



25 de septiembre del 2013
Colombia tiene la obsesión de entrar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), pero aún está lejos de alcanzar los estándares de desarrollo de los países que la integran.
¿A qué se debe el afán de los últimos Gobiernos por mejorar los indicadores socioeconómicos del país sin modificar su estructura inequitativa e injusta? La razón de fondo es ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), creada en 1961 y con sede en París.
Allí, se reúnen los 34 países más ricos del mundo, junto con México y Chile, comprometidos con promover la democracia y la economía de mercado. La organización apoya el crecimiento económico sostenible y el aumento del empleo, para que otros países alcancen el desarrollo y aumenten la calidad de vida.
Ingresar ha sido la obsesión de los últimos Gobiernos colombianos. En septiembre del año 2008, la embajada del país en Alemania anunció el interés. Y, en el año 2012, logró que su solicitud fuera evaluada, El presidente Juan Manuel Santos la formalizó y la OCDE contestó que podía iniciar los trámites.
Los requisitos para ingresar son estrictos y suponen tener estadísticas sobre muchos aspectos: agricultura, pesca, demografía, desarrollo de la población, educación, medioambiente, finanzas, globalización, comercio, salud, industria, información, comunicación, trabajo, bienestar, transporte, investigación, gestión pública, poder adquisitivo, precios, ciencia, patentes y tendencias de los principales indicadores.
La situación de Colombia se presenta con base en una recopilación de indicadores disponibles en instituciones nacionales e internacionales. Es evidente la escasa confiabilidad y actualización de las estadísticas nacionales tanto de origen estatal (Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas –DANE– y Departamento Nacional de Planeación –DNP–) como independiente.
¿Menos pobres?
Datos oficiales del año 2007 mostraban que la población pobre en Colombia era el 43,28% del total (personas con necesidades básicas insatisfechas más las que estaban bajo la línea de indigencia). Es decir, uno de cada dos colombianos era pobre.
Al actualizar los datos, se encuentra con sorpresa el documento “Pobreza monetaria en Colombia, nueva metodología y cifras 2002-2010”, del DNP y el DANE. Este es el resultado de la segunda fase de la Misión para el Empalme de las Series de Empleo, Pobreza y Desigualdad (Mesep)”.
Aquí se observa que con la nueva metodología se pasó del 44% de pobreza en el año 2010, al 37% en el año 2011, lo que corresponde a una caída del 7% que, cuando se convierte en personas, significa que súbitamente 3.200.000 colombianos dejaron de ser pobres.
Es obvio que esta metodología milagrosa para reducir la pobreza no ofrece un sistema objetivo ni justo para evaluarla, por lo cual es conveniente recurrir a otros indicadores que permitan hacer una estimación verídica de la realidad social del país.
Cifras en detalle
La línea de pobreza es el nivel mínimo de ingresos necesarios para poder mantener un estándar de vida adecuado. Según la ONU, la pobreza absoluta es la falta severa de ocho necesidades humanas básicas: ingresos, alimentos, agua potable, instalaciones de saneamiento, salud, albergue, educación e información. Depende no solo de los ingresos, sino también del acceso a servicios.
En Colombia, según la metodología de la Mesep, una persona es pobre cuando sus ingresos mensuales son inferiores a 197.400 pesos mensuales (6.567 diarios). Y está en pobreza extrema o indigencia cuando no recibe 98.500 pesos al mes (3.283 al día).
El coeficiente de Gini se utiliza para medir la desigualdad de ingresos o de riqueza. El número 0 corresponde a la igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y el 1, a la total desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno). Este índice es el coeficiente en porcentaje.
En el año 2007, Suecia tenía la mejor distribución (23%), mientras que en Colombia era del 53,8%. Según el Banco Mundial (BM), en los años 2008, 2009 y 2010, el índice del país fue del 57,2%, 56,7% y 55,9%, respectivamente.
En el año 2011, entre 160 países del mundo, Colombia ocupaba el puesto 150 en concentración de la riqueza: superaba a Bolivia, Honduras y Haití en desigualdad e inequidad.
Pobreza y salud
Según el Ministerio de Salud y Protección Social: “Para lograr la afiliación de la población pobre y vulnerable del país al Sistema Integral de Seguridad Social (SISS), el Estado colombiano ha definido al régimen subsidiado en salud como su vía de acceso efectiva al derecho fundamental de la salud, a través de un subsidio”.
