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LA COBERTURA VEGETAL DEL SUR DEL DF, VITAL PARA LA CIUDAD DE MÉXICO

 
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coberturavegetal13 de septiembre de 2014

El sur capitalino tiene el 80 por ciento del suelo de conservación del Distrito Federal el cual, además de suministrar agua, mantiene el clima templado en la urbe (de entre 18 y 20 grados centígrados). Si destruimos estas zonas en Xochimilco, Tlalpan, Iztapalapa y Tláhuac, la temperatura se elevaría uno o dos grados y la estructura ecológica que ha sostenido a la ciudad de México, se alteraría.

La invasión de áreas naturales protegidas, cambio de uso de suelo, sobreexplotación hídrica, deforestación y otros procesos urbano-rurales han convertido al sur capitalino y a otras localidades del país en sitios vulnerables para el crecimiento urbano.

Según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) de 2002, el cambio en la cobertura y uso de suelo afectan del 64 al 80 por ciento de la superficie vegetal del país, al poner en riesgo tanto a la estabilidad de los ecosistemas como a las personas debido a perturbaciones climáticas, económicas y sociopolíticas.

De continuar este patrón, ¿qué sucederá con esta zona en una o dos décadas?, preguntó Juan Carlos Mejía Canchola, estudiante del posgrado de Arquitectura de la UNAM, quien realiza un diagnóstico para, a partir de ahí, formular un pronóstico y una propuesta para delimitar zonas de desarrollo y crear unidades de gestión ambiental en esas delegaciones.

Un primer nivel de trabajo consiste en la regionalización ecológica (o ecorregionalización), basada en la delimitación o caracterización de espacios geofísicos relativamente homogéneos en función del medio físico y biológico.

Con base en sistemas de información geográfica —y colaboraciones con el Gobierno del Distrito Federal (GDF), el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y diversas ONG—, así como de información de los habitantes de las zonas de estudio, Mejía Canchola identificó características del terreno como relieve, geología, suelos, clima, vegetación y uso de suelo (procesos de invasión en áreas naturales protegidas) en Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta.

En el sur los problemas de invasión, el cambio de uso de suelo (de natural a agrícola y de rural a urbano) y la deforestación han agudizado el desabasto de agua y la recuperación de suelos, que para lograr ese proceso tardan hasta un siglo, y para formar una capa de un centímetro, una década. La regeneración es lenta, necesita un enriquecimiento de nutrientes como potasio, calcio, nitrógeno y otros elementos químicos y orgánicos.

Como parte de su tesis de maestría, Caracterización del impacto de la sobreexplotación de agua por los cambios de uso de suelo en los últimos 10 años en el DF, Mejía Canchola utilizó un modelo espacial para simular las alteraciones de la cobertura vegetal de 2004 a 2014.

El modelado se llama DINAMIC y fue traído de Brasil. Es usado en el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental (CIGA) de la UNAM por Jean François Mas, Gerardo Bocco y Gabriela Cuevas para simular la captura de carbono en Michoacán.

Con el modelaje, explicó el geógrafo, se hace un manejo virtual con vectores o imágenes satelitales, las cuales se georreferencian para, mediante algoritmos y un proceso de clasificación, discriminar las áreas de mayor afectación.

Así, con el análisis de la cobertura vegetal es posible medir la extensión de las áreas perturbadas, determinar cuánto ha crecido la mancha urbana en los territorios de conservación e identificar cuáles no deberían ser modificados.

En Milpa Alta, según datos preliminares, las zonas donde hay un mayor crecimiento en los últimos 10 años son San Pedro Atocpan, San Salvador Cuauhtenco, San Antonio Tecomitl, San Pablo Oztotepec, San Bartolomé Xicomulco, San Lorenzo Tlacoyucan y Villa Milpa Alta.

Además, se determinó que en Tláhuac la mayor parte de la población se localiza en Santa Catarina Yecahuizotl, San Andrés Mixquic, San Nicolás Tetelco y San Juan Ixtayopan, y que en Xochimilco, tanto San Gregorio Atlacomulco como San Francisco Caltongo pasaron de una agricultura de sostenimiento o venta de productos que antiguamente llegaba al interior del país, a una producción de autoconsumo para el DF.

Los procesos de invasión e inmobiliarios más notorios se han dado del lado de Santiago Tepalcatlalpan y Santa Cruz Acalpixca, San Juan, Tepepan, Huichapan, San Lorenzo Atemoaya y Santa María Nativitas.

