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Ciencias aplicadas, instrumentación y nuevas tecnologías, temas de la revista JART

 
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22 de agosto del 2011

La revista Journal of Applied Research and Technology, es editada por el Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico de la UNAM.
La revista Journal of Applied Research and Technology, es editada por el Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico de la UNAM.

• Editada en inglés por el CCADET de la UNAM, difunde artículos de electrónica, acústica, metrología, óptica, cómputo e ingeniería mecánica, eléctrica y biomédica, entre otros
• Está incluida en los índices Science Citation Index Expanded de ISI-Thomson, Scopus, Latindex, Redalyc e Irmicyt, afirmó su editor en jefe, Felipe Lara Rosano

Temas de vanguardia en las áreas de nuevas tecnologías, instrumentación y ciencias aplicadas como electrónica, acústica y vibraciones, óptica, cómputo, metrología y varios campos de la ingeniería como la mecánica, eléctrica, biomédica, de producto, sísmica y ambiental, se abordan en la revista Journal of Applied Research and Technology (JART), que edita en inglés el Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico (CCADET) de la UNAM.

Otros rubros incluidos en la publicación cuatrimestral se refieren a biotecnología, nanotecnología, procesamiento de señales e imágenes, sistemas de control, cibernética, materiales y sensores, así como desarrollo de software y otras áreas de información y comunicación, precisó su editor en jefe, Felipe Lara Rosano.

Con tres números por año y entre ocho y 10 artículos por edición, divulga ciencia aplicada realizada en México, Estados Unidos, Canadá, Francia, Italia, Turquía, Irán y Chile, entre otros.

“Tenemos aproximadamente un 80 por ciento de autores mexicanos y 20 por ciento extranjeros, y de los nacionales, un cinco por ciento son de la UNAM y 75 por ciento de otras instituciones”, destacó Lara Rosano.

El también investigador del Centro comentó que tienen una larga lista de textos en espera, por el prestigio de la publicación indizada.

Algunos alumnos de doctorado en Ciencias Aplicadas e Ingeniería eventualmente incluyen colaboraciones en la revista, que se planea, diseña, imprime y difunde totalmente en el CCADET.

De SOMI a la UNAM

El antecedente de JART fue la revista Instrumentación y Desarrollo, que desde 1981 editó la Sociedad Mexicana de Instrumentación (SOMI).

En 2003, Lara Rosano, entonces director del CCADET, se propuso contar con un instrumento competitivo a nivel mundial para publicar y difundir estudios de alta calidad sobre instrumentación y ciencias aplicadas, realizados dentro y fuera de la UNAM y del país.

Con autorización de la SOMI, acogió en el Centro la revista, para renovarla; así, desde 2003, JART se publica totalmente en inglés y cuenta con los más altos estándares de calidad.

“Cada artículo es revisado por dos o tres árbitros con el sistema de doble ciego, para que ni los autores ni los revisores sepan quién escribió el material”, explicó.

Otro cambio importante que contribuyó a la profesionalización fue su inclusión en línea a partir de ese año. En la versión electrónica, actualmente están disponibles de manera gratuita todos los artículos vigentes y anteriores.

Índices nacionales y mundiales

En el país, está incluida en el Índice de Revistas Mexicanas de Investigación Científica y Tecnológica (Irmicyt), del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, mientras que en el mundo pertenece al Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (Latindex).

Además, en el Índice de Revistas Latinoamericanas en Ciencias; la Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal (Redalyc), y el Science Citation Index Expanded de ISI Thomson, que integra a las publicaciones de ciencia y tecnología más prestigiadas del planeta. Además, acaba de ser aprobado su ingreso a Scopus.

En cuanto a reconocimientos, en 2004 obtuvo el Premio a la Revista del Año, que otorga el Institute for Advanced Studies in Systems Research and Cybernetics, con sedes en Canadá y Alemania.

Créditos: unam.mx/boletin/2011_492

AFECTA EL RUIDO, RENDIMIENTO ESCOLAR DE ALUMNOS

 
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Si el ruido alcanza más de 60 decibeles, las personas sienten molestia. Con relación a los estudiantes, los especialistas de la UNAM se percataron que su atención comienza a perturbarse.
Si el ruido alcanza más de 60 decibeles, las personas sienten molestia. Con relación a los estudiantes, los especialistas de la UNAM se percataron que su atención comienza a perturbarse.