En una de las tablas del Ministerio, se observa que el 47,04% de los habitantes está afiliado al SISS en el régimen contributivo. El resto (el 52,96%), al subsidiado, incluido un 8,98% que está por fuera del sistema. Esto significa que más de la mitad de los colombianos no tiene ingresos suficientes para pagar sus seguros en el régimen contributivo. Es perfectamente clara la relación entre vinculación al régimen subsidiado y pobreza.
En cuanto al producto interno bruto (PIB), en el año 2007 Colombia tenía un total de 171.738 millones de dólares. El per cápita era de 3.614 dólares. Para la misma fuente, el PIB total (estimado) para el año 2012 fue de 470 mil millones de dólares y el per cápita, de 10.100 dólares, lo que equivale a un incremento del 279% que supera a los de Bolivia, Ecuador y Paraguay.
¿Qué ha ocurrido con esa gran cantidad de dinero? ¿Quiénes se lo han apropiado?
La Mesep muestra que el índice de Gini pasó, en el año 2002, del 59,4% al 57,8% en el año 2010. Es decir, la desigualdad no disminuyó en Colombia en los últimos años, a pesar del incremento del PIB. Por ende, la pobreza real –la de las personas– no disminuyó y la riqueza quedó en manos de pocos.
El desarrollo humano es precario
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) establece que la educación de un país es la base para construir una sociedad justa y sostenible. Así, desde 1990 evalúa el progreso social de una nación en tres dimensiones básicas: vida larga y saludable, educación (conocimientos) e ingresos (nivel de vida digno). Este es el índice de desarrollo humano (IDH).
Noruega lo lidera con un promedio de vida de 81 años, 12,6 de escolaridad y un PIB per cápita de 47.557 dólares. Colombia está por debajo de Brasil y México y del promedio de países de América Latina, con 73,7 años de expectativa de vida, 7,3 de educación y un PIB per cápita de 8.315 dólares. En el año 2011, estaba en el puesto 79 entre 187 países. En el año 2012, pasó al 91.
La situación de la educación en Colombia puede conocerse objetivamente a partir de datos de entidades internacionales, por ejemplo, las pruebas PISA. Esta iniciativa de la OCDE entrega indicadores de calidad educativa al evaluar las competencias en lectura, matemáticas y ciencias en jóvenes quinceañeros de 65 países.
Los ocho países latinoamericanos que participaron en las PISA en 2009 tuvieron promedios inferiores a los de los miembros de la OCDE (que es de 494 puntos). El de Colombia fue de 413: por debajo de Chile, México y Uruguay, similar al de Brasil y superior al de Argentina, Panamá y Perú.
Las pruebas mostraron una leve mejora de los estudiantes colombianos con respecto al año 2006, pero insuficiente para garantizar las metas que el país se ha propuesto en materia de competitividad y equidad.
Los jóvenes colombianos tienen dificultades para comprender textos complejos e información implícita, para comparar y contrastar ideas y para asumir una posición crítica y argumentada sobre estas.
Una informalidad aguda
Según el informe del DANE “Medición del empleo informal y seguridad social, noviembre 2012 – enero 2013”, la población de ocupados informales en las trece áreas metropolitanas es del 51,6% y, de ella, el 52,9% tenía nivel educativo de secundaria.
Para el año 2012, la tasa nacional de desempleo fue del 10,4% y la de subempleo, del 32,6%. Estos valores indican que el 43% de los colombianos son desempleados o tienen formas precarias de trabajo.
Es evidente que Colombia debe acudir a metodologías que produzcan indicadores reales sobre su situación social. Asimismo, debe introducir cambios estructurales, que incluyen reformas inaplazables: agraria, de tierras urbanas, fiscal, del sector financiero y del sistema de salud (pasar de la protección social a la seguridad social), laboral (formalizar la contratación y respetar los derechos de los trabajadores).
En educación, se debe pagar adecuadamente a los profesores de todos los niveles, así como asignar una adecuada financiación para la educación pública como factor fundamental para construir un nuevo país.
Solo después de ejecutar estos cambios, que ayudarían a elevar la calidad de vida de todos los colombianos, el país podría considerar su entrada a la OCDE, al llamado “club de los países ricos”.
Créditos
http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co