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Une bionanotecnología capacidades de los sistemas bioquímicos y de los materiales nanoestructurados.

 
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28 de octubre de 2013

Se llama bionanotecnología y es la conjunción de las capacidades de los sistemas biológicos y bioquímicos
Se llama bionanotecnología y es la conjunción de las capacidades de los sistemas biológicos y bioquímicos

• Estrena el CNyN de la UNAM un área de investigación biológica, encabezada por Rafael Vázquez Duhalt

• En sus líneas de trabajo encapsulan enzimas que mejoran la eficiencia de fármacos contra el cáncer, suministran medicamentos en materiales nanométricos y utilizan sistemas bacterianos para suministrar al intestino sustancias benéficas

Una novedosa área de investigación con gran potencial de aplicación, que reúne a la biología avanzada con la ciencia de materiales en la escala de lo pequeño, ha iniciado su trabajo académico en el Centro de Nanociencias y Nanotecnología (CNyN) de la UNAM, ubicado en Ensenada, Baja California.

Se llama bionanotecnología y es la conjunción de las capacidades de los sistemas biológicos y bioquímicos con las propiedades de los materiales nanoestructurados, resumió Rafael Vázquez Duhalt, quien encabeza el área y a un grupo de científicos que exploran el área biológica en un centro tradicionalmente dedicado a la física y la química teóricas enfocadas a materiales y catálisis.

“La ciencia moderna es la interfase de las áreas tradicionales del conocimiento. Ya no se puede pensar en química pura, hay que asociarse con física y biología. Las ciencias modernas son multidisciplinarias y los nuevos laboratorios deben entrar a las diferentes áreas”, consideró el ingeniero químico industrial, maestro en química analítica del medio ambiente y doctor en ciencias biológicas.

En el grupo hay microbiólogos, químicos y un físico. “Me he desarrollado en la biotecnología, que es multidisciplinaria, pero la bionanotecnología es una oportunidad de encontrar nuevas interacciones entre áreas tradicionales del conocimiento”, insistió Vázquez Duhalt.

Nuevo departamento en el CNyN

Esa área novedosa se conjunta en el Departamento de Bionanotecnología del CNyN, que se concretó tras 10 años de planear dentro de la UNAM un centro de investigaciones en biología avanzada.

“Desde 2003 nos reunimos en Cuernavaca –donde Vázquez era investigador del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM– Rodolfo Quintero (del IBt), María Teresa Viana (de la Universidad Autónoma de Baja California), y yo, con el entonces director del Centro de Ciencias de la Materia Condensada, Leonel Cota Araiza. La idea era traer la rama biológica a un centro especializado en física y química teórica enfocada a materiales; la oportunidad se dio en el momento que este espacio se convirtió en el CNyN”, relató.

Hoy, ese departamento cuenta con cuatro investigadores titulares, uno posdoctoral, un técnico académico y 15 estudiantes de posgrado.

“Pronto se integrarán dos investigadores posdoctorales más y espero que en un bienio podamos tener dos titulares más, pues la idea es trabajar como un grupo grande, con científicos de varios niveles, en el que los más jóvenes puedan crecer y tener investigaciones independientes, pero con el fomento a la interacción para formar un grupo sólido del más alto nivel, competitivo a nivel internacional”, explicó.

Encapsular enzimas para mejorar quimioterapia

Una de las líneas de investigación es la encapsulación de enzimas para mejorar la quimioterapia contra el cáncer. En el laboratorio, Vázquez Duhalt, junto con Rubén Cadena, diseñan y producen nanoesferas que transportan actividad enzimática que activa los fármacos dirigidos a tumores.

Para lograrlo, encapsulan las enzimas en cápsides virales –partículas de virus de entre 20 y 100 nanómetros sin contenido de ácidos nucleicos ni capacidad de infectar– que son modificadas para que se peguen específicamente a los tejidos tumorales y ahí ejerzan su actividad.

Las estructuras o cápsides son inteligentes, pues son capaces de reconocer el tejido al que van dirigidas y dentro llevan un medicamento con suministro controlado.

“Hay varios grupos en el mundo que realizan investigación para llevar fármacos a sitios específicos, pero lo innovador de nuestro proyecto es que vamos un paso más allá. Queremos generar una actividad enzimática que activará al medicamento en el sitio preciso donde se requiere, con ello pretendemos hacer más eficiente el efecto de los fármacos”, dijo.

Enzimas en materiales mesoporosos

Otra línea de trabajo de este grupo, en donde está involucrado Sergio Águila, conjunta las cualidades catalíticas de las enzimas con propiedades muy específicas de los nanomateriales.