26 de abril de 2011

• Deriva en problemas de aprendizaje, advirtió un grupo de académicos de la Facultad de Psicología de la UNAM, encabezado por Cesáreo Estrada Rodríguez
• Colegas del CCADET han determinado que, al oír música con audífonos, los jóvenes se exponen a 90 decibeles, que representan una carga elevada para sus tímpanos; pronto habrá una generación precoz de débiles auditivos, alertó

El ruido en un salón de clases impacta de manera negativa a los procesos psicológicos y de aprendizaje de los alumnos, desde el nivel preescolar. Ese sonido deriva en problemas emocionales, cognoscitivos y de rendimiento escolar, advirtió un grupo de académicos de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, encabezado por Cesáreo Estrada Rodríguez.

Si alcanza más de 60 decibeles, las personas sienten molestia. Con relación a los estudiantes, los especialistas se percataron que su atención comienza a perturbarse.

“Por más concentrados que estén, si los niveles son elevados y constantes, esa capacidad disminuye. En el caso de los salones de clase o de las escuelas, hay otra variable de tipo cognoscitivo denominada inteligibilidad de la palabra, que se refiere a la posibilidad de entender y escuchar claramente la palabra del maestro o de los propios compañeros”, dijo Estrada Rodríguez.

La voz humana, en una conversación normal, se transmite a una intensidad que oscila entre los 50 y los 60 decibeles. Entonces, si un maestro habla y un ruido invade el salón de clases, los alumnos no escucharán a su profesor, indicó el especialista.

Si no se tiene una buena capacidad de atención y una óptima inteligibilidad de la palabra o del discurso, el aprendizaje tiende a disminuir. De modo que si afecta los procesos cognoscitivos, indirectamente también al aprendizaje. Es un hecho comprobado que la gente que escucha bien y posee una alta capacidad de atención, reporta un mejor rendimiento, abundó.

“Lo más preocupante es éste último, es decir, el aspecto que tiene que ver con el aprendizaje. Indicadores señalan que, a menor edad, mayor incidencia de problemas relacionados”, señaló.

Productividad a la baja

De acuerdo con diversos análisis, también tiene efectos negativos en el ámbito laboral; merma el rendimiento de los empleados. “En cualquier área de trabajo, sea manual o intelectual, un nivel alto afecta memoria y atención, lo que hace que disminuya la capacidad de producción”, afirmó Estrada Rodríguez.

Además, trae consigo consecuencias fisiológicas. Está ampliamente documentado que si una persona se expone a altos niveles mientras duerme, la calidad de sueño será pésima.

“Aunque no nos demos cuenta, el organismo está en funcionamiento aún si dormimos. El oído es el único que permanece alerta todo el tiempo, y aunque pretendamos ignorarlo, el ruido penetra y nos afecta”, explicó.

También, esa exposición ocasiona efectos crónicos en la audición. “Se pierde paulatinamente el sentido del oído, según el tiempo y el volumen de los sonidos. En un proceso natural de degeneración, se deteriora con la edad, y si a ello se suma el ruido, las dificultades aparecerán más rápido”, indicó.

En relación con el área de la salud, afecta especialmente la activación fisiológica, lo que puede convertirse en un indicador de estrés.

Los riesgos del iPod

Desde la perspectiva del especialista es preocupante que los jóvenes oigan música a altos decibeles. Si usan audífonos, uno puede escucharla a un metro de distancia; significa que la intensidad es altísima.

Estos riesgos han sido estudiados por el grupo de Acústica y Vibraciones del Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico (CCADET) de la UNAM.

“Los colegas del CCADET han determinado que, al oír música con audífonos, se exponen a 90 decibeles, cifra que representa una carga elevada para sus tímpanos. Me temo que pronto habrá una generación precoz de débiles auditivos, sin contar con los efectos que padecerá en el ámbito psicológico”, alertó Estrada Rodríguez.

