•Afecta por igual a mujeres y hombres, y en sólo dos horas, se pueden consumir hasta siete mil calorías
•El aumento de peso en una semana es de entre tres y siete kilogramos
Entre los trastornos alimentarios, junto con la anorexia y la bulimia, de los más conocidos y relacionados principalmente con las mujeres, es el trastorno por atracón, o binge eating disorder.
En estos episodios se consumen, generalmente en menos de dos horas, hasta siete mil calorías, y el aumento de peso es de entre tres y siete kilogramos por semana. Su duración puede variar, y en ocasiones no es fácil diferenciarlo de uno en el que se consume mucha comida, pero en el que el individuo puede detenerse, explicó Rosalía Vázquez Arévalo, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la UNAM.
Un “tragón” normal de vez en vez puede tener una comilona, pero en cierto momento se sentirá satisfecho y dejará de comer, lo que es relevante, porque ello lo distingue de alguien que padece el trastorno, y que en un episodio alimentario pierde el control y sigue con la ingesta aunque se sienta desagradablemente lleno, detalló.
A diferencia de la anorexia y la bulimia, este trastorno es más aceptado socialmente, quizá porque en él participan hombres en una proporción similar a la de las mujeres. “Como que no se ve tan mal que un varón se atraque de comida”, estimó Vázquez Arévalo.
“Si bien todos los que lo tienen son obesos, no todos los obesos lo sufren, debido a que el origen del exceso de peso es multifactorial, es decir, existen diferentes detonantes; el relacionado con este trastorno, sería por problemas psicológicos”, aclaró.
La conducta de consumir grandes cantidades durante un periodo muy breve, sin poder dejar de hacerlo, usualmente se realiza a escondidas, para ocultar las ganas, pues los individuos se sienten a disgusto con ellos mismos, toda vez que se han propuesto dejar de hacerlo.
Además, existe un profundo malestar al recordar el atracón. Se hace al menos dos días a la semana por unos seis meses, y a diferencia de la bulimia y de la dismorfia muscular, no hay conductas o actividades compensatorias, como vómito, dietas restrictivas o ejercicio físico.
Tratamiento
Se calcula que del cinco al 30 por ciento de quienes acuden a tratamiento para reducción de peso padece trastorno por atracón, y en población abierta, sólo hay entre cinco y siete por ciento. Si se trata la obesidad, se debería buscar su origen, porque si es detonada por problemas psicológicos, un tratamiento que no lo considere así, no funcionará, alertó.
Inicialmente, es necesario acudir con alguien que haga una evaluación (psiquiatra o psicólogo); una vez detectado el trastorno, y según la gravedad, debe ser atendido por un equipo multidisciplinario que incluya médico, nutriólogo, psiquiatra y psicólogo.
Esta afección impacta algunas áreas de la vida, pues por la obesidad la persona ya no puede trabajar, o se desencadenan algunos padecimientos orgánicos como diabetes e hipertensión; también puede ser que la forma de comer provoque problemas con la pareja o familiares.
Aparece entre los 18 y más de 30 años, a diferencia de la anorexia, que ocurre en adolescentes, y la bulimia, que es más común en mujeres a partir de los 18 años, y adultas jóvenes.
“Esta información se conoce por investigaciones internacionales, pues en México se tienen pocos estudios; además, la obesidad se trata como si tuviera un solo origen. “Digamos que han metido en la misma canasta a todas las obesidades”, concluyó la investigadora.
En un atracón se consumen, generalmente en menos de dos horas, hasta siete mil calorías.
•Afecta por igual a mujeres y hombres, y en sólo dos horas, se pueden consumir hasta siete mil calorías
•El aumento de peso en una semana es de entre tres y siete kilogramos
Entre los trastornos alimentarios, junto con la anorexia y la bulimia, de los más conocidos y relacionados principalmente con las mujeres, es el trastorno por atracón, o binge eating disorder.
En estos episodios se consumen, generalmente en menos de dos horas, hasta siete mil calorías, y el aumento de peso es de entre tres y siete kilogramos por semana. Su duración puede variar, y en ocasiones no es fácil diferenciarlo de uno en el que se consume mucha comida, pero en el que el individuo puede detenerse, explicó Rosalía Vázquez Arévalo, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la UNAM.
