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Reúnen en un libro investigación de punta sobre diabetes y obesidad

 
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El Instituto de Fisiología Celular y el Programa Universitario de Investigación en Salud de esta casa de estudios, presentaron el libro Advances in Obesity–Diabetes Research at UNAM.
El Instituto de Fisiología Celular y el Programa Universitario de Investigación en Salud de esta casa de estudios, presentaron el libro Advances in Obesity–Diabetes Research at UNAM.

24 de febrero de 2011

• Editado para intercambiar conocimientos con biomédicos de otros países, Advances in Obesity–Diabetes Research at UNAM, contiene 13 trabajos universitarios

• Los coeditores, Marcia Hiriart Urdanivia, directora del IFC, y Jaime Mas Oliva, coordinador del PUIS, planean un segundo volumen con análisis sociales

México ocupa el primer lugar del mundo en obesidad infantil y el segundo en adulta, lo que convierte al país en un símbolo de este problema de salud pública, que aumenta en el orbe al lado de la urbanización y el consumo inadecuado de alimentos industrializados.

Ligada al sobrepeso, aunque con su propia dinámica de factores genéticos y ambientales, se desarrolla la diabetes, también en la lista de los padecimientos que más afectan a la población global.

Para dar luz sobre las investigaciones de punta que desde la Universidad Nacional indagan los orígenes, desarrollo y nuevos abordajes para el tratamiento temprano de ambos padecimientos, el Instituto de Fisiología Celular (IFC) y el Programa Universitario de Investigación en Salud (PUIS) de esta casa de estudios presentaron el libro Advances in Obesity–Diabetes Research at UNAM.

Editado por El Manual Moderno, el texto es el segundo del proyecto editorial del PUIS –que inició con la obra Advances in Cancer Research at UNAM–, y representa un esfuerzo por compilar trabajos científicos de la Universidad en torno a un tema de relevancia mundial.

En la presentación del texto, Jaime Mas Oliva, investigador del IFC, coordinador del PUIS y coeditor, señaló que esta segunda obra significó indagar en los estudios que sobre los dos tópicos se realizan en la institución.

El libro compila en 224 páginas 13 investigaciones colectivas desarrolladas por 47 autores universitarios de las facultades de Medicina (FM), Química (FQ), Ciencias (FC) y de Estudios Superiores (FES) Zaragoza, así como de los institutos de Fisiología Celular e Investigaciones Biomédicas (IIBm).

En tanto, Marcia Hiriart Urdanivia, directora del IFC y también coeditora, comentó que “la convocatoria fue acogida con gusto, aunque es un esfuerzo de investigaciones biomédicas al que falta añadir análisis de las ciencias sociales y las humanidades, lo que haremos en un segundo volumen”.

Trece abordajes, dos enfermedades

En el capítulo uno, el grupo encabezado por Carolina Escobar Briones, de la FM, aborda la relevancia de los ritmos circadianos para la homeostasis metabólica, la adaptación y para una vida sana; se proporcionan evidencias que indican que las alteraciones en los ritmos metabólicos pueden propiciar obesidad.

En el capítulo dos, Ruud M. Buijs y sus colegas del IIBm destacan que una de las principales funciones del reloj biológico (el núcleo supraquiasmático) es la de preparar a nuestro cuerpo para los cambios diarios en los periodos de actividad y descanso. Sus estudios revelaron que si el núcleo supraquiasmático es disfuncional se pueden desencadenar obesidad y diabetes.

En el capítulo tres, Marta Menjívar y su equipo de la FQ analizan la relación entre el páncreas y la diabetes tipo 2. Su investigación destaca que la pobre nutrición intrauterina y las modificaciones de la secuencia de algunos genes son causa de ese padecimiento.

En el capítulo cuatro, María Teresa Tusié Luna y su grupo del IIBm y del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán refieren los componentes genéticos de la población mestiza mexicana para el desarrollo de la diabetes tipo 2.

En el capítulo cinco, Marcia Hiriart y sus compañeros del IFC abordan la regulación de la insulina en el desarrollo de la obesidad. Argumentan que el desarrollo pancreático durante los estadios fetal, neonatal y el primer mes de vida es importante para tener un nivel glucémico efectivo en la vida adulta.

