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Sin reconocimiento, la trascendencia de la masticación.

 
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No se le ha estudiado cabalmente, aunque se realiza por lo menos tres veces al día, y para preparar un bocado de un alimento duro de dos gramos para su deglución, se requieren aproximadamente 40 ciclos, explicó Ana María Wintergerst, de la FO.
No se le ha estudiado cabalmente, aunque se realiza por lo menos tres veces al día, y para preparar un bocado de un alimento duro de dos gramos para su deglución, se requieren aproximadamente 40 ciclos, explicó Ana María Wintergerst, de la FO.

18 de Diciembre del 2012

La masticación es una función importante del cuerpo; se lleva a cabo todos los días, sin embargo, no recibe la importancia adecuada. “No se le ha estudiado cabalmente, aunque la realizamos por lo menos tres veces al día, y para preparar un bocado de un alimento duro de dos gramos para su deglución, se requieren aproximadamente 40 ciclos”, señaló Ana María Wintergerst Lavín, de la División de Estudios de Posgrado e Investigación de la Facultad de Odontología (FO) de la UNAM.

Es el primer paso de la digestión y se relaciona con la calidad de vida y salud de las personas. Este proceso es resultado de una compleja organización estructural y funcional en la que participan, entre otros, el sistema nervioso central y periférico, estructuras óseas, músculos, dientes y tejidos blandos.

En el momento en que se introduce un alimento a la cavidad bucal, se realizan movimientos que lo transportan a la zona de los dientes posteriores, que es donde se tritura y procesa. No sólo se “rompe”, sino que se mezcla con saliva y forma un bolo cohesivo y deformable, que puede ser deglutido, explicó.

Las afecciones más comunes en la cavidad bucal, las caries y la enfermedad periodontal, frecuentemente tienen como secuela la pérdida de dientes, que merma la capacidad de preparar la comida para ingerirla.

La evaluación de la función masticatoria se puede hacer de forma objetiva y subjetiva; la primera se realiza al dar alimento a una persona, que lo mastica cierto número de ciclos, o hasta antes de deglutir, y luego lo expulsa en un filtro; así se determina el tamaño de las partículas, que son mayores conforme se registra la pérdida de más dientes. “Preferimos usar alimentos artificiales, para estandarizar la dureza, peso y tamaño del bolo”, indicó.

En tanto, la subjetiva consiste en la percepción del propio individuo sobre su capacidad de masticar. La falta de dientes y los problemas al respecto afectan la calidad de vida de las personas, que aceptan que les molesta o causa tristeza no disfrutar de todo tipo de alimentos, lo que disminuye el placer de comer.

En México, refirió, 25 por ciento de la población de entre 65 y 74 años de edad es edéntula, y de los 18 a 34 años, 1.6 por ciento ya no tiene dientes.

Por ello, Wintergerst y su equipo estudian esta función y desarrollan un instrumento (cuestionario) para la evaluación subjetiva del desempeño masticatorio en adultos, que a diferencia de los existentes, no sólo contiene un dominio relativo a la autopercepción de la función misma, sino sobre el impacto emocional y social derivados por problemas al masticar.

Para ello, seleccionaron a pacientes a quienes sólo les faltaban piezas posteriores. “Todas son importantes; con los anteriores mordemos, se corta, pero las personas valoran más estos dientes por la estética; la masticación se lleva a cabo primordialmente en el sector posterior”.

La universitaria observó que a medida que aquéllos faltan y se afecta la capacidad de fracturar los alimentos, los individuos tratan de compensar con el incremento de los ciclos de masticación de 40, 45 ó 50. Aún así, no alcanzan a hacerlo como quienes tienen todas las piezas.

Si quedan pocas, tres o cuatro posteriores, o se pierden en su totalidad, cambia el patrón. Los pacientes dejan de compensar con un incremento del número de ciclos y degluten prácticamente sin masticar; con ello pueden originarse problemas de salud.

Quienes no tienen dientes dejan de consumir, sobre todo, fibra, frutas y vegetales verdes, y comienzan a ingerir en mayor proporción grasas y carbohidratos, más fáciles de masticar.

“En el instrumento que construimos, evaluamos no sólo un listado de alimentos (que van desde los muy duros, como zanahoria o carne asada, hasta algunos que no lo son tanto, como la pera o el elote desgranado), sino el impacto social y emocional por los problemas respectivos”.

En los cuestionarios convencionales, de acuerdo con los alimentos marcados como aquellos que no se pueden ingerir, se determina qué tan afectada está la función, aunque se recurre a procesos para seguir con su consumo, como mayor cocción, hacerlos papilla o cortarlos en fragmentos pequeños.

