



SINFONÍAS DE RABIAS A DOS MANOS
Por: Gabriela Molina Herrera*
Para todas las rabias por haber.
Para el rabioso de Gabriel Salóm F.
Una rabia nos ha nacido sorpresivamente,
así, de repente,
con la referencia de un pasado de grilletes
y mordazas.
Y nos llegó,
sólo nos llegó, envuelta en reclamos,
en gritos postergados,
puños levantados,
dedos medios señalando construcciones oxidadas
de intolerancia,
de corrupción,
de discreciones perfectamente disfrazadas
de impunidades sonrientes y majaderas;
súplicas de alabanzas al poder en facto.
Sí,
y la rabia nos ha crecido de repente,
de la noche a la mañana.
Cuando dormíamos complacientes,
en muidas camas revestidas de indiferencia,
y así,
sin más,
la rabia se despertó
contagiando al padre a romper su propia sombra;
a la madre la condujo a gritarle al espejo sus mentiras;
al niño a romper su Play Station 4
o simplemente a dejar de ver Dragon ball Z;
y la niña,
la dulce princesa de un cuento inacabado
estrelló contra el mundo sus palabras
de ser niña.
Alentó:
a Gabriel a rabear todos los días tecleando más rabias,
y en sus rabias despertar la rabia de otras rabias;
a José a rabear silenciosamente mientras piensa en cómo sacar rabia de los ojos de otra gente;
a Gilberto y Juan, que sus rabias logren contagiar más rabias;
a Carmen, mustiamente, la incita a devorar rabias para alimentar el intelecto y la palabra que despierte más rabias en aquellos y aquellas que tienen la rabia dormida, anestesiada;
a Miguel que pone en cada palabra escrita, rabias entintadas,
rojas, amarillas, azules,
doradas como los sueños rabiosos de una patria nueva.
Y a Cristina y Guille y Susana y Pedro y María y Felipe y Diego y Manuel y Paty y Gerardo y Carlos y Gis y Alberto y Elvia y Lalo y Jorge y Ale y Tere y John
y todo el santoral del calendario a sumarse a una rabia colectiva,
incendiaria,
provocadora de rabias con sentido.
Y nuestras rabias se van uniendo,
enlazándose,
enamorándose,
sintiéndose,
hermanándose hasta el punto de convertirse en una rabia digna,
dos rabias dignas,
tres rabias dignas,
hasta juntar 60 mil rabias dignas.
Y luego, las rabias irán transformándose en paz
en amor,
en un amor de fuego transformador de la vida,
en amor por la justicia,
en amor por la verdad,
en amor por la libertad,
en amor,
simple amor por la humanidad.
Entonces, para conservar este amor,
nacerán otras rabias
a luchar,
a levantarse,
a indignarse,
a infectarse de rabia digna,
a expandirse como el paludismo,
en una gran epidemia de rabias
y volveremos a empezar
a rabear por otras rabias
por otras injusticias,
por otras guerras,
por otras impunidades,
por otras desilusiones,
por otros amores imperfectos,
por nosotros y nosotras
rabiosos y rabiosas
de vivir;
y también,
rabiaremos por quienes son mutilados en sus rabias
por quien se le murió la rabia antes de nacer,
por quien vendió su rabia por un plato de lentejas,
por quien compro la rabia ajena,
por quien no supo qué hacer con su rabia y se suicido en una noche cualquiera,
por quien no sabe que tiene una rabia,
por quien lo sabe y la oculta tras unos lentes de sol,
por quien se la desayuna ,
por quien la vomita en una almohada para dormir en paz,
por quien se ríe de nuestra rabia,
por quien nos heredó su rabia,
por quien muere de rabia sin saber por qué.
Por todas las rabias ambulantes de los caminos
por todas las rabias contenidas,
por todas las rabias dormidas,
hoy escribimos,
a dos manos
a dos sueños
una sinfonía de rabias
interminables
infinitas
inmortales
finitas,
terminales
mortales.
Amén.
* Gabriela Molina Herrera es académica de la UPN Zacapoaxtla