Un camino para combatirlo es la legislación, pero a diferencia de lo que ocurre en los países desarrollados, la reglamentación en México es muy laxa e incluye sólo dos vertientes: la meramente laboral y la que contempla algunas medidas para mitigar las fuentes de ruido en espacios abiertos.

Por ello, el universitario recomendó que cada persona mitigue, por sí misma, los niveles y así se proteja en el ámbito donde se encuentre; además, sugirió atenderlo como un problema de salud pública. “Debe evitarse que penetre en los lugares de estudio, sobre todo de los niños”, concluyó.

Créditos: UNAM-DGCS-244/2011/unam.mx

La manipulación genética, problema subsistente en Biología y Medicina

 
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Luis Polo Parada, académico de la Universidad de Missouri, ofreció la conferencia Nanotecnología y nanomedicina: la nueva frontera, en el CCADET de la UNAM.
Luis Polo Parada, académico de la Universidad de Missouri, ofreció la conferencia Nanotecnología y nanomedicina: la nueva frontera, en el CCADET de la UNAM.

7 de abril de 2011
• No se trata sólo de insertar material a las células, sino que éstas sobrevivan al proceso, dijo en el CCADET de la UNAM, Luis Polo Parada, académico de la Universidad de Missouri

Muchas enfermedades surgen cuando aparecen ciertas anomalías en el genoma de la célula o se altera la producción de proteínas; por ello, si se pudiera retirar aquella sección dañada y en su lugar insertar una correcta, se solucionarían muchos problemas de salud, y para esto sirve la manipulación genética, un campo cada vez más explorado por la biología y la medicina, expuso Luis Polo Parada, académico de la Universidad de Missouri.

Para hacer esto, se debe aplicar un método denominado transfección, que consiste en la introducción del material en células eucariotas mediante plásmidos (estructura constituida por ADN), vectores u otras herramientas.

En la conferencia Nanotecnología y nanomedicina: la nueva frontera, impartida en el Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico (CCADET) de la UNAM, indicó que, por lo general, en los métodos que se han desarrollado en los últimos 25 años, la eficiencia es del dos al 40 por ciento, porque no se trata sólo de insertar el material a las células, sino que éstas sobrevivan al proceso.

“Para ello, se han elaborado sistemas como los de inyección directa, uso de partículas magnéticas y de ultrasonido para abrir membranas, entre otros. Todos tienen ventajas y desventajas, distintos costos o funcionan para un tipo, pero no para otros”, explicó.

Lo que se busca, agregó, es acelerar las partículas o el ADN para penetrar, hacer una especie de minibala que entre, pero no destruya o dañe, y si lo hiciera, que el deterioro fuese pequeño.

Muchos sistemas utilizan nanopartículas de oro, a las que adhieren elementos genéticos por fuera mediante atracción de cargas eléctricas; posteriormente, se usa cualquier sistema que genere ondas de choque o de presión, como gas o láser.

Un método efectivo ha sido el uso de nanotermitas, material explosivo cuyo desarrollo inicial estaba destinado a la armada. Este componente origina altas temperaturas, pero sin el efecto destructivo; producen de tres a seis mil grados centígrados en cuatro milisegundos al generar ondas de choque.

Así, se encontró que la frecuencia de choque de este material podía ser empleada para abrir la membrana e introducir un componente genético en la célula, concluyó.

Créditos: UNAM-DGCS-205/2011/unam.mx

En marcha, en el CCADET, laboratorio de manufacutra aditiva

 
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La tecnología usada recibe el nombre de Modelado por Deposición Fundida y emplea una suerte de soldadora que deposita capa tras capa de polímero para crear la pieza solicitada.
La tecnología usada recibe el nombre de Modelado por Deposición Fundida y emplea una suerte de soldadora que deposita capa tras capa de polímero para crear la pieza solicitada.

15 de enero de 2011

• En el nuevo espacio del Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico de la UNAM se pueden crear desde reproducciones de piezas artísticas y óseas hasta vehículos futuristas
• Las instalaciones estarán a disposición de instituciones universitarias y de los sectores público y privado, pues la meta es hacer de éste un espacio económicamente autosustentable, explicó José Manuel Saniger Blesa, director del CCADET

Sea una bicicleta a escala, un cráneo a tamaño natural o unas pinzas, todo puede realizarse en el nuevo Laboratorio de Manufactura Aditiva, que forma parte del Laboratorio Universitario de Ingeniería de Diseño y Manufactura Avanzada del Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico (CCADET); la única condición para elaborar una de estas piezas es que los modelos estén en formato STL.