Para elaborar el instrumento, primero se recurrió a grupos focales con odontólogos, que comentaron las quejas más frecuentes por la falta de piezas, y preguntas abiertas a 150 pacientes de las propias clínicas de la FO, como ¿qué tipo de problema le ha ocasionado la pérdida de dientes posteriores?

El cuestionario se aplicó a 100 personas de entre 40 y 60 años en el DF y Guerrero.

Consta de 14 preguntas, aunque una de ellas contiene, a su vez, 15 más, en las que se inquiere la dificultad para masticar. Tratamos de ser específicos, y en lugar de enlistar “carne”, por ejemplo, se pregunta sobre “carne de res asada”; también incluye a la “manzana con cáscara partida en cuatro partes”, o “chicharrón sin guisar”. Además, se interroga sobre la modificación de las prácticas alimentarias, como remojar o licuar la comida.

En relación al impacto emocional y social, se encontró que no poder ingerir todo tipo de alimentos puede ser irritante, así como dejar de salir a comer fuera de casa, lo que afecta la vida social. Sin embargo, el impacto es menor a lo esperado, pues muchos consideran que la pérdida de piezas es un “proceso natural” relacionado con el envejecimiento.

Para validar el instrumento, fue necesario comparar los puntajes con la prueba objetiva; algunos pacientes refieren que su masticación es “buena”, aunque carezcan de dientes posteriores.

Se seguirá con su aplicación en las clínicas de la FO, y podría servir para evaluar el efecto de diferentes tratamientos sobre la función masticatoria, como valorar el resultado de los tratamientos de ortodoncia, pues éstos se centran más en el aspecto estético que en la función, o de los tratamientos de rehabilitación bucal, finalizó Wintergerst Lavín.

Boletín UNAM-DGCS-777
Ciudad Universitaria.

Desarrollan Recubrimiento Comestible en Plantas del Semidesierto, para productos Hortofrutícolas.

 
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El recubrimiento comestible para frutas y hortalizas en poscosecha se elabora a partir de bioinsumos vegetales de extractos, aceites, gomas y ceras de plantas del semidesierto mexicano, como orégano, hoja sen, damiana y sangre de drago.

El recubrimiento comestible para frutas y hortalizas en poscosecha se elabora a partir de bioinsumos vegetales de extractos, aceites, gomas y ceras de plantas del semidesierto mexicano, como orégano, hoja sen, damiana y sangre de drago.

4 de Septiembre del 2012

Los productos hortofrutícolas son alimentos básicos en la dieta humana, pero presentan el inconveniente de ser perecederos, por causas endógenas o exógenas; se dispone de ellos durante periodos cortos, además, en muchos de los casos se trata de cultivos de carácter estacionario.
La necesidad de tenerlos todo el año ha llevado a investigadores de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán de la UNAM, encabezados por las investigadoras María Andrea Trejo Márquez y María Gabriela Vargas Martínez, a desarrollar un recubrimiento comestible para frutas y hortalizas en poscosecha; se elabora a partir de bioinsumos vegetales de extractos, aceites, gomas y ceras de plantas del semidesierto mexicano.
El proyecto, apoyado por la Secretaría de Economía y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), consiste en el aprovechamiento de vegetales como el orégano, damiana, gobernadora, hoja sen, sangre de drago y jojoba, “variedades comunes que no necesitan ser cultivadas, pues crecen solas en el desierto”, indicó Vargas.
Sus extractos se combinan con un polímero, “en este caso experimentamos con mucílago (baba) de nopal”. A partir de esa mezcla, el grupo obtuvo un recubrimiento biorgánico, que puede aplicarse a frutas y hortalizas al momento de su cosecha, lo que contribuye a eliminar hongos y bacterias. También, puede hacerse de resinas aceitosas, y aplicarse por inmersión o aspersión”.
Los universitarios han demostrado que este producto, empleado en fresas, brinda impermeabilidad y permite alargar su vida útil tras ser cultivadas, lo que es benéfico si se pretende exportarlas o consumirlas directamente sin necesidad de lavarlas.
“A ese fruto se le colocó un recubrimiento de extracto etanólico de orégano que no afectó su sabor, y se conservó en refrigeración hasta 25 días. Normalmente, en esta condición sólo dura alrededor de 10, y después lo ataca un hongo”. En el plano económico constituye una buena opción para los agricultores que buscan exportar, opinó.
Aunque el estudio está dirigido a frutas que se consumen con todo y cáscara (manzana, pera, uvas y guayaba, entre otras), experimentan con papaya, pues su manejo es muy delicado.
Recubrimientos saludables
Si bien los recubrimientos no son la única opción para preservar, “sí es una de las formas con las que podemos contribuir, con la ventaja de que son inocuos para la salud; además no alteran las características organolépticas y favorecen al consumidor, pues los componentes además de ser antioxidantes, son potenciales promotores del sistema inmunológico”, explicó.
Se han hecho estudios con paneles de personas que evalúan los extractos, que son tan diluidos que no presentan un sabor desagradable; no se puede identificar si se trata, por ejemplo, de orégano.
Asimismo, explicó, su uso no afecta al ambiente, porque sus residuos son fáciles de degradar; además, constituyen una alternativa económica y eficiente.
Por último, resaltó que un porcentaje importante del territorio mexicano entra en la categoría de desierto, “ahí existen tantas plantas que crecen por sí solas, que son desaprovechadas”.