En otras áreas ha habido un “desarrollo inmobiliario brutal” que ha derivado en la construcción de viviendas de bajos recursos y edificaciones, que han hecho que en lugares donde antes habían 20 o 30 casas, ahora haya 200 o 300 familias, lo que es preocupante debido a que se asientan en áreas de conservación que registran el mayor filtrado de agua hacia los lagos de Xochimilco y Tláhuac.

En el DF, el suelo de conservación tiene una extensión de 88 mil 442 hectáreas, ocupa el 59 por ciento de su territorio y se concentra en las delegaciones Álvaro Obregón, Cuajimalpa de Morelos, Gustavo A. Madero, Iztapalapa, Magdalena Contreras, Milpa Alta, Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco.

Tláhuac, por ejemplo, tiene una superficie total de ocho mil 534.62 hectáreas y su suelo de conservación representa dos terceras partes de su territorio. El 61.32 por ciento es de uso agropecuario, el 4.55 pastizal y tan sólo 0.62, bosque.

No obstante, el área se ha vuelto más urbana y la introducción del Metro y el mejoramiento en los procesos de movilidad han detonado un problema socialmente mayor, al hacerla más accesible a la población.

El suelo urbano ocupa una tercera parte; el habitacional es el predominante, con el 26.50 por ciento; con menor porcentaje está el mixto, con cuatro; de equipamiento, con dos, y en áreas verdes, con uno.

De seguir esta tendencia, en 10 años el paisaje de esa parte del sur del DF perderá su segmentación. En poblados de Milpa Alta como San Gregorio y San Pedro Atocpan ya no se verán áreas verdes o de cultivo, sino casas, una encima de otra, y una necesidad creciente de agua, como acontece en ciudad Nezahualcóyotl, Chimalhuacán o Coacalco. No va a haber una limitante ambiental.

No obstante, sí podemos conservar las áreas naturales de Milpa Alta, Tláhuac, Xochimilco, Álvaro Obregón y Magdalena Contreras. La ciudad de México puede alcanzar la sostenibilidad, es decir, lograr un equilibrio entre el ingreso y egreso hídrico.

El modelado de las zonas de estudio —que utiliza el mapeo de las formas de relieve (a diferentes resoluciones) como eje principal de insumo para la clasificación del paisaje— permitirá proponer alternativas de reutilización de terrenos alterados por la actividad humana en suelos de conservación.

El universitario ya identificó y delimitó áreas de desarrollo, donde se podría instrumentar un plan de desarrollo a nivel micrositio, con base en diferentes modelos como los de vivienda sustentable, recipientes con segmentos de piedra para filtrar agua de lluvia (como en Noruega y Japón) y programas para reutilización de la basura (como en Alemania y Taiwán).

En zonas con perturbaciones menores, se podrían utilizar plantas para regenerar el suelo o reforestar, con la participación de personas con conocimiento sobre el suelo y agricultura.

En Milpa Alta, donde se cultiva nopal, es factible emplear esferas retentoras de agua. Con estos “chochitos” de hidrogel (usados en Canadá para investigación y en Arabia para almacenamiento) disminuye el consumo del líquido, pero sin merma en el tamaño de la planta.

También en Milpa Alta, pero hacia Cuernavaca (zona de mucha lluvia aprovechable), podrían construirse terrazas para almacenamiento hídrico, lo que permitiría un abastecimiento adecuado mediante diques que se abrirían y cerrarían vía un sistema computacional.

En zonas de conservación muy perturbadas se pueden construir unidades de gestión ambiental. Son áreas específicas en las que se aplicaría un plan de mitigación para su conservación y para elevar su productividad. Ahí se podrán desarrollar actividades redituables que no dañen al ambiente.

El proyecto de investigación de Mejía Canchola —con el que elaborará una propuesta al Gobierno del DF con miras a lo que sucederá en 10 años en el sur capitalino—, aportará información para “nivelar lo extraído, lo que se puede preservar y el costo para la sociedad y la persona”.

Créditos: UNAM-DGCS-530-2014

LA CAZA ILEGAL DE JAGUAR DAÑA A ESTA ESPECIE EN PELIGRO DE EXTINCIÓN Y AFECTA LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA

 
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cazailegaljaguarUna hembra de jaguar (Panthera onca) de ocho años de edad, integrante de una reducida población de felinos que viven en libertad en Moctezuma, Sonora, fue muerta y calcinada por un cazador ilegal, con lo que se afecta a una especie en peligro de extinción y a la investigación científica que realiza en el sitio un grupo de investigadores del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM.