Este lugar, que emplea una tecnología llamada Modelado por Deposición Fundida (FDM), es capaz de crear piezas aplicables en las ramas del conocimiento más variadas, inclusive en artes y humanidades.

“El único límite es la imaginación”, aseguró el director del CCADET, José Manuel Saniger Blesa, al poner en marcha este espacio.

Tener un laboratorio con estas características abre nuevos horizontes tecnológicos, porque conjunta dos factores cruciales: equipo de manufactura avanzada y especialistas capaces de diseñar prácticamente toda pieza solicitada, algo que se traduce en reproducciones útiles para profesionistas de las más diversas áreas.

Un médico puede tener acceso a una reproducción ósea en polímero, un ingeniero a una pieza hidráulica inexistente en su país o un escultor a una copia fiel de las miniaturas de Rodin o Miguel Ángel, entre algunos ejemplos.

“Todo esto se puede lograr con el equipo que tenemos; sin embargo, hay que subrayar que las máquinas pueden estar a la vanguardia, pero a fin de cuentas no son inteligentes, y si no las alimentamos con propuestas originales, se desperdicia su potencial. Por ello, contamos con un grupo de ingeniería capaz de crear diseños complejos, resolver problemas en diferentes áreas y herramientas para llevar planos a la realidad física”, agregó.

El laboratorio está abierto a cualquier instancia de la Universidad Nacional y de los sectores público y privado para apoyar el desarrollo científico, tecnológico y social del país. “Uno de los objetivos es hacer de éste un laboratorio económicamente autosustentable”, expuso.

“Iniciaremos una red de colaboración con facultades, institutos y centros, y si bien los servicios ofertados no serán gratuitos, sí se contará con beneficios para estas instituciones universitarias”.

Las impresoras tridimensionales recién adquiridas permitirán entender mejor un diseño; “al echar mano de un modelo físico, aumenta la comprensión y tratamiento del problema o situación a resolver”, aseguró.

¿Cómo funciona?

“Se proporciona un modelo computacional en tercera dimensión convertido a formato STL para enviarlo a la máquina, después el software lo asimila y desarrolla por capas. Por eso se llama impresora 3D, sólo que en lugar de inyectar tinta, extrude un hilo termoplástico fundido que se deposita en capas”, explicó.
A esta tecnología se le llama Modelado por Deposición Fundida y emplea una suerte de soldadora que deposita capa tras capa de polímero, abundó Arnold Veron, encargado de ventas de Latinoamérica de la marca de máquinas STRATASYS.

Se trata de equipo de fácil manejo en la rama industrial y educativa. Es una herramienta sencilla; sólo se necesita hacer un diseño, procesar el archivo, enviarlo a la máquina y ésta crea el modelo. No sólo sirve para prototipos, sino para partes finales y funcionales.

“Queremos que los estudiantes de nivel superior utilicen nuestros productos, por ello tratamos de brindar apoyo a las universidades, y la UNAM es la primera en Iberoamérica en tener una máquina como ésta”, añadió.

Para concluir, Saniger Blesa anunció que este año se inaugurará el Laboratorio Universitario de Ingeniería de Diseño y Manufactura Avanzada (LUIDIMA), del que forman parte estos equipos, además de una cortadora por chorro de agua, y máquinas herramientas avanzadas de control numérico y de múltiples ejes.

Créditos: UNAM-DGCS-030-2011/unam.mx

Niños que aprenden ciencia en la sierra de Puebla

 
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El Laboratorio de Ciencias de la UNAM busca brindar herramientas sólidas de aprendizaje a comunidades tradicionalmente desatendidas.
El Laboratorio de Ciencias de la UNAM busca brindar herramientas sólidas de aprendizaje a comunidades tradicionalmente desatendidas.