En el capítulo seis, Víctor Manuel Mendoza Núñez y su equipo de la FES Zaragoza demuestran que la conjunción del envejecimiento con la diabetes genera un efecto aditivo sobre el estrés oxidativo y la inflamación, lo que incrementa el riesgo de complicaciones de macro y microangiopatías, así como del deterioro cognitivo y de la depresión en la vejez.

En el capítulo siete, Norma Bobadilla Sandoval y sus colaboradores del IIBm y del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, plantean el daño renal o nefropatía diabética, una de las principales causas de muerte como consecuencia de la diabetes. Destacan que en años recientes se ha incrementado la incidencia de ese padecimiento en el mundo y un mayor desarrollo de nefropatía, afección progresiva caracterizada por alteraciones en la hemodinámica renal.

En el capítulo ocho, Rocío Salceda Sacanelles, del IFC, indaga las alteraciones neuroquímicas de la retinopatía diabética, la segunda causa de ceguera en el país. Su estudio sostiene que, si bien esa enfermedad se asocia a alteraciones vasculares, existe evidencia de que el tejido neural también se daña. Sus resultados sugieren que los cambios en el metabolismo de glucosa representan un paso inicial de ese mal.

En el capítulo nueve, Cristina Fernández Mejía y sus colegas del IIBm y del Instituto Nacional de Pediatría, abordan a la enzima glucocinasa como una molécula blanco para el desarrollo de medicamentos para combatir la enfermedad. Sostiene que su acción en el primer paso del metabolismo de la glucosa, y su regulación hormonal y otros factores confieren características que permiten el control de los niveles de esa sustancia en la sangre.

En el capítulo 10, Juan C. Díaz Zagoya y su grupo de la FM presentan un estudio para entender la relación entre obesidad y diabetes tipo 2; basado en varios modelos animales y humanos, se relaciona el consumo de frutos, cianobacterias y almidón con la reducción de hiperglucemia.

En el capítulo 11, Marco Antonio Juárez Oropeza, también de la FM, documenta que el alga Spirulina tiene propiedades hipolipidémicas, antihiperglicémicas, antihipertensivas y hepatoprotectoras, algunas de ellas relacionadas con su efecto antioxidante. Propone que la Spirulina maxima sea considerada como complemento en la prevención y tratamiento de pacientes con diabetes, cirrosis, cardiopatía isquémica y enfermedades cardiovasculares.

En el capítulo 12, Adolfo Andrade Cetto, de la FC, propone el uso de plantas mexicanas tradicionales para el tratamiento de diabetes tipo 2, y ejemplifica con el uso de Cecropia obtusifolia, cuyo extracto acuoso probado en modelos animales y pacientes con esa enfermedad mostró un efecto positivo sobre las concentraciones de glucosa plasmática y sobre los niveles de hemoglobina.

Por último, en el capítulo 13, Martha Pérez Armendáriz y su grupo de la FM señalan el papel funcional de los canales intercelulares en tejidos glandulares y, en particular, en las células beta pancreáticas.

En la presentación del libro, en el auditorio del Museo Universitario Arte Contemporáneo, Alberto Lifshitz Guinzberg, titular de la Unidad de Educación, Investigación y Políticas de Salud de la Dirección de Prestaciones Médicas del IMSS, destacó que la publicación recopila 13 investigaciones que abordan la “diabesidad”, un nuevo concepto que une los dos padecimientos, así como el síndrome metabólico, también de trascendencia mundial.

En tanto, Mucio Moreno Portillo, director del Hospital General Manuel Gea González, de la Secretaría de Salud, indicó que la obra es ejemplo del liderazgo y de la capacidad de la comunidad de la UNAM; en cada capítulo, acotó, se enseña y muestra lo que se puede hacer desde el país a nivel internacional.