“Hacemos inmovilización de enzimas en materiales nanoestructurados mesoporosos para darles propiedades diferentes de actividad y estabilidad; esto tiene aplicaciones en la medicina y la industria”.

Estabilizamos unas llamadas peroxidasas, con las que hemos trabajado 20 años, que tienen la propiedad de ser inactivadas en presencia de su propio sustrato, que es el peróxido de hidrógeno, detalló.

Las peroxidasas tienen aplicaciones muy variadas, pero no se pueden utilizar a gran escala porque se inactivan. “Tratamos de inmovilizarlas en materiales específicos que tienen la capacidad de transferir electrones para hacerlas más estables; tenemos resultados preliminares que indican que sí podemos hacerlo”, adelantó.

Por otro lado, con la participación de Alejandro Huerta, se explora la posibilidad de usar sistemas bacterianos especializados en la transferencia de compuestos para el suministro de interés terapéutico a células intestinales.

“Es un sistema de proteínas que usan bacterias para inyectar toxinas. Queremos aislarlo y utilizarlo para que sistemas inocuos suministren medicamentos u otras sustancias benéficas a tejidos específicos como el intestino”, abundó.

Modificación química de enzimas

Otra investigación busca modificar enzimas químicamente, mediante un recubrimiento de tres capas, para que sea reconocida por los tumores cancerosos sin necesidad de emplear la cápside viral.

“Ponemos tres capas diferentes de moléculas. La primera es para incrementar el número de grupos reactivos en la superficie de la proteína; la segunda es una cubierta de un polímero compatible que hace a la enzima inmunológicamente inerte (es decir que no tenga reacción inmunológica ni cause ninguna reacción) y la tercera tiene grupos funcionales que son reconocidos por las células tumorales. Queremos que esta enzima recubierta sea reconocida por los tumores”, remarcó.

Finalmente, Vázquez Duhalt destacó que en el CNyN sus colegas físicos son expertos en el diseño de materiales a escala nanométrica, mientras los biotecnológos tienen el conocimiento de biología y bioquímica. “Conjuntar estas áreas ha resultado muy productivo para aprovechar propiedades tanto bioquímicas como de materiales nanoestructurados”.

Créditos: UNAM-DGCS-646

Estudian en la UNAM desarrollo de especie de frijol más resistente a la sequía

 
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Alejandra Covarrubias Robles, investigadora del Instituto de Biotecnología de la UNAM.
Alejandra Covarrubias Robles, investigadora del Instituto de Biotecnología de la UNAM.

3 de octubre de 2010

• En el Instituto de Biotecnología, Alejandra Covarrubias investiga proteínas que modifican su estructura según la disponibilidad de agua
• Ha identificado, aislado y clonado varias hidrofilinas y genes en plantas de frijol, para analizar su capacidad protectora sobre enzimas sensibles a la deshidratación

Un tipo de proteínas con una gran capacidad para asociarse con el agua, llamadas hidrofilinas, participa en la adaptación natural que desarrollan las plantas de frijol para sobrevivir con poco líquido.

Alejandra Covarrubias Robles, investigadora del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM, centra sus estudios en esas moléculas que modifican su estructura según la disponibilidad del recurso, y protegen a algunas enzimas sensibles a la deshidratación.

“Las hidrofilinas tienen capacidad para asociarse al agua, superior al promedio de las proteínas de una célula; por esa característica y su riqueza en aminoácidos pequeños, particularmente glicina, no adoptan una estructura tridimensional estable, lo que permite modificar su estructura de acuerdo a la cantidad del líquido disponible en su microambiente”, detalló.

La universitaria, que estudia los mecanismos genéticos y moleculares que permiten al frijol sobrevivir al estrés hídrico, cada vez más extendido en zonas agrícolas del planeta, señaló que esta interacción ayuda a que se mantenga la estructura funcional bajo condiciones de poca disponibilidad de agua, que pueden inducir cambios conformacionales en proteínas o ácidos nucleicos que afectan su actividad en diferentes grados.

Si el agua disponible disminuye, se inducen señales que llevan a la acumulación de las hidrofilinas para proteger la actividad de otras proteínas y/o ácidos nucleicos necesarios para mantener la funcionalidad de los diferentes tipos celulares bajo esas condiciones.

Sequía creciente

Covarrubias señaló que el 60 por ciento de la producción mundial de frijol se obtiene bajo condiciones de déficit hídrico, lo que ha llevado a considerar a la sequía como el segundo factor más limitante para su rendimiento, después de las enfermedades.

En América Latina, 73 por ciento de la producción se genera en micro-regiones con déficit hídrico, desde moderado hasta severo, a lo largo del período de cultivo. Sólo un siete por ciento de la extensión de siembra en esta región del continente posee condiciones adecuadas de irrigación.