Un “tragón” normal de vez en vez puede tener una comilona, pero en cierto momento se sentirá satisfecho y dejará de comer, lo que es relevante, porque ello lo distingue de alguien que padece el trastorno, y que en un episodio alimentario pierde el control y sigue con la ingesta aunque se sienta desagradablemente lleno, detalló.
A diferencia de la anorexia y la bulimia, este trastorno es más aceptado socialmente, quizá porque en él participan hombres en una proporción similar a la de las mujeres. “Como que no se ve tan mal que un varón se atraque de comida”, estimó Vázquez Arévalo.
“Si bien todos los que lo tienen son obesos, no todos los obesos lo sufren, debido a que el origen del exceso de peso es multifactorial, es decir, existen diferentes detonantes; el relacionado con este trastorno, sería por problemas psicológicos”, aclaró.
La conducta de consumir grandes cantidades durante un periodo muy breve, sin poder dejar de hacerlo, usualmente se realiza a escondidas, para ocultar las ganas, pues los individuos se sienten a disgusto con ellos mismos, toda vez que se han propuesto dejar de hacerlo.
Además, existe un profundo malestar al recordar el atracón. Se hace al menos dos días a la semana por unos seis meses, y a diferencia de la bulimia y de la dismorfia muscular, no hay conductas o actividades compensatorias, como vómito, dietas restrictivas o ejercicio físico.
Tratamiento
Se calcula que del cinco al 30 por ciento de quienes acuden a tratamiento para reducción de peso padece trastorno por atracón, y en población abierta, sólo hay entre cinco y siete por ciento. Si se trata la obesidad, se debería buscar su origen, porque si es detonada por problemas psicológicos, un tratamiento que no lo considere así, no funcionará, alertó.
Inicialmente, es necesario acudir con alguien que haga una evaluación (psiquiatra o psicólogo); una vez detectado el trastorno, y según la gravedad, debe ser atendido por un equipo multidisciplinario que incluya médico, nutriólogo, psiquiatra y psicólogo.
Esta afección impacta algunas áreas de la vida, pues por la obesidad la persona ya no puede trabajar, o se desencadenan algunos padecimientos orgánicos como diabetes e hipertensión; también puede ser que la forma de comer provoque problemas con la pareja o familiares.
Aparece entre los 18 y más de 30 años, a diferencia de la anorexia, que ocurre en adolescentes, y la bulimia, que es más común en mujeres a partir de los 18 años, y adultas jóvenes.
“Esta información se conoce por investigaciones internacionales, pues en México se tienen pocos estudios; además, la obesidad se trata como si tuviera un solo origen. “Digamos que han metido en la misma canasta a todas las obesidades”, concluyó la investigadora.
El aumento de peso crece gradualmente con enfermedades como la diabetes, hipertensión, colesterol alto y con deficiencias cardiovasculares.
8 de Noviembre del 2012
El sida y el virus del VIH, fueron declarados como la pandemia del siglo XX. Hoy en día, se considera la obesidad como uno de los mayores problemas de salud de este siglo.
Hernán Yupanqui, director de la Fundación Colombiana de Obesidad, señaló en UN Análisis* de UN Radio, que la obesidad es uno de los problemas más graves de salud en el país. Asimismo, explicó la diferencia entre obesidad y sobrepeso: “este último es la antesala de la obesidad, y se define científicamente cuando el índice de masa corporal, en relación entre el peso y la talla, es mayor de 25, mientras que la obesidad se define cuando es mayor de 30”.
El aumento de peso se asocia con el incremento de la grasa visceral, la cual se localiza en el abdomen y crece gradualmente en personas con enfermedades como diabetes, hipertensión, colesterol alto y con deficiencias cardiovasculares. Si en el país no se hace nada para prevenirlo, en los próximos años tendremos serios problemas con este tipo de patologías.
A las sociedades y culturas como la colombiana, donde la gastronomía tiene un alto contenido calórico, es difícil educarlas para cambiar los hábitos alimenticios que ahora son amenazas para la salud. Frente a esto, el doctor Yupanqui afirmó: “en la nación tenemos la Ley 1355 de 2009 (contra la obesidad), en la cual se integran la actividad física, la nutrición y los hábitos conductuales, todo esto asociado a un proceso educativo, en el cual deben intervenir los centros educativos de diferentes niveles”.