Por su parte, Enrique Graue Wiechers, director de la Facultad de Medicina, comentó que diabetes y obesidad son males complejos en los que inciden factores genéticos, educativos, económicos y sociológicos, por lo que es deseable revisarlos también desde esas ópticas.
Con información de: UNAM-DGCS-112-2011/unam.mx

Advierte investigadora que programa contra comida chatarra en escuelas es limitado

 
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La obesidad infantil es una epidemia que afecta a millones en todo el orbe
La obesidad infantil es una epidemia que afecta a millones en todo el orbe

19 de enero de 2011

*Necesario, el apoyo de nutriólogos para combatir el problema, afirma

*Es oportuno regular la publicidad de esos productos en televisión *Los esfuerzos por cambiar hábitos deben comenzar en los hogares

La doctora María del Consuelo Velázquez Alva, adscrita al Departamento de Atención a la Salud y a la carrera de Nutrición Humana de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, consideró que será limitado el programa que restringe la venta de alimentos chatarra en las escuelas sin un programa integral de educación y orientación nutricional para combatir la obesidad infantil, además de que se requerirá de estudios de evaluación para medir su impacto.

El exceso de peso en los menores de edad, expuso, es un problema de salud pública grave tanto en el país como a escala global, representa una epidemia incontrolable que ha sorprendido a la sociedad y a la comunidad médica, porque los niños obesos no son casos aislados, sino la punta del iceberg que afecta a millones en todo el mundo.

Frenar su aumento para los próximos años conllevará un enorme desafío, porque los pequeños que ahora son obesos en pocos años constituirán una población de adultos jóvenes con la misma problemática, pero además con enfermedades asociadas y fallecerán más jóvenes que la generación de sus padres.

La especialista calificó de positivo la puesta en marcha de lineamientos para la venta de productos chatarra en escuelas de educación básica, porque “la obesidad en la infancia se ha asociado a la ingesta excesiva de energía; es decir, alimentos ricos en calorías, como las bebidas azucaradas, refrescos, panecillos, dulces y golosinas; algunos de ellos tienen un contenido elevado de grasas saturadas”.

Empero, en su consideración, disminuir el consumo en los centros escolares no será suficiente si no se toma en cuenta también la presencia de los vendedores afuera de los planteles y se considera el apoyo de nutriólogos, la Asociación Mexicana de Facultades y Escuelas de Nutrición, para hacerlo más viable.

Se trata de hábitos en la infancia que han generado una conducta alimentaria inadecuada. Por tanto, el programa de educación y alimentación deberá iniciar desde el hogar con los padres de familia. “Son muchos los actores que deberán intervenir para modificar los hábitos de alimentación de la población menor, como médicos, pediatras, nutriólogos, los medios masivos de comunicación y las autoridades escolares”, indicó.

Velázquez Alva, quien imparte Nutrición en los grupos mayores de 60 años y desarrolla el proyecto de investigación que aborda la prevalencia del sobrepeso y la obesidad asociada a factores de riesgo cardiometabólico en población estudiantil, expresó que sería oportuno regular la publicidad y difusión de los productos chatarra en televisión y que éstos contengan advertencias específicas, como se hace con otras mercancías.

Naciones como Noruega y Suecia “prohiben los comerciales de alimentos en horarios de programas infantiles que induzcan a su consumo, porque con los mensajes el niño se verá motivado a comer”.

También enfatizó que no se está incidiendo en la modificación del estilo de vida en relación con la actividad física y ejercicios de los niños, ya que “su nana es la pantalla chica”.

La investigadora apuntó que si bien será difícil prohibir la difusión de los alimentos no nutricionales ante los muchos intereses económicos de la industria de los alimentos, sí hay que regularlos.

“Se trata de negociar, los mensajes deben cambiar, porque a veces se distorsiona la información que se desea dar”, pues la mercadotecnia aprovecha adjetivos para exaltar atributos de los productos. En cambio, como refrigerio, los menores de edad deben comer frutas y verduras.

La profesora señaló que es preciso enseñar a los pequeños a comer productos totalmente naturales, no industrializados, como si fueran bocadillos. Deben colocarse a la vista, al alcance, e involucrarlos en la tarea de compra y preparación de los mismos.

Rechazó el mito referente a que las frutas y verduras son caras, “habría que ver el costo de una fruta de temporada y las ofertas de la semana comparado con los alimentos industrializados”.