15 de agosto de 2010

• La comunidad de Vista Hermosa apenas cuenta con agua potable y electricidad, pero tiene un Laboratorio de Ciencias, donde los pequeños indígenas descubren los principios de la biología, química, física y astronomía
• Se trata de una iniciativa del CCADET de la UNAM, que busca enseñar a infantes de comunidades tradicionalmente desatendidas los cimientos del saber científico

“¡Tajkatik!”, así se dice “buenos días” en náhuatl, y así es como Josué saluda a sus compañeros y a su profesor todos las mañanas antes de entrar al salón de clases, pero en esta ocasión lo hace cargando una pelota roja que recién le regalaron por el Día del Niño. Tiene 10 años y estudia el quinto grado en la primaria General Juan Francisco Lucas, ubicada al borde de una cañada, en lo más alto de la sierra poblana.

Esta comunidad indígena de poco más de mil habitantes se llama Vista Hermosa, no cuenta con un solo teléfono y apenas dispone de agua potable, pero tiene un laboratorio donde los pequeños aprenden física, química, biología y astronomía gracias a una iniciativa del Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico (CCADET) de la UNAM, proyecto en el que además colaboran la Dirección General de Educación Indígena (DGEI) de la SEP, y la Universidad Pedagógica Nacional (UPN).

“Pocas veces se ha llevado un plan tan ambicioso a una comunidad indígena”, comentó Leticia Gallegos, coordinadora del Grupo de Cognición y Didáctica de la Ciencia del CCADET, quien añadió que para lograrlo fue necesario reunir diversas condiciones y hallar un poblado dispuesto a abrirles las puertas, “algo que no siempre es fácil”.

Sin embargo, aquí no fue así. Desde un principio, los profesores se sumaron a la propuesta universitaria, “primero con un poco de reservas, pero después de lleno, porque con esto no sólo los niños aprenden, sino también nosotros, como docentes”, compartió Fidel Santiago, director de esta escuela.

“No por ser maestros lo sabemos todo; ahora entiendo por qué hay eclipses, cómo se combinan los colores y por qué Plutón ya no es un planeta; ahora quiero que me expliquen cómo corre el tiempo”, añadió.

“Y yo lo que quiero es que me regresen mi pelota roja, pues la usaron en el laboratorio para explicarnos, con un foco, cómo es que se hace de día y de noche, pero ya es la hora del recreo y la necesito para jugar basquet”, dijo Josué con una mueca.

Un espacio para todos

La gente de Vista Hermosa no entiende el concepto de propiedad privada, o al menos no como la mayoría. “Aquí todo es de todos y, por eso, cada quien coopera por el bien común. Por ejemplo, cuando el pueblo necesita algo, nos reunimos y organizamos las faenas (trabajo colectivo), que pueden ir desde dar mantenimiento a los pocos tramos de asfalto que hay en la carretera o atender entre todos a un enfermo”, señaló don Pedro, quien se dedica a la siembra y a cuidar a sus siete borregos (originalmente eran ocho, pero a uno se lo tragó la cañada).

Así, hace poco más de un año, cuando el equipo de Gallegos llegó con la propuesta de acondicionar un salón de clases como laboratorio, todo el pueblo se sumó a los trabajos. “Si nos van a dar un centro tan bien equipado, ¿por qué dejar que los demás instalen algo que también nos corresponde?”, preguntó don Pedro.

La pequeña escuela donó una de sus aulas, “lo cual es decir mucho, pues se quedaron sólo con tres para atender a todos los niños”, expuso Xóchitl Bonilla, investigadora de la Universidad Pedagógica Nacional y participante del proyecto, quien añadió que le sorprendió la buena disposición de la comunidad hacia el equipo y el darse cuenta de que aunque ellos llegaban con mucho que dar, también recibieron mucho.

“Nosotros viajamos con los 30 años de experiencia que ha acumulado el grupo del CCADET desde su creación, y el pueblo nos recibió con esa sabiduría que ha atesorado a lo largo de siglos”, expuso la también bióloga.

“Si desde que llegaron, lueguito se veía que venían a hacer las cosas en serio, no como otros”, señaló doña María Carmen, madre de Erick y quien cocina una vez por semana para todos los niños del colegio.