Los productos hortofrutícolas son alimentos básicos en la dieta humana, pero presentan el inconveniente de ser perecederos, por causas endógenas o exógenas; se dispone de ellos durante periodos cortos, además, en muchos de los casos se trata de cultivos de carácter estacionario.

La necesidad de tenerlos todo el año ha llevado a investigadores de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán de la UNAM, encabezados por las investigadoras María Andrea Trejo Márquez y María Gabriela Vargas Martínez, a desarrollar un recubrimiento comestible para frutas y hortalizas en poscosecha; se elabora a partir de bioinsumos vegetales de extractos, aceites, gomas y ceras de plantas del semidesierto mexicano.

El proyecto, apoyado por la Secretaría de Economía y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), consiste en el aprovechamiento de vegetales como el orégano, damiana, gobernadora, hoja sen, sangre de drago y jojoba, “variedades comunes que no necesitan ser cultivadas, pues crecen solas en el desierto”, indicó Vargas.

Sus extractos se combinan con un polímero, “en este caso experimentamos con mucílago (baba) de nopal”. A partir de esa mezcla, el grupo obtuvo un recubrimiento biorgánico, que puede aplicarse a frutas y hortalizas al momento de su cosecha, lo que contribuye a eliminar hongos y bacterias. También, puede hacerse de resinas aceitosas, y aplicarse por inmersión o aspersión”.

Los universitarios han demostrado que este producto, empleado en fresas, brinda impermeabilidad y permite alargar su vida útil tras ser cultivadas, lo que es benéfico si se pretende exportarlas o consumirlas directamente sin necesidad de lavarlas.

“A ese fruto se le colocó un recubrimiento de extracto etanólico de orégano que no afectó su sabor, y se conservó en refrigeración hasta 25 días. Normalmente, en esta condición sólo dura alrededor de 10, y después lo ataca un hongo”. En el plano económico constituye una buena opción para los agricultores que buscan exportar, opinó.

Aunque el estudio está dirigido a frutas que se consumen con todo y cáscara (manzana, pera, uvas y guayaba, entre otras), experimentan con papaya, pues su manejo es muy delicado.

Recubrimientos saludables

Si bien los recubrimientos no son la única opción para preservar, “sí es una de las formas con las que podemos contribuir, con la ventaja de que son inocuos para la salud; además no alteran las características organolépticas y favorecen al consumidor, pues los componentes además de ser antioxidantes, son potenciales promotores del sistema inmunológico”, explicó.

Se han hecho estudios con paneles de personas que evalúan los extractos, que son tan diluidos que no presentan un sabor desagradable; no se puede identificar si se trata, por ejemplo, de orégano.

Asimismo, explicó, su uso no afecta al ambiente, porque sus residuos son fáciles de degradar; además, constituyen una alternativa económica y eficiente.

Por último, resaltó que un porcentaje importante del territorio mexicano entra en la categoría de desierto, “ahí existen tantas plantas que crecen por sí solas, que son desaprovechadas”.

Boletín UNAM-DGCS-544

Ciudad Universitaria.

Elaboran salchichas con harina de lombriz

 
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Científicos de la UN en Palmira aseguran que la lombriz roja californiana (Eisenia foetida) posee altos contenidos de aminoácidos proteínicos.
Científicos de la UN en Palmira aseguran que la lombriz roja californiana (Eisenia foetida) posee altos contenidos de aminoácidos proteínicos.

16 de Agosto de 2012

Ingenieros agroindustriales elaboraron un embutido de pez tilapia y lombriz roja californiana que puede sustituir la proteína de la carne de res.

Científicos de la UN en Palmira aseguran que la lombriz roja californiana (Eisenia foetida) posee altos contenidos de aminoácidos proteínicos, un componente esencial para generar la energía que diariamente necesita el cuerpo humano.