Hay muchas razones por las cuales los expertos recomiendan que los padres y profesores eduquen a los niños en el consumo de frutas: ayudan a mantener su estado de hidratación, son fuentes casi exclusiva de vitamina c, de antioxidantes, ricas en fibra, no contienen grasa, se pueden disfrutar en cada época del año, ingerirse crudas o cocidas y combinar con todo tipo de alimentos. Pueden ser golosinas por su agradable sabor.

Comentó que en Estados Unidos sólo uno de cada cinco infantes consume las cinco raciones de frutas y vegetales que la Organización Mundial de la Salud recomienda al día.

Se ha visto que los niños disminuyen el consumo de leche, vegetales y cereales, y aumentan su ingesta energética a través de jugos de frutas azucaradas, alimentos ricos en grasas que provienen de quesos y botanas que exceden la recomendación para su consumo. También se ha incrementado el consumo de hidratos de carbono provenientes de cereales a través de pizzas, pastas, comida mexicana y refrescos.

La académica precisó que urge un programa que distinga áreas de influencia de los padres sobre los hábitos de alimentación de los niños.

“Uno tiene que responsabilizarse, la sociedad, los padres y el gobierno de la disponibilidad de acceso de los alimentos, de la estructura de la comida que se ofrece a los niños, de las prácticas de socialización con los alimentos y del estilo familiar relacionado con la alimentación”, agregó.

Sin olvidar informar y explicar a los niños el motivo por el cual se les aconseja dejar ese tipo de productos, argumentando los beneficios y la importancia de una alimentación sana.
Créditos: UAM/Dirección de Comunicación Social/uam.mx / Boletín 014/11

Contribuye la UNAM a la educación para la nutrición de infantes

 
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sobrepeso27 de diciembre de 2010

• El proyecto Ambientes de aprendizaje obesogénicos, de la FES Acatlán, pretende describir los aspectos socioculturales en relación a la formación de los hábitos alimenticios

Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), la obesidad y el sobrepeso en niños en edad escolar se incrementó 30 por ciento de 1988 a 2006.

El estudio revela que en el Estado de México, 14 de cada 100 niños menores de cinco años tienen baja talla; en contraparte, Tlanepantla, Ecatepec, Coacalco, Naucalpan, Nezahualcóyotl, Tultepec y Cuatitlán Izcalli son las jurisdicciones donde los infantes de preescolar y primaria presentan mayor exceso de peso.

Por ello, a través de un taller de investigación educativa, estudiantes de séptimo y octavo semestre de la licenciatura de Pedagogía en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de la UNAM, participan como educadores en primarias ubicadas en Atizapán.

Ambientes de aprendizaje obesogénicos es un proyecto de investigación dirigido por María del Rocío Ávila Santana, profesora en Pedagogía de la entidad, que pretende describir los aspectos socioculturales respecto a la formación de los hábitos alimenticios.

Los ambientes obesogénicos, explicó Ávila Santana, son espacios físicos de interacción social, donde se generan experiencias, emociones y afectividad con relación a la comida; desde esa perspectiva, casi cualquier lugar se adapta a esta definición, por lo que en el contexto del estudio, las escuelas constituyen un claro ejemplo.

Se trata de un trabajo que se realiza con alumnos de Práctica Profesional de la licenciatura en Pedagogía, y se desprende de un convenio de colaboración con la Coordinación Regional de Educación para la Salud, que atiende la región de Atizapán y Nícolas Romero, Estado de México.

El propósito es llevar a cabo una intervención profesional, desde una visión multidisciplinaria, donde se trabaje a través de diagnósticos, estrategias de aprendizaje y generación de ambientes de enseñanza no obesogénicos, que logren un cambio en los hábitos alimenticios, indicó.

En este proyecto de educación para la nutrición participan 22 universitarios, que elaboran un diagnóstico acerca del contexto y ubicación de la escuela y sus características socioeconómicas, y revisan los datos que los mismos directores proporcionan sobre el peso y talla de los alumnos.

