista, su criterio en sí”, señaló Mario Delgado, estudiante de Medicina Veterinaria de la U.N., quien hace parte del grupo de investigación.

Debido a que es muy difícil crear una conciencia en los adultos sobre la gravedad de este hecho, una forma de prevenir este tráfico –de acuerdo con el grupo– es a través de la educación de los niños.

Nicolás Flores, quien contribuyó con el desarrollo del trabajo investigativo, advirtió que la fauna silvestre es esencial porque ayuda a mantener el equilibrio de los ecosistemas. “Es importante saber que estos animales son transportadores de semillas, lo cual contribuye a mantener la diversidad de flora”.

Además, aseguró que la gente desconoce que muchos de estos animales transmiten enfermedades zoonóticas y que pueden propagar algunas enfermedades gastrointestinales o incluso la fiebre amarilla dependiendo de dónde se extraigan.

Por ello, las personas que tengan contacto con estos animales pueden ser portadoras pasivas o activas de una infección o de un parásito si esto ocurre durante un periodo de tiempo muy prolongado. Igualmente, el animal puede contraer las enfermedades que tenga el humano.

Sin embargo, muchos de estos animales llegan muertos luego del traslado desde su hábitat natural a Bogotá, que es el centro de comercio más generalizado en Colombia. De diez animales vivos que se sacan solo uno llega vivo debido a las condiciones de hacinamiento, desnutrición, maltrato y estrés causadas por la forma de transportarlos.

Los animales provienen, principalmente, de los departamentos de Caquetá, Chocó, Arauca y Putumayo, y los destinos a los que más se exportan de manera ilegal son España, Francia, Estados Unidos y Canadá.

Algo que advierten los miembros del grupo es que el tráfico no solo se limita a los animales vivos, sino también a los animales muertos o disecados, y que, de igual modo, se comercia con su carne, piel y huevos.

El tráfico ilegal de especies silvestres es considerado a nivel mundial como una de las principales causas de disminución de las poblaciones naturales.

En Colombia, pese a la estricta legislación y a las medidas adoptadas hasta ahora para garantizar la protección y fomentar el uso sostenible de la fauna silvestre, se asume que el volumen del tráfico sigue siendo de gran magnitud.

Sin embargo, debido a la misma naturaleza ilegal de la actividad, no se cuenta hasta el momento con un diagnóstico serio acerca de su verdadero alcance y de su impacto sobre las poblaciones silvestres.

Créditos: UNAL-4-2014