“Acá, desde el principio, nuestros hombres llegaron con botes de pintura blanca y brochas, nosotras con escobas y la olla de frijoles para la hora del taco, e incluso las investigadoras, así tan estudiaditas como las ve, andaban con su trapeador escurriendo jabón de aquí para allá”.

El resultado fue un salón perfectamente limpio, con un televisor de 20 pulgadas empotrado a la pared, nueve mesas, 18 sillas, una computadora y estantes con plastilina, pintura acrílica, espejos, globos terráqueos, espejos, lámparas y todo tipo material, mucho del cual fue desarrollado en el mismísimo Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico.

“Este proyecto se llama Construcción del Pensamiento Científico en Diversas Realidades Contextuales, y para acercarlo aún más a la comunidad de profesores participantes, les pedimos que tradujeran este nombre al náhuatl; tras mucha discusión, el resultado fue Kaltaixmatilis Semanauak, es decir, casa del saber del mundo”, acotó Gallegos.

Descubriendo nuevos mundos

En náhuatl no hay una palabra equivalente a planeta, por lo que, a la hora de estudiar el Sistema Solar, los alumnos deben elaborar este concepto prácticamente desde cero, y en esta tarea, el Laboratorio de Ciencias resulta fundamental.

“Este proceso es sumamente interesante, sobre todo cuando lo vemos en niños muy chiquitos, pues este proyecto atiende a infantes desde los tres hasta los 12 años”, expuso Elena Calderón Canales, encargada de entrevistar a los pequeños indígenas para registrar su progreso.

Así, con esferas de unicel, globos terráqueos y lámparas incandescentes que emulan el Sol, estos infantes se olvidan por un momento que están en lo alto de la sierra de Puebla y se lanzan a una expedición cósmica que tiene por única misión entender cómo se produce el día y la noche, por qué cambian las estaciones y cómo se ocurren los eclipses.

“Quizá lo más complicado sea hacer que entiendan qué es un planeta, pues al principio creen que se trata de bolitas de masa, como las que ellos avientan al techo cuando juegan, sólo que éstas se fueron tan alto que terminaron incrustadas en el cielo. Entonces, lo que hacemos es explicarles que son más bien como una sitalin, es decir ‘estrella’, y al mismo tiempo una talyikpak, que es como le decimos nosotros a la Tierra”, explicó el profesor José, encargado de dar clase a niños de primero y segundo.

Para Josué, el dueño de una gran pelota roja y amante del basquetbol, ésta es la clase que más le ha gustado. “¿Sabías que hay lugares como aquí, pero allá en el espacio? Cuando es de noche y el cielo está limpio, me gusta levantar la mirada y buscarlos, porque si como me dicen, quizá hay mundos igualitos a éste, pero allá arriba, quizá haya otro niño como yo asomándose para ver dónde vivo, y yo quiero saludarlo”.

La semana de colores

Otra de las lecciones que reciben los pequeños es cómo formar colores. “Les damos pinturas vinílicas azules y amarillas y les enseñamos que al mezclarlas se forma el verde, o que el rojo con azul da morado”, explicó Beatriz García Rivera.

Primero con plastilina y luego con pinturas, los niños intentan reproducir los matices que los rodean. “Con azul y negro se hace el tono de la noche”, comentó Esteban, mientras que su hermana Lupita añadió “y con azul y un poco amarillo tenemos el color jegüite (hierba)” “Estos niños me enseñan mucho”, dice doña Brígida, madre de Este y Lupis (como les dice), “esto de que los colores se pueden mezclar, no tenía ni idea, para mí el verde era sólo verde, ahora es mucho más”.

Sin embargo, en lo que a cromatismos corresponde, no hay nadie como Marco Polo, quien mezcla colores con mucha naturalidad y es capaz de diferenciar el rojo del carmín, o reproducir con naturalidad el color piel con un poco de blanco, rojo, amarillo y café, “porque la piel no es rosita como nos dicen, ¿o sí?”, dijo mientras estiraba sus brazos morenos frente a sí, como para comparar tonalidades.

“A este niño no le tuvimos que enseñar nada, él, de colores, ya lo sabe todo, si desde siempre ha sido muy independiente, tanto que se apellida Iturbide Guerrero”, bromeó su profesor. La verdad es que el padre de Marco es pintor, de hecho, el señor Iturbide fue quien se encargó de enjalbegar las paredes del Laboratorio de Ciencias, “y si me dejan a mí, yo las pinto más bonito”, remató Marco Polo.

Y como para aprender estos niños “se pintan solos”, además de hacer mezclas en paleta y pincel, los pequeños también han aprendido que la luz blanca se descompone en colores al pasar por un prisma. “Al principio me asusté porque observé un arco iris y en el pueblo nos han enseñado que son una cosa tan mala que con tan sólo señalarlos se te seca el dedo, pero aquí vi que hasta son bonitos. Ya no les tengo miedo”, platicó Miguel Ángel, un niño de la comunidad vecina de Tecapagco, que también participa en el proyecto.

Enseñando a enseñar

En el Laboratorio de Ciencias no sólo se da clase a niños, sino a 50 maestros de comunidades vecinas, pues la intención es replicar esta experiencia en las 12 escuelas y 13 centros preescolares que hay en la zona 503, ubicada en plena sierra de Puebla.

“Los primeros que aprendemos somos nosotros, si no, ¿cómo enseñaríamos adecuadamente?”, compartió la profesora Silvia, de la escuela Miguel Hidalgo de la comunidad de Tecapagco. “Antes no tenía claro lo de la mezcla de los colores, o por qué se producían los eclipses, simplemente nos ceñíamos al programa de la SEP, ahora me dan ganas de investigar más y traer más lecturas a mis alumnos”.

El entusiasmo de los profesores por esta experiencia es tal que muchos, pese a percibir un muy reducido salario como docentes, no dudan en poner de su bolsillo cuando hacen falta fotocopias o material para hacer más didáctica su clase.

Para Eustacio López Marcos, mejor conocido como el maestro Tacho, la presencia de la UNAM en la zona está marcando un precedente histórico.

“La Universidad Nacional vino justo a donde más se necesitaba, porque a un pequeño de una comunidad indígena le cuesta no el doble, sino el triple aprender, en comparación con un alumno inscrito en una escuela urbana; si no lo cree, tan sólo voltee a su alrededor, ¿dónde ve un solo letrero aquí?, ¿alguna indicación escrita en todo el pueblo? Eso es porque aquí la mayoría es analfabeta, y si un niño no tiene siquiera un letrero qué leer, ¿cómo esperamos que aprenda el abecedario?”.

De Vista Hermosa a la ciudad más cercana, Cuautempan, hay una cañada de distancia, pero si se comparan las condiciones en que se encuentran la escuela de un lugar y la del otro, esa cañada en realidad es un abismo.

“No obstante, estamos haciendo las cosas muy bien”, comentó con una sonrisa el director de la primaria Juan Francisco Lucas, quien añadió que hasta hace unos años, los padres de Vista Hermosa querían inscribir a sus hijos en la escuela de Cuautempan para que éstos tuvieran mejores oportunidades educativas, pero la fama de este laboratorio ya llegó hasta la ciudad, “y ahora, para el siguiente ciclo escolar, muchos de Cuatempan quieren venir a Vista Hermosa y están pidiendo lugar… Eso nunca antes había pasado”.

Pero más allá de lo que digan los profesores de la zona, las autoridades e incluso el mismo personal universitario, los más agradecidos con este proyecto son los padres de familia, que en ocasiones acompañan a sus niños y se asoman por las ventanas del laboratorio, porque también quieren aprender algo.

“Yo soy una de esas”, dijo doña Brígida, “cuando puedo, vengo a ver qué hacen, porque los pequeños se ven muy divertidos, y a veces les colaboro con algo, por ejemplo, el otro día les traje flores para un experimento. No sé a quién se le ocurrió instalar todo esto aquí ni por qué, pero si pudiera decirle algo a ese alguien, sería gracias, o tlasojkamatik, como decimos aquí en náhuatl, que aunque es una palabra que se dice fácil, a nosotros siempre nos sale del corazón”.

Créditos: UNAM. DGCS -482/unam.mx