En México, se ha prestado mayor atención a los problemas de obesidad que a los de mala nutrición por exceso; en ese sentido, el problema no es sólo si se come en exceso, sino qué alimentos. “Lo importante no es negar la ingesta de comida chatarra, sino educar a los niños para que aprendan a distinguir entre un alimento saludable y otro que no lo es”, dijo.

“A partir de ello, se establecen estrategias con una visión lúdica, porque como trabajamos con infantes de primaria, es importante tocar, aprender y jugar para lograr un aprendizaje significativo y mostrar al pequeño qué es una proteína o qué es el plato del bien comer”, añadió la también maestra en tecnología educativa.

El proyecto consiste en evaluar el estado nutricional de los alumnos de educación básica (preescolar y primaria) con base en las encuestas existentes, que incluyen datos sobre talla, peso e información sobre el rendimiento escolar.

A partir de ese diagnóstico, se plantean estrategias de enseñanza para que los alumnos identifiquen y entiendan que no toda la comida es buena para su salud.

Los universitarios imparten pláticas informativas, clases en las que utilizan material didáctico como frutas de plástico, dibujos o juegos, para ilustrar las ventajas de consumir alimentos saludables. Asimismo, muestran el aspecto negativo de los productos chatarra.

Los resultados obtenidos se reflejan en el cambio de hábitos de los estudiantes, sus familias y profesores. La investigadora afirmó que el proyecto, por tener un enfoque cualitativo, se basa en la observación de las actividades dentro de las escuelas.

“El aspecto principal de esta labor es que se promueve un quehacer profesional y nace un nuevo campo de estudio para los pedagogos. Se trabaja también para que la sociedad reconozca la labor de este tipo de profesionales, que cumplen un papel importante en el manejo y diseño de estrategias de aprendizaje y, en este caso, de educación para la nutrición”, concluyó.
Créditos: UNAM-DGCS-813/unam.mx

Trastorno por atracón, más común que la anorexia y la bulimia nerviosa

 
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El trastorno por atracón es más común que la anorexia y la bulimia nerviosas, y quien lo padece puede consumir de mil 500 a cuatro mil 500 calorías en una sola comilona.
El trastorno por atracón es más común que la anorexia y la bulimia nerviosas, y quien lo padece puede consumir de mil 500 a cuatro mil 500 calorías en una sola comilona.

26 de diciembre de 2010

• El 80 por ciento de las mujeres desean un peso menor al que tienen
• Los hombres, en tanto, desean bajar unos kilos porque tienen sobrepeso u obesidad, o quieren aumentar masa muscular por ser delgados
• El trastorno por atracón es más común que la anorexia y la bulimia nerviosas

“Si una persona no está a gusto con su figura corporal puede corregirla con el uso, por ejemplo, de ropa holgada, pero hay quien desarrolla otro tipo de conductas, como restringir los alimentos hasta llegar al ayuno o, en casos extremos, tomar purgantes, laxantes, diuréticos o píldoras para adelgazar e incluso provocarse el vómito”, dijo Rosalía Vázquez Arévalo, investigadora de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala.

Todos poseen una imagen corporal que podría ser la representación que se tiene de uno mismo y de los sentimientos o actitudes propias, pero si esa percepción y valoración no son favorables, se podrían poner en práctica varias conductas para modificarla.

Se ha encontrado que 80 por ciento de las mujeres desean un peso por debajo del que tienen; en cambio, los hombres están divididos entre los que quieren bajar de peso porque tienen sobrepeso u obesidad, y los que quieren aumentar su masa muscular por ser muy delgados.
Si alguien preguntara qué nos desagrada de nosotros, seguramente entre 80 y 90 por ciento contestaríamos que algo de nuestra figura. Esta actitud, conocida como malestar corporal es normal, porque la mayoría de las personas no se ve afectada por ella en su vida cotidiana, ni emprende acciones dañinas para modificar su silueta.

Si se presenta la llamada insatisfacción corporal, que sería el siguiente nivel, la gente empieza a tener conductas nocivas para la salud, como dejar de asistir a reuniones sociales, someterse a dietas rigurosas sin supervisión médica, auto provocarse vómitos, usar laxantes o purgantes.