El deceso del ejemplar causó un triple daño, pues era una hembra en etapa productiva, tenía al menos una cría y un collar satelital que hace un año y cuatro meses le colocaron Ivonne Cassaigne y Antonio de la Torre, maestros en ciencias y alumnos de Rodrigo Medellín Legorreta, biólogo y doctor en ecología, además de titular del Laboratorio de Ecología y Conservación de Vertebrados del IE.

Ya se hizo la denuncia correspondiente por el delito ambiental ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) y la Unidad de Delitos Ambientales de la Procuraduría General de la República (PGR), pero aún no se castiga al o los responsables.

“El jaguar es parte de la identidad mexicana. Se nos conoce como el pueblo jaguar. ¿Qué pueblo es capaz de matar su identidad de esa manera?”, cuestionó Medellín, quien subrayó que la caza de esa especie “es ilegal y es un delito federal que se castiga con cárcel”.

Conocedor de la zona donde ocurrió el evento, narró que allí existen ranchos ganaderos a los que, eventualmente, se acercan jaguares hambrientos que han perdido su hábitat natural por la presencia del ser humano, que ha transformado la selva en áreas para ganado.

Se alimentan de jabalíes y venados, pero los primeros se extinguieron de la región y, los segundos, tienen una población escasa, también a consecuencia de la cacería ilegal y la modificación del ecosistema.

Para enfrentar el problema, el universitario y su grupo idearon con las autoridades ambientales un plan para, bajo ciertas condiciones, pagar a los propietarios por ganado perdido a consecuencia del ataque oportunista de jaguares y pumas, siempre y cuando no se mate a los felinos. Sin embargo, los ganaderos continúan con esa práctica ilegal.

Actuar ante esa cacería es una responsabilidad de todos los mexicanos. “Como especialistas en jaguares somos la punta de lanza, pero si no nos hacemos fuertes con la sociedad, se nos acabará el país. Cada mes tenemos alguna muerte de esos ejemplares en el territorio nacional y esta población en peligro de extinción ya no lo resiste”, alertó.

La hembra tenía ocho años de edad y había sido seguida en fototrampas desde que era cachorra por la organización Naturalia, aliados de la UNAM en este proyecto.

Población vulnerable

Hasta ahora, los cerca de cuatro mil jaguares que hay en México están divididos en varias poblaciones. La más nutrida, de unos dos mil 500, se ubica en la península de Yucatán (que incluye a ese estado, Campeche y Quintana Roo), además de Chiapas y Oaxaca. El resto está repartido en segmentos más pequeños y vulnerables en el norte del país, principalmente en Sonora y Sinaloa. “Para asegurarlos, lo deseable es lograr conectividad entre ellos”, señaló.

Conocer y monitorear algunos ejemplares es una forma de estudiarlos de manera directa y profundizar en sus hábitos de vida, ciclos de reproducción (de una a dos crías cada dos años) y formas de sobrevivencia.

Una herramienta de monitoreo es el collar satelital, que se logró colocar en Sonora a cinco pumas y dos jaguares (entre ellos la fallecida) y que en el caso del ejemplar calcinado, se perdió junto con ella.

“Los collares cuestan alrededor de cuatro mil dólares, es complicado ponérselos y requieren una detallada vigilancia para lograr información científica”, explicó.

Acción para la conservación

Actualmente, alrededor de 50 personas, entre académicos, integrantes de organizaciones no gubernamentales y particulares interesados y comprometidos con el cuidado del felino, participan con Medellín y su equipo en el Programa de Acción para la Conservación del Jaguar.

“No vamos a permitir que muera uno más. Existe una ley para protegerlos y se debe cumplir en contra de los cazadores furtivos, que permanecen impunes, pero necesitamos la acción de la sociedad, crear conciencia de la importancia de esta especie, identificada de manera ancestral con la cultura mexicana”, finalizó.

Créditos: UNAM-DGCS-254-2014

IDENTIFICAN EN LA UNAM MÁS DE 50 NUEVAS ESPECIES DE ESPONJAS MARINAS DEL PACÍFICO MEXICANO

 
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nuevasespeciesEl equipo del Laboratorio de Ecología del Bentos (LEB) del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM unidad Mazatlán, que encabeza José Luis Carballo Cenizo, ha descrito más de 50 nuevas especies de esponjas marinas del Pacífico mexicano.