Posteriormente, Fabiola Becerra, docente de Nutrición Básica del Departamento de Nutrición de la Universidad Nacional de Colombia, indicó: “lastimosamente, muchas personas ven la obesidad como sinónimo de salud, pero está comprobado que no es así”.
La cultura alimentaria de los estudiantes universitarios, por ejemplo, consiste en comer algo rápido y económico, como un paquete y una gaseosa en lugar de fruta.
Por otra parte, la profesora Becerra explicó la diferencia entre las grasas saturadas y las grasas trans e indicó: “las grasas saturadas son malas para la salud ya que no tienen enlaces dobles en su estructura, lo cual dificulta su digestión, además de aumentar el colesterol y los triglicéridos. Mientras que las grasas trans sufren una modificación en su estructura química y se convierten en malas para la salud, pues aumentan el colesterol y los lípidos en la sangre”.
John Duperly, médico especialista en Medicina Interna y PhD en Medicina del Deporte, profesor de la Universidad de los Andes, señaló que hay argumentos suficientes para que los gobiernos y los sectores académicos vayan en contra de la tendencia al sedentarismo debida a la industrialización. “El problema grande es que no nos estamos moviendo lo suficiente para quemar las calorías”, recalcó.
Por último, Salvador Palacio González, director ejecutivo de la Fundación Alternativa y Salud Gorditos de Corazón, señaló: “hay que adoptar medidas de conciencia saludables. Colombia necesita políticas claras de educación. Esto es una batalla, hay que seguirla luchando, pues la situación es caótica y se debe hacer una campaña que toque a las familias del país”.
En Colombia no se han resuelto los problemas de deficiencia nutricional crónica, y ya hay graves problemas de exceso.
11 de Octubre del 2012
En Colombia, el Estado duplica la capacidad de los programas que subsidian alimentos, pero no logra cambios estructurales en los problemas de pobreza y hambre de las poblaciones.
Así lo hace ver Sara Eloisa del Castillo, profesora de Nutrición Pública de la UN. Ella dice que el problema radica en que el Estado basa principalmente su cumplimiento del derecho a la alimentación en programas como Familias en Acción, que, según ella, han crecido preocupantemente.
Para ella, esto se ha traducido en una disminución de la desnutrición aguda en el país, pero no así de la desnutrición crónica, que permanece. Además, resalta el hecho de que en Colombia no se han resuelto los problemas de deficiencia nutricional crónica histórica y que, paradójicamente, también se están presentando problemas de obesidad.
Esto se debe, según la docente, a que Colombia “es un país que camina hacia los problemas del exceso, sin haber resuelto los problemas de la deficiencia; además, tiene problemas estructurales”.
Y agrega: “En este país la obesidad está ligada a la pobreza, a la monodieta. Nuestras poblaciones son obesas y tienen graves problemas nutricionales que afectan la calidad de vida porque la pobreza ha enfocado la alimentación fundamentalmente en porciones calóricas no nutritivas y porque los programas estatales siguen estando centrados en calorías”.
Una propuesta para cambiar la política pública de seguridad alimentaria y nutricional en Colombia será presentada durante el Congreso Internacional por el Derecho a la Seguridad y la Soberanía Alimentaria y Nutricional en Colombia, que se celebrará del 22 al 24 de octubre en el Auditorio Virginia Gutiérrez de Pineda de la UN en Bogotá.
Del Castillo explicó que el congreso está basado en cuatro mesas.
Una versa sobre la defensa del territorio, la coexistencia con las locomotoras productivas (especialmente las mineras) y la creación de una zona de reserva alimentaria.
Otra está relacionada con la defensa y protección de las semillas nativas y criollas, que son patrimonio cultural ancestral y base de la soberanía alimentaria.
Otra más tiene que ver con el favorecimiento de los circuitos agroalimentarios con enfoque de crecimiento económico para las regiones.