El problema es que a veces la gente confunde los dos niveles anteriores. De acuerdo con una encuesta, 80 por ciento de los estudiantes de un plantel educativo tenía insatisfacción corporal, aunque manifestaron malestar corporal.

“Trabajamos para hacer esta diferenciación, porque afirmar que 80 por ciento de los estudiantes encuestados está en riesgo de sufrir un trastorno del comportamiento alimentario es incorrecto. A la gente le gustaría cambiar algo de su cuerpo, pero ello no implica una actitud patológica”, apuntó la investigadora.

Predictor

Estudios realizados en México y el extranjero han demostrado que la insatisfacción corporal es el mejor predictor de un trastorno del comportamiento alimentario.

Del 80 por ciento de la población que le gustaría cambiar algo de su cuerpo, se sabe que 10 ó 15 por ciento se han sometido a dietas rigurosas u otras conductas nocivas.

Es importante aclarar que el sobrepeso es diferente de la obesidad. Aparece si una persona presenta entre cinco y 10 por ciento más de su peso corporal ideal, según su estatura, edad y actividad física.

“No es tan nocivo para la salud, incluso está asociado a una mayor longevidad, porque cuando una persona con sobrepeso enferma seriamente su organismo cuenta con reservas para soportar el padecimiento, comentó Vázquez Arévalo.

En cuanto a la obesidad, según la Organización Mundial de la Salud no es un trastorno del comportamiento alimentario, sino un problema grave de salud, porque se relaciona con enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión, que derivar en la muerte.

Trastorno por atracón

Los trastornos del comportamiento alimentario suelen dividirse en específicos, como la anorexia y la bulimia nerviosas, y en no específicos, como el llamado trastorno por atracón. Éstos últimos presentan una problemática clínica relevante, pero no llegan a tener la gravedad de los primeros.

El trastorno por atracón, actualmente sometido a investigación, refiere a la obesidad, cuyo origen es psicológico; es decir, no se come por hambre, sino por problemas emocionales. Es más común que la anorexia y la bulimia nerviosas (por cada tres casos de mujeres hay dos de hombres), y quien lo padece puede consumir de mil 500 a cuatro mil 500 calorías en un solo atracón.

Para que a una persona se le diagnostique este trastorno debe contabilizar al menos dos episodios de atracón por semana durante seis meses.

Créditos: UNAM-DGCS-812/unam.mx

La obesidad, también relacionada con transtornos del sueño

 
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La somnolencia que ocasiona la interrupción constante en el dormir es la causa número dos de accidentes de tránsito y laborales, destacó Reyes Haro Valencia.
La somnolencia que ocasiona la interrupción constante en el dormir es la causa número dos de accidentes de tránsito y laborales, destacó Reyes Haro Valencia.

• Personas con exceso de peso roncan y presentan apneas o pausas respiratorias mientras duermen, destacó Reyes Haro Valencia, director de la Clínica de Trastornos del Sueño de la UNAM

• Se presentan modificaciones en la duración de las etapas del sueño y se tiende a disminuir las que son importantes para el descanso físico y mental

• En consecuencia, se menoscaba el reposo y la restauración, lo que deriva en fatiga, irritabilidad, problemas de atención, de memoria y depresión, alertó

La obesidad también está estrechamente relacionada con la presencia de trastornos respiratorios producidos por el sueño. Alrededor del 10 por ciento de la población mundial padece ronquidos y apnea, y en países con altos índices de habitantes con exceso de peso, como México, esa cifra sube al 15 por ciento, afirmó Reyes Haro Valencia, académico de la Facultad de Medicina (FM) y director de la Clínica de Trastornos del Sueño de la UNAM.

Muchas personas que padecen este problema no lo saben ni buscan atención médica, y mientras avanza lentamente, se acostumbran a vivir con los síntomas diurnos, sin saber que pueden afectar seriamente su salud y actividades cotidianas.

En los adultos, se menoscaba el descanso y la restauración. Si no se cumplen las funciones fisiológicas que se deben cubrir mientras se duerme, al día siguiente hay fatiga, irritabilidad, problemas de atención, de memoria y depresión, alertó.

La somnolencia que ocasiona la interrupción constante en el dormir es la causa número dos de accidentes de tránsito y laborales, destacó.