En el país “contamos con una de las diversidades más altas del Pacífico; tan sólo los arrecifes ubicados en la zona mexicana albergan más de 100 especies”, señaló Carballo Cenizo.

En el LEB se estudia de “forma prioritaria” su biodiversidad por razones de conservación y manejo de zonas litorales, de potencial genético y como fuente de nuevos productos naturales.

Entre los invertebrados marinos, son las que tienen mayor número de moléculas biológicamente activas frente a patógenos y diversas enfermedades. Se trata de los organismos donde más productos naturales con aplicaciones biotecnológicas se han encontrado, precisó el biólogo.

De hecho, uno de los pocos fármacos de origen marino que se comercializan en la actualidad se encontró, en 1950, en la esponja del Caribe Tethya crypta (actualmente Cryptotethya crypta), de cuya síntesis posterior se obtuvieron los análogos Ara-A (Vidarabin, Vidarabin Thilo®), antivirales efectivos sobre todo contra diversos herpes, y los Ara-C (Citarabina®, Cytosar-U®), uno de los pocos compuestos efectivos contra leucemias y linfomas en adultos y niños.

Hasta 2004, éstos fueron los únicos compuestos relacionados con el mar en el uso clínico. En 2010 se aprobó el empleo de otro, el Halaven (mesilato de eribulina), análogo sintético de la halicondrina B, un producto natural aislado de la esponja marina Halichondria okadai, indicado para el tratamiento del cáncer de mama recurrente.

Las esponjas son los organismos multicelulares más primitivos y simples que se conocen; constituyen el grupo clave para entender la evolución de los metazoarios.

También son los más longevos del planeta. Algunas de la Antártida viven más de mil 550 años, quizá debido a las bajas temperaturas y a su tasa de crecimiento extremadamente lenta. No obstante, el récord es de la esponja de profundidad Monorhaphis chuni, que forma espículas gigantes que pueden alcanzar los tres metros de longitud y, se estima, viven hasta 11 mil años (±3000).

Hoy se sabe de unas ocho mil especies (casi mil más si se cuenta a las fósiles), pero estimaciones científicas calculan que en el mundo puede haber más de 15 mil sin describir.

Las coralinas, de particular interés

“Un grupo en particular, las esponjas coralinas, despertaron nuestro interés debido a su potencial para registrar cambios ambientales en el mar a escalas geológicas. Forman su esqueleto calcáreo en equilibrio isotópico con su ambiente y se consideran como uno de los mejores indicadores de cambio climático en el mar, pues proveen registros de salinidad y temperatura del agua de cientos de años atrás”, señaló el universitario.

Las indagaciones desarrolladas en el LEB también se centran en conocer los factores que modulan la diversidad de los ecosistemas rocosos y coralinos del Pacífico mexicano.

Parte de nuestro estudio se desarrolla en los arrecifes coralinos, uno de los ecosistemas más diversos del planeta, junto con las selvas tropicales. Se trata de una construcción biológica formada por los esqueletos calcáreos de organismos agrupados en colonias de pólipos y algas, explicó.

Su conservación es una prioridad debido a su riqueza biológica y a la multitud de productos y servicios que como ecosistema proveen al hombre.

Uno de los grupos más importantes en los arrecifes coralinos son las esponjas marinas, filtradoras de la columna de agua; enlazan las cadenas tróficas y remueven bacterias y otros organismos planctónicos, incluido un alto porcentaje de virus, además de participar en la regeneración de nutrientes.

“En la actualidad investigamos la biología reproductiva, la tasa de bioerosión y los mecanismos de dispersión de un grupo de esponjas que vive asociado a los sistemas arrecifales y que tienen la capacidad de excavar el material calcáreo e intervenir de manera relevante en los procesos de bioerosión de los arrecifes.

“A la fecha hemos identificado 20 especies con la capacidad de degradar el esqueleto del coral y modelar la estructura arrecifal” comentó Carballo Cenizo.

En el LEB los universitarios se han dedicado a estudiar, de punta a punta, los arrecifes mexicanos: en las islas Marías e Isabel y en el archipiélago de Revillagigedo, entre otros.