Por eso, un grupo de investigadores agroindustriales le adicionó harina de lombriz a una salchicha de tilapia que ya había sido elaborada en la Institución, y halló altas propiedades nutricionales y gustativas en el producto final. Este es el primer trabajo científico de este tipo en el país.

El profesor José Igor Hleap, director del proyecto, afirma que las californianas se pueden producir en cualquier lugar del planeta que no supere los 40 ºC. “Nuestros climas templados son ideales para su reproducción”, asegura.

Aunque, en el país, la lombricultura no es un sector posicionado y aún no se conocen cifras oficiales de producción, Diego Fernando Castaño, gerente de Lombricol (empresa dedicada a la implementación de abono orgánico a través del lombricompost), afirma que puede haber alrededor de diez de estos empresarios formalmente establecidos.

“Sin duda, es un negocio en expansión y tiene un gran potencial en el contexto nacional e internacional. Aunque la mayoría nos dediquemos a los abonos orgánicos, el sector de los alimentos es prometedor, pues la lombriz tiene un porcentaje de proteína mayor al de otros animales de consumo humano”, indica el empresario.

Juan Manuel González, estudiante de Ingeniería Agroindustrial de la UN en Palmira, explica que el novedoso alimento se desarrolló en el Laboratorio de Tecnología de Carnes, a partir de filetes de tilapia roja, utilizando una formulación validada en investigaciones anteriores y una técnica con la que ya se ha fabricado una pasta de pescado denominada Surimi.

Fue así como adicionaron un 4%, 8%, 12%, 16% y 20%, respectivamente, de harina de lombriz roja californiana a cada una de las salchichas de ensayo y sustituyeron la presencia de carne de res y cerdo en niveles equivalentes de proteína. También elaboraron una sin harina que sirvió como control, pero la prueba de oro del producto final eran los consumidores. Por eso, se hizo una evaluación sensorial con el fin de identificar su grado de satisfacción, preferencia y aceptabilidad.

El producto fue degustado por cincuenta consumidores no entrenados; entre estos se escogieron quince jueces al azar para que lo calificaran. “Las salchichas se ofrecieron a las personas en forma aleatoria. Se descartaron aquellos embutidos que incluyeron una sustitución entre el 16 y el 20% de harina, pues sus características de textura y consistencia no fueron aceptables”, afirma María Fernanda Mora, estudiante del proyecto.

El estudio reveló que el 78% de los consultados estaría dispuesto a comprar el alimento, pues expresaron agrado por un producto novedoso que les resulta más saludable y nutritivo que sus semejantes del mercado.

Además de los análisis organolépticos (olor, color, textura…), que permitieron identificar el sabor y el gusto del singular producto, los investigadores efectuaron pruebas bromatológicas (estudio integral de los alimentos) y microbiológicas, que permitieron observar un grado de contenido proteínico similar al de las salchichas convencionales y concluir que todas ellas se ajustan a las exigencias de la norma Icontec 1325, es decir, son productos aptos para el consumo humano.

Créditos: agenciadenoticias.unal.edu.co

Cangrejo invasivo, fuente de proteína para gallinas

 
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Procambarus clarkii es un crustáceo decápodo de la familia Cambaridae. Se trata de un cangrejo de río, nativo del sureste de Estados Unidos.
Procambarus clarkii es un crustáceo decápodo de la familia Cambaridae. Se trata de un cangrejo de río, nativo del sureste de Estados Unidos.

06 de Agosto de 2012

Una estudiante de doctorado de la Sede Palmira de la UN, evalúa el valor nutritivo y pigmentante del cangrejo invasivo de río para sustituir la costosa torta de soya en la alimentación de aves y peces.

Según el Global Invasive Species Database, el cangrejo de río Procambarus clarkii es un gran excavador, labor que puede producir daños en el curso de los ríos y en los cultivos, particularmente en el arroz, y sus hábitos de alimentación pueden alterar los ecosistemas nativos.

Según este sistema de información, este cangrejo puede competir y desplazar a los cangrejos de río autóctonos, ya que es vector del hongo Aphanomyces astaci que causa grandes daños a las especies nativas.

Impulsada por el aprovechamiento de esta especie invasora en beneficio del sector agropecuario del país, Elba Fiorella Gómez, estudiante del Doctorado en Ciencias Agrarias de la UN en Palmira, estudia el valor de la harina de este cangrejo.

Según Fiorella, “este cangrejo es una especie invasora que fue traído desde hace 25 años para la alimentación humana y por las características del trópico que le permitían reproducirse fácilmente; no obstante, no dan la talla ni el peso comercial para la adquisición o consumo por parte de las personas”.