En México, el 84 por ciento del frijol se obtiene en condiciones de temporal, y el principal ciclo agrícola de esta planta es el de primavera-verano, en el que se cosecha el 81 por ciento de la producción.

La región templada-semiárida, que comprende Zacatecas, Durango, San Luis Potosí, Guanajuato y Chihuahua, es donde se siembra la mayor superficie de la leguminosa, que aporta 74 por ciento de la producción en el ciclo mencionado.

“Esta zona presenta precipitaciones anuales promedio entre 400 y 600 milímetros, y en años con menores niveles, se pierde por sequía hasta el 45 por ciento de las hectáreas cultivadas, como ocurrió en 1999”, recordó la científica.

Esta situación se agrava por la variabilidad en la distribución de la precipitación pluvial en el ciclo vegetativo.

Identifican, aíslan y clonan

Para entender el mecanismo básico que desarrollan esas plantas para contender con la escasez de agua y ofrecer, a futuro, alternativas como el desarrollo de frijol transgénico más resistente a la sequía, Covarrubias y sus colaboradores han descrito y caracterizado diferentes hidrofilinas de vegetales, bacterias y levaduras, con enfoques genéticos, bioquímicos y moleculares.

Recientemente, ha trabajado con hidrofilinas vegetales, también conocidas como proteínas LEA (por las siglas en inglés de Late Embriogenesis Abundant), porque se acumulan con abundancia en la fase de maduración de la semilla, en el momento que inicia la etapa de deshidratación, obligatoria para mantener su viabilidad.

“Hemos identificado, aislado y caracterizado varias hidrofilinas y sus genes de plantas de frijol y de Arabidopsis thaliana, establecida como modelo experimental por su tamaño pequeño y su genoma, su corto ciclo de vida y lo detallado de la caracterización de diferentes procesos”.

La investigadora ha utilizado enfoques moleculares, genéticos, bioquímicos y fisiológicos para tener un panorama integral del desarrollo de la planta y su respuesta a condiciones de limitación del líquido.

“Entre los más representativos de este estudio están el establecimiento de ensayos in vitro, en los que utilizamos varias hidrofilinas que previamente clonamos, expresamos y purificamos, para analizar su capacidad protectora sobre enzimas blanco sensibles a deshidratación”, señaló.

El resultado demostró que las proteínas son capaces de proteger a otras de los efectos de la deshidratación a través de prevenir cambios conformacionales en las enzimas blanco que afectan su actividad.

Otro enfoque ha sido el análisis funcional in vivo, con el empleo de mutantes en los genes que codifican alguna de las familias génicas para estas proteínas en Arabidopsis.

Este conocimiento ha proporcionado pautas para probar el uso de algunos de estos genes como marcadores moleculares, que pudieran auxiliar a los agrónomos en la selección de plantas más tolerantes a la sequía.

“Hemos demostrado que estas proteínas participan en la adaptación de organismos al déficit hídrico. También definimos que los criterios que definen a las hidrofilinas son excelentes pronosticadores de la participación de una proteína en situaciones de limitación de agua, porque éstas se acumulan bajo cualquier condición que induzca una disminución del recurso disponible”.

Estas y otras evidencias han llevado a Covarrubias a proponer que las hidrofilinas representan adaptaciones análogas a un problema común en organismos tan diversos como procariotes y eucariotes. Por ello, su estudio tendrá un impacto más allá del conocimiento mismo de la respuesta de las plantas a la sequía que, de por sí, ya es relevante.

Daños por falta de agua

Entre los efectos más notables que la limitación de agua causa sobre las plantas de frijol y de otras especies, destaca la disminución en la velocidad de crecimiento, que reduce la biomasa de la planta.

La escasez de agua también daña la reproducción, lo que disminuye la productividad de hojas, raíces y semillas, y genera una mayor sensibilidad ante el ataque de patógenos. De ahí, su relevancia en cuanto al impacto negativo que tiene en general sobre los cultivos de importancia agronómica.

“Esos efectos son resultado del impacto sobre diversos procesos a diferentes niveles (genético, metabólico, fisiológico), y es el caso de la disminución en la síntesis de proteínas para evitar un gasto fútil, dado que las condiciones no son las más favorables para crecer; o bien, la disminución de la eficiencia fotosintética, es decir, menor capacidad de la planta de fijar dióxido de carbono en azúcares utilizables”, destacó.

La investigadora del IBt señaló que la respuesta que desarrolla este vegetal depende no sólo del tipo de estrés ambiental al que se enfrenta, sino de la severidad del mismo, del tiempo que dure, del estado de desarrollo de la planta y de la presencia simultánea de más de un estímulo estresante, como calor y sequía.
Créditos: UNAM. DGCS-587/unam.mx