Ya conocemos su distribución, abundancia y micro hábitat, ahora analizaremos su estructura genética y si hay conectividad entre los arrecifes, todo ello para entender cómo se dispersan y se propagan. Necesitamos saber lo más posible para comprender el proceso de erosión. Hay pocos arrecifes en el mundo donde se conozca tan bien la diversidad de esponjas asociados a ellos”, concluyó el biólogo.

Créditos:UNAM-DGCS-231-2014

ESTRENAN EN LA UNAM LABORATORIO NACIONAL DE CIENCIAS DE LA SOSTENIBILIDAD

 
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laboratorionuevounamPara responder desde la investigación científica al desarrollo sostenible e incidir con datos, análisis, escenarios futuros y estrategias en la toma de decisiones en un área emergente, la UNAM y el gobierno federal crearon el Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad (LANCIS).

Por parte de esta casa de estudios participan los institutos de Ecología (IE) –sede de la instalación– y de Ingeniería (II), así como el Programa Universitario de Medio Ambiente (PUMA). Del lado del gobierno colaboran la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), el Instituto Nacional de Ecología (INE) y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP).

En esta nueva instalación se aborda al medio ambiente, un asunto fundamental de la agenda del siglo XXI, relacionado con el ser humano y la cadena de la vida, subrayó en la inauguración el rector José Narro Robles.

“Tenemos que hacer más cosas de esta naturaleza, que nos articulen y pongan en el centro del interés los grandes temas nacionales, como el medio ambiente, que tiene que ver con el desarrollo nacional, con los valores y principios que dirigen el rumbo de una sociedad”, subrayó.

El director del IE, César Domínguez Pérez-Tejada, explicó que este consorcio constituye una entidad de frontera que tiene como propósito establecer una vinculación efectiva entre el ámbito académico y el de las políticas públicas.

Los académicos asociados a esta nueva unidad, dijo, ya trabajan en proyectos relevantes como el diagnóstico nacional de plantas invasoras, el ordenamiento ecológico y regional del Pacífico norte, el sistema de soporte de decisiones para la regulación ecológica (un instrumento que permitirá homogeneizar criterios sobre política ambiental) y la caracterización funcional de la milpa desde sus aspectos biogeoquímicos, genómicos, genéticos y ecológicos.

Nodo de integración

El objetivo central del Laboratorio es lograr una integración real y efectiva de la investigación científica en los procesos de planeación y toma de decisiones.

Además, será un nodo para integrar y sintetizar investigaciones, crear sinergias entre varias instituciones académicas y brindar soluciones viables y pertinentes a los problemas ambientales del país.

Al respecto, el director General del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Enrique Cabrero Mendoza, señaló que este consorcio de vanguardia busca vincular el conocimiento científico con la toma de decisiones, lo que es un paso importante para el tránsito de México hacia la sociedad del conocimiento.

Asimismo, resaltó la creación del Anfiteatro de Decisiones, un espacio para la discusión y visualización de la toma de resoluciones, conformado por dos salas circulares, una con seis pantallas de 80 pulgadas, y otra, con tres pantallas de 70 pulgadas, donde hasta 30 personas pueden hacer una inmersión en temas concretos.

En su oportunidad, el subsecretario de Planeación y Política Ambiental de la SEMARNAT, Rodolfo Lacy Tamayo, puntualizó que el LANCIS es un modelo de trabajo de vanguardia que debe replicarse en varias zonas del país para impulsar la sostenibilidad.

Las investigaciones integrarán la labor de científicos, tecnólogos, servidores públicos y representantes de la sociedad organizada. En los trabajos se incorporarán los adelantos teóricos y metodológicos sobre política y planeación de uso de suelo, modelación geo-espacial, bio-complejidad y toma de decisiones.

Tres áreas de investigación

Está organizado en tres áreas de investigación: la de Monitoreo Ambiental y Servicios Ecosistémicos llevará a cabo estudios de agua, suelo y sedimentos. Analizará compuestos orgánicos como disolventes industriales, plaguicidas, derivados de combustibles y microorganismos que causan daños a la salud humana. Ya identificados los contaminantes, se realizarán análisis espaciales para visualizar su dinámica y destino para controlar su dispersión en el ambiente.

El área de Ecogenómica de Sistemas abordará la biodiversidad, desde el nivel genético, hasta el ecosistémico, para diseñar esquemas que contribuyan a la sostenibilidad de los sistemas alimentarios y productivos y que preserven el patrimonio natural del país.

En tanto, Planeación Colaborativa aportará capacidades científicas para generar políticas públicas para el desarrollo sostenible. Sus investigaciones se enfocarán a la instrumentación de “objetos limítrofes”, puentes que ligan la ciencia y la toma de decisiones, así como al uso de la visualización para facilitar la traducción y transmisión del conocimiento científico a tomadores de decisiones y representantes de actores sociales.

Edificio sostenible

El Laboratorio se ubica en un edificio diseñado con base en criterios internacionales de sostenibilidad como la certificación LEED. En una superficie construida de dos mil metros cuadrados, tiene dos niveles y capacidad para alojar a 150 personas. Su diseño bioclimático aprovecha la iluminación y ventilación natural y sus fachadas de doble vidrio regulan la temperatura interior.

Parte del estacionamiento está cubierto por paneles fotovoltaicos sujetos a una estructura metálica, un sistema que produce el 50 por ciento de la energía que necesita el edificio.

Cuenta con un sistema de medidores instalados a la red hidráulica y a los tableros de energía del inmueble. Los pisos vinílicos, plafones acústicos y el lambrín de madera, están clasificados como materiales “limpios”. Su anfiteatro tiene dos salas de inmersión con audio, video y pantallas LED.

Las áreas verdes tienen especies xerofitas nativas del Pedregal de San Ángel, son xerojardines de bajo mantenimiento que no requieren riego.

Créditos:UNAM-DGCS-200-2014

DISMINUYE LA NIEBLA EN ZONAS DEL CENTRO DE VERACRUZ

 
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nieblaenveracruzUn grupo del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM —encabezado por Víctor Barradas Miranda— que colabora con el Laboratorio Nacional de las Ciencias de la Sostenibilidad, reportó que la niebla en los bosques mesófilos de la zona central de Veracruz ha disminuido de manera paulatina. El fenómeno tendría consecuencias graves en los ciclos vitales de cientos de especies animales y vegetales, muchas endémicas, así como en el ecosistema de la región.

El académico señaló que esta alteración tendría origen en la deforestación, cambio de uso del suelo por actividad antropogénica y en la convección. “Al deforestarse un lugar, la temperatura aumenta y, en consecuencia, la base de las nubes sube, al igual que la bruma”.

Aunque el nivel sólo se ha elevado entre 200 y 400 metros, el fenómeno tendría consecuencias sociales, geográficas y ecológicas, además de que generaría escasez pluvial, lo que impactaría al bosque de niebla, un ecosistema de importancia económica y agrícola para los habitantes del área.

Tras realizar estudios de vulnerabilidad de la zona mesófila, Barradas Miranda concluyó que ésta es altamente vulnerable. “Si la temperatura aumentara a más de 30 grados y la humedad relativa disminuyera 30 por ciento, el lugar se transformaría y otras especies colonizarían el territorio. Además, el cambio climático global replicaría el problema en el planeta entero. En la zona central de Veracruz hay una modificación que respondería a este fenómeno mundial, pero en parte es regional”.

El investigador y su grupo señalan que es posible revertir esta disminución con medidas que incluyen un programa de reforestación. En un análisis que data de hace tres décadas, Barradas Miranda calculó que, en la zona, la captación hídrica mediante vegetación es de una quinta parte del balance, es decir, entra un 20 por ciento más de agua y representa una alternativa para “capturar” agrupaciones nubosas.

Esta opción es practicada en zonas como el desierto chileno, uno de los más secos del mundo, donde se abastecen de agua a partir de bruma “cosechada” con atrapanieblas (una malla de mosquitero) colocada perpendicularmente en dirección del viento, donde se depositan las gotas de las nubes.

Barradas Miranda refirió que estos cúmulos de vapor constituyen un recurso natural que puede explotarse con eficiencia y resultaría crucial en lugares con sequía. Se debe estudiar tanto la captación como la disponibilidad y potabilidad para saber si es redituable para que una persona cubra sus necesidades diarias del líquido.

“Tenemos que ir hacia la reforestación. Nuestra investigación señala la importancia de que las pequeñas comunidades cultiven especies de interés ecológico y económico para atender sus necesidades. Es posible conjugar agricultura y silvicultura para que, a partir de esa convección, vuelva a bajar la niebla”, concluyó.

Créditos: UNAM-DGCS-182-2014