La investigadora indica que así no sirva para este fin, puede ser una buena opción para reemplazar o sustituir la costosa torta de soya, una materia prima de gran importancia para la elaboración de concentrados, considerada el “talón de Aquiles” para los productores colombianos, ya que deben comprarla en otros países a precios elevados.

Prueba de ello es que los porcicultores manifestaron su preocupación el año pasado. Durante el primer semestre del año se evidenció entre los productores una caída en el precio de compra del cerdo, y esto se sumó a un aumento en los costos de producción, a raíz del incremento en los precios internacionales de materias primas como el maíz y la torta de soya.

Por ello, el objetivo es fabricar harina y agregarla al alimento de las gallinas y peces, especialmente de las truchas, un estudio que llevará un año.

“En este momento estamos evaluando cuál es el porcentaje de proteína que tienen los cangrejos y qué tan apropiado es dárselo como adición al alimento de las aves. Buscamos utilizar esta especie invasora que daña los ecosistemas y afecta la armonía que debe existir en un ecosistema, para que su presencia tenga algún beneficio”, dice la estudiante de doctorado.

Las primeras pruebas de aceptabilidad mostraron resultados positivos, ya que las aves no han tenido problemas al consumir el alimento. Este es un punto a favor que destaca la investigadora, ya que con pruebas posteriores de digestibilidad podrán determinar qué tan provechoso resulta ser el cangrejo.

“Queremos evaluar y llegar a sustituir la torta de soya por su alto costo para los productores, ya que por cada 100 kg de maíz hay que adicionar actualmente 60 kg de torta de soya”, sostiene Fiorella.

Los estudios para la digestibilidad y aprovechamiento de la harina de cangrejo seguirán haciéndose en el Laboratorio Mario González Aranda de la UN en Palmira durante este año, para comenzar a efectuar pruebas de la harina en truchas, en enero de 2013.

Créditos: agenciadenoticias.unal.edu.co

Menú de cereales ayuda a niños con “autismo”

 
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Niños con trastornos del espectro autista (TEA) mejoran su condición al consumir alimentos de origen vegetal como cereales.
Niños con trastornos del espectro autista (TEA) mejoran su condición al consumir alimentos de origen vegetal como cereales.

1° de Agosto de 2012

Una dieta a base de alimentos de origen vegetal podría mejorar la condición, en el largo plazo, de niños que padecen de trastornos del espectro autista (TEA), según lo afirman nutricionistas de la UN.

Quinua, amaranto, trigo, centeno y avena son algunos de los cereales que podrían contribuir a que los niños que sufren de TEA sean menos retraídos y agresivos, así como para el control de su hiperactividad.

“La propuesta es ofrecer a los niños con TEA alimentos de origen vegetal ricos en calcio. Sabemos que la disponibilidad es poca, pero se trata de aprovechar al máximo estos alimentos por el bien de los menores”, asegura Luz Adriana Aguirre, estudiante de Nutrición de la UN.

Niños vulnerables

Los menores que sufren de TEA tienen una flora intestinal diferente a las demás personas y presentan trastornos gastrointestinales con más frecuencia. Por esta razón, las restricciones deben ser supervisadas por especialistas.

Según la estudiante, “si los niños están acompañados por un buen profesional de la salud que los apoye en el manejo de la dieta, van a lograr suplir las proteínas que dejan de consumir y así no presentarán desnutrición ni falta de energía”.

Por otra parte, según las investigaciones, el 95% de los niños responde bien a las dietas y consigue mejorar su comportamiento; sin embargo,  algunos presentan problemas intestinales al perder la impermeabilidad del intestino, y como usan antibióticos para su tratamiento, la flora intestinal se ve alterada notablemente.

Un proceso largo

Es posible que la dieta no presente ningún cambio durante los primeros meses, pero las investigaciones son concluyentes al cabo de 12 meses.

Al suplir las principales fuentes de calcio, que son los lácteos, la flora intestinal se afecta y su recuperación es lenta, pero además se pueden ver mejoras en la parte cognitiva y de relación con los demás.

“Estas dietas no funcionan en el corto plazo. Se ha visto que algunos niños a los ocho meses aún no muestran cambios y, por eso, muchas personas las abandonan. Lo importante es seguir, pues en un lapso de 12 a 24 meses, los cambios serán muy alentadores”, afirma Luz Adriana Aguirre.

Finalmente, el impacto en el comportamiento del menor ante un nuevo menú basado en cereales es evidente; sin embargo, los investigadores continúan trabajando en reemplazar los nutrientes que el calcio proporciona y que se suprimen con la dieta.

Créditos: agenciadenoticias.unal.edu.co