En el caso de los niños, acotó, se afecta el crecimiento y aspectos como la atención, aprendizaje y conducta.

Los mecanismos neurofisiológicos que regulan el ciclo sueño-vigilia también participan en la regulación de la conducta alimenticia, y cuando existe algún trastorno en el dormir, se presentan alteraciones en aquélla, y a la inversa, explicó.

Los individuos con sobrepeso u obesidad presentan modificaciones en la duración de las distintas etapas del sueño y tienden a disminuir las que son importantes para el descanso físico y mental, abundó.

Las etapas del sueño

Los seres humanos tienen cuatro etapas de sueño: la primera y la segunda, se conocen como sueño ligero, y las subsecuentes, son más importantes en términos de restauración de las funciones corporales. La tercera proporciona el descanso físico, y la última, el mental; es cuando se consolida lo asimilado en los procesos de atención, memoria, aprendizaje, y en esta fase es cuando soñamos.

En la tercera se producen las hormonas del crecimiento y de la saciedad. En el obeso este lapso dura menos y, en consecuencia, se afecta el desarrollo físico; en cuanto a la alimentación, no tienen el aviso de satisfacción ni sienten el estímulo para detenerse a tiempo y comen de más, lo que refuerza el incremento de peso, indicó.

Esto explica por qué las personas no descansan mientras duermen y, en el caso de los niños, por qué tienen problemas de desarrollo. Además, en la etapa del sueño más profundo es donde se consolida el aprendizaje, así que los menores presentan dificultades para prestar atención y de conducta, lo que deriva en depresión, acotó.
Haro Valencia mencionó que la respuesta al estrés también se ve afectada en los individuos con exceso de peso, porque en la última etapa del sueño, se disminuye la secreción de la hormona cortisol, situación que los hace más vulnerables a las tensiones.

Ronquido y apnea

El ronquido es un factor de riesgo asociado a cuestiones de sobrepeso y obesidad. Roncamos porque hay un crecimiento anormal en los tejidos alrededor de la garganta, en la úvula, las amígdalas, el paladar y la lengua; las causas siempre son anatómicas, explicó.

“Cuando dormimos nos relajamos paulatinamente y los tejidos que tenemos crecidos cuelgan, no tienen donde apoyarse, y al paso del aire se produce una vibración; entonces, se ronca más en la medida en que se tiene mayor sobrepeso”, precisó.

El problema no es el ruido, sino las pausas respiratorias o apneas; el cerebro es sensible a la falta de oxígeno, entonces se va produciendo un daño neuronal, lo que explica por qué las personas que las padecen tienen problemas de atención y memoria; además, el ronquido se asocia con fatiga, somnolencia y disminución en general del desempeño de las actividades diurnas, apuntó.

En el caso de las apneas, mientras más largas sean, mayor es el movimiento, lo que interrumpe la continuidad del sueño y provoca, con el tiempo, cardiomegalia (crecimiento del corazón), que deriva en hipertensión; si este padecimiento ya existe, se corre el riesgo de tener un infarto o algún problema cerebrovascular, advirtió.

Tratamiento

Lo importante es que existen tratamientos para cada grado de severidad. Cuando el problema es leve, la odontóloga adscrita a esta clínica coloca un dispositivo de avance mandibular que abre un espacio para que el aire fluya sin chocar con los tejidos relajados, precisó.

En casos moderados, la cirugía de vías aéreas superiores es la elección; se realiza por otorrinolaringólogos con entrenamiento en trastornos de sueño. Pero si son severos, está contraindicada, porque en esta etapa se presentan problemas respiratorios y cardiovasculares.

Entonces, se coloca una mascarilla nasal conectada a un generador de presión positiva de aire continuo; lo que hace es retrasar los tejidos que obstruyen el flujo natural del aire. Hasta ahora hemos tenido éxito en la indicación de este equipo, resaltó.

Una vez que se reestablece la estructura del sueño, también lo hace la producción normal de hormonas; se detiene el aumento de peso y las personas comienzan a bajar naturalmente, concluyó.

Créditos: Boletín UNAM-DGCS-205 – dgcs.unam.mx