Y la última es sobre la defensa de la cultura alimentaria y los consumos tradicionales, que, según la docente, “ocasionarían una minuta que le permitirá a las instituciones y a los programas de alimentación nacionales plantear propuestas diferenciales más allá del discurso político”.
En el congreso participarán invitados de Canadá, Chile, Ecuador, así como expertos nacionales y de la UN.
En nuestro país, el consumo de frijol ha disminuido en los últimos 15 años, refirió Amanda Gálvez Mariscal, coordinadora del Programa Universitario de Alimentos y profesora de la Facultad de Química de la UNAM.
28 de Agosto del 2012
El frijol es una fuente importante de proteína vegetal y, combinado con la tortilla, ancestralmente ha sido clave en la dieta de México por milenios. No obstante, en los últimos 15 años ha sido notable la disminución en el consumo de esta leguminosa, refirió Amanda Gálvez Mariscal al presentar “pequeños avances” de una investigación realizada por científicos de la UNAM y el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ).
Al participar en el Seminario Alimentos Funcionales, realizado en la Facultad de Química (FQ), la coordinadora del Programa Universitario de Alimentos (PUAL) señaló que el consumo de este producto disminuyó de 19 a nueve kilogramos por persona al año (datos de 2009).
“Lo mismo pasó con la tortilla, que tiene más fibra que el pan blanco”, agregó Gálvez Mariscal al impartir la charla Aislados proteínicos como alimentos funcionales.
Esta merma se debe a cambios en los hábitos de alimentación, lo que ha llevado a la prevalencia actual de diabetes y obesidad entre los mexicanos. Hoy se registra mayor disponibilidad de alimentos procesados ricos en hidratos de carbono y en grasas, incluso en las poblaciones rurales, añadió.
Ante eso, Gálvez Mariscal, académica de la FQ, consideró prioritario revalorar algunos comestibles tradicionales que forman parte de la dieta, que hemos abandonado y que contribuyen a tener buena salud.
Como parte de las investigaciones desarrolladas en la FQ, se emprendió el aislamiento de proteínas de una de las leguminosas más consumida en México, el frijol negro (aunque este grupo es mucho más amplio y comprende garbanzos, habas y lentejas, entre otras). También se estudian otras proteínas vegetales.
En el estudio realizado en conjunto con el INCMNSZ, se buscó entender, mediante la observación de animales de laboratorio, cómo funcionan ciertos factores de transcripción, es decir, las señales metabólicas de la lipogénesis. Se trabajó con aislados proteínicos de frijol, soya y caseína.
Entre los resultados, se observó que las proteínas de los dos primeros productos tienen comportamientos similares. El control para comparar los resultados fue la proteína láctea caseína, que promueve el aumento de peso de animales un poco mejor que las leguminosas. La glucosa en el suero se incrementa lentamente tanto con frijol como con soya, al igual que las concentraciones de insulina.
Gálvez Mariscal dijo que las proteínas del frijol eran importantes en la dieta mexicana hasta hace 15 años, momento en que empezó a declinar su consumo, pese a que la tradicional fomenta una buena alimentación y, por ende, una nutrición adecuada para nuestra población.
Para finalizar, la coordinadora del PUAL señaló que como tecnólogos de alimentos “perfilamos un modelo proteínico de frijol con ventajas para mejorar formulaciones alimenticias”.
Carencias en la legislación
A diferencia de Japón, Estados Unidos y Europa, en México no existe una definición de lo que es un alimento funcional en la legislación de salud, señaló Carolina Peña Montes, ex alumna del DAAD (siglas en alemán para Servicio Alemán de Intercambio Académico), al impartir la ponencia Introducción a los alimentos funcionales.
La académica de la FQ habló de los nutracéuticos (palabra acuñada en 1989, formada por las voces ‘nutrimento’ y ‘farmacéutico’). Algunos de ellos se venden en forma de suplementos. “En México, hay un vacío legal al respecto porque no son considerados alimentos ni medicamentos”.
Los compuestos bioactivos contenidos en los comestibles tienen propiedades que mejoran la salud, ya sea al prevenir enfermedades o reducir el riesgo de adquirirlas, de ahí la tendencia a aislar y concentrar las sustancias benéficas. Ya se han identