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Contribuye la UNAM a la recuperación de los bisontes en México

 
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Una buena razón para el rescate del bisonte es que se trata de una especie clave de las praderas de Norteamérica.
Una buena razón para el rescate del bisonte es que se trata de una especie clave de las praderas de Norteamérica.

28 de diciembre de 2010

• Desaparecieron del territorio nacional en el siglo XIX. Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Durango, y posiblemente Zacatecas, formaron parte de su área original, dijo Rurik List, investigador del IE de la UNAM
• Dos manadas habitan en la reserva de la biosfera de Janos, Chihuahua; una, de alrededor de 130 ejemplares, que se mueve entre México y EU, y la otra, de 22, servirá para reproducción y poblar nuevos territorios

El mamífero terrestre más grande del continente americano, el bisonte (Bison bison), habitó nuestro territorio por cientos de años. Aunque especialistas negaban que perteneció a la fauna mexicana, investigadores del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM han demostrado que Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Durango y posiblemente Zacatecas, fueron parte de su área original. “Por ello, es razonable hacer esfuerzos para su recuperación en México”, dijo Rurik List.

El científico, integrante del Laboratorio de Ecología y Conservación de Fauna Silvestre de la entidad, expuso que una razón relevante para su rescate es que se trata de una especie clave –con un efecto “desproporcionado” en el ecosistema– de las praderas de Norteamérica.

A pesar de haber sido uno de los biomas con mayor distribución geográfica en el planeta, actualmente es de los más alterados y menos protegidos; “se necesita con urgencia recuperar las especies perdidas de los pastizales y que recomience la dinámica que los forjó durante miles de años”.

Los bisontes, que pueden vivir 30 años y pesar hasta 850 kilogramos, en el caso de los machos, aplastan y podan el pasto, condición necesaria para otras especies, como los perritos llaneros. Además, al revolcarse, hacen depresiones de hasta 20 centímetros de profundidad y cinco metros de largo, por dos o tres de ancho, que con la lluvia, se convierten en espacio de reproducción de anfibios e invertebrados acuáticos; asimismo, su lana es usada por aves para hacer sus nidos.

El llamado búfalo en Estados Unidos, se distribuía desde Alaska hasta el norte de México, refirió List en la revista Conservation Biology, pero a consecuencia de enfermedades del ganado traído por los españoles, y la caza, manadas de millones desparecieron en pocas décadas. “En el siglo XIX la industria creció a pasos agigantados y la demanda de bandas para máquinas aumentó en Europa, y para ese fin, se utilizó su piel”.

En el momento en que los grandes naturalistas de la Unión Americana llegaron a nuestro país, en la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, ya no había mención alguna del B. bison. Por ello, el equipo de List echó mano de documentos desde la época de la Colonia, y encontró reportes de su presencia en el territorio, de funcionarios y de personas que trabajaron en la delimitación de la frontera.

Incluso, un escrito de los más antiguos refiere a “dos bisontes que jalaban una carreta” en Zacatecas, y en publicaciones arqueológicas, se registró la presencia de huesos y pieles, en sitios como Paquimé. “Eso nos lleva a la conclusión de que el bisonte sí es un componente original de la fauna mexicana”, reiteró List.

Una manada

En 1988, cuando Gerardo Ceballos, también del IE, hacía su doctorado en al Universidad de Arizona, y encontró reportes de colonias de perritos llaneros en el municipio de Janos, Chihuahua; los localizó junto con una manada de bisontes, a la que no se había dado importancia.

Su origen podría estar en una donación del gobierno de Arizona al de Chihuahua en la década de 1920. Una segunda donación, se registró en los años de 1950, con lo que se formó una población que se ha movido por más de 80 años entre México y EU, como desde hace milenios lo hicieron sus ancestros.

En 2003, después de varios intentos, List encontró al grupo de alrededor de 130 ejemplares con ayuda de sobrevuelos. A partir de ese momento les ha seguido “la pista”. “Descubrimos que se mueven en dos ranchos de EU y tres de México. En nuestro territorio son considerados especie en peligro, protegida por las leyes, pero en cuanto cruzan la frontera se consideran ganado”.

A punto de extinguirse –quedaban sólo 500– algunos sobrevivientes de Yellowstone fueron llevados al zoológico de Nueva York. El número de ejemplares creció y fueron distribuidos en parques de Oklahoma, Dakota y Wyoming.

Por otro lado, algunos rancheros que habían capturado animales trataron de obtener una raza de ganado más resistente a las condiciones extremas de las planicies –inviernos fríos y veranos secos–, a las que los bisontes están acostumbrados. Los experimentos no funcionaron y la cruza entre ambas especies se dio sólo en condiciones forzadas; lo que sí ocurrió, fue que quedó un “legado” de genes de ganado en la población de “búfalo”.

Ahora, aunque hay una recuperación numérica, sólo cinco por ciento de los bisontes es silvestre, y muy pocos son “puros”, es decir, sin trazas genéticas de ganado, reconoció.

Otra gran preocupación, consideró, es que hace menos de dos años el gobierno estadounidense decidió expandir la construcción del muro fronterizo. Una de las áreas donde colocaron la barrera es donde se mueven los bisontes, y con ello, sólo queda la mitad de la zona libre para que crucen los animales.

“Aún no sabemos cuál será el efecto, pero es probable que se reduzca el movimiento a México”; por ello, los científicos pretenden que se reconsidere la aplicación de la medida en áreas biológicamente importantes.

Es de interés conocer la composición genética de este grupo. Por ello, ya se han tomado un par de muestras que evidencian la presencia de genes de ganado, pero tenemos que muestrear más, pues ese conocimiento dará la pauta para tomar acciones a futuro, expresó.
bisontes 2
Otra manada

Existe otra manada en México. Hace un año, recordó Rurik List, el Parque Nacional de Wind Cave, Dakota del Sur, hizo una donación de 23 ejemplares (dos murieron por una bacteria del suelo, y el resto, tuvo que ser vacunado; las inoculaciones que se administran al ganado doméstico incluyen cepas de esta bacteria, por lo que son inmunes, no así los bisontes). También se ubica en la reserva de la biosfera de Janos (de 543 mil hectáreas, declarada como tal el 8 de diciembre de 2009) y ya ha nacido una cría.

La importancia de estos bisontes es que son genéticamente puros, hasta donde lo permiten determinar las técnicas moleculares actuales. La meta es que se reproduzcan, y con un número suficiente, en aproximadamente seis años, llevar animales a otras partes de México.

Para que la manada crezca hasta 100 ejemplares será necesario cierto manejo como llevar a los especímenes a corrales, revisarlos, vacunarlos, colocarles collares, y en el momento en que se incremente la población, distribuirla a nuevos territorios de Sonora, Chihuahua y Coahuila.

Mientras eso ocurre, los universitarios continúan la colaboración y reciben financiamiento y apoyo de instancias como la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, los zoológicos de Denver y Phoenix, y la Fundación J.M. Kaplan.

Además, evalúan los beneficios económicos por turismo y venta de cacerías, carne o pieles, para que los rancheros mexicanos decidan participar en la recuperación de la especie y, en algunas áreas, el bisonte sustituya parcialmente el ganado, finalizó List.

Créditos: UNAM-DGCS-815/unam.mx

Investiga la FES Cuautitlán patologías en ovinos y caprinos

 
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Jorge Tórtora Pérez, académico del Programa de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la FES Cuautitlán.
Jorge Tórtora Pérez, académico del Programa de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la FES Cuautitlán.

13de junio de 2010

• Jorge Tórtora Pérez, académico del Programa de Medicina Veterinaria y Zootecnia de esa entidad universitaria, participa en un equipo multidisciplinario que desarrolla soluciones farmacéuticas para enfermedades en estos animales
• La falta de selenio en el suelo de algunas regiones del país, provoca que su leche y carne carezcan de ese elemento

La deficiencia de selenio en el suelo en algunas regiones del país, provoca que la leche y la carne de algunos animales carezcan de ese elemento. Ante ello, el académico del Programa de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán, Jorge Tórtora Pérez, participa en un equipo multidisciplinario que desarrolla soluciones farmacéuticas para enfermedades en ovinos y caprinos.

La falta de selenio, que puede traer consecuencias graves para la población, es un problema serio en prácticamente toda la nación, excepto en entidades como Chihuahua y Coahuila. Desde el punto de vista veterinario, su falta se traduce en menor eficiencia productiva de los animales, aseguró.

La principal fuente de selenio para el humano es la carne; los vegetales no lo contienen, y los pocos que lo poseen suelen ser deficientes. Además, el problema se agrava por tierras pobres en ese elemento y ricas en azufre.
Se ha comprobado que trabaja sobre enzimas, —moduladores metabólicos que actúan en los procesos de oxidación y reducción en células—, tejidos y síntesis de hormonas, relacionados con los cánceres de mama y próstata, agregó.

El selenio y la tiroides

Como parte de su trabajo, Tórtora Pérez ha encontrado un campo de investigación relativamente inexplorado: la relación de ese elemento con problemas en la glándula tiroides, que le ha permitido establecer un vínculo de estudio con Carlos Valverde, del Instituto de Neurobiología (INb) de la UNAM, campus Juriquilla.

Al interior de la glándula, una enzima se encarga de unir el yodo a la hormona tiroidea, pero si falta selenio la síntesis es defectuosa.

Un segundo nivel de acción, tal vez más importante, consiste en que al salir de la glándula, la hormona es inactiva, llega a los tejidos periféricos donde se activa con la pérdida de yodo; cuatro enzimas son las encargadas de separar el yodo y, de ellas, tres dependen del selenio. Por esta razón la carencia puede afectar la función de la tiroides a nivel central y periférico, explicó.

Esta relación de variables es poco estudiada a nivel mundial, aunque un grupo belga trabaja en África Central, donde se han registrado problemas de tiroides; en China se examina porque han tenido problemas cardiacos derivados, y en Escocia, se ha relacionado la falta del elemento con baja fertilidad en hombres, señaló.

Asimismo, expuso que existen suplementos, pero son poco eficientes. Por ello, en Estados Unidos comenzaron a enriquecer al ganado con selenio, para que su carne tenga niveles superiores a los normales.

De igual forma, personas con VIH que son adicionadas con ese elemento tienen mejor respuesta inmune; no es una cura ni ataca al virus, pero favorece el funcionamiento del sistema inmunológico, al igual que en el resto de los animales.

Otra problemática, continuó, se encuentra en los pacientes hospitalizados que se mantienen con aportes por venoclisis —inyección intravenosa de inserción lenta, que puede contener medicamentos, suero o cualquier otra sustancia que se requiera–, compuestos por glucosa, aminoácidos y otras sustancias para mantener el estatus metabólico; se han registrado decesos porque no hay selenio en el suero.

Patología en ovinos y caprinos

En otra línea de investigación, Tórtora Pérez estudia una enfermedad que afecta la capacidad reproductiva de los carneros, la epididimitis, que consiste en la inflamación del túbulo —que lleva el material seminal desde el testículo—, resultado de la presencia de una bacteria. Un área de trabajo a corto y mediano plazo es la mecánica de acción, es decir, cómo funciona la respuesta inmune.

También, en colaboración con otros científicos, se ha analizado el control del parásito protozoario del género Eimeria, que produce la coccidiosis, propia de cada especie. En particular, se buscan alternativas al problema de productores de cabras que no proporcionan suplementos a los animales, y no pueden utilizar estrategias de medicación en el alimento.
Créditos: UNAM. DGCS -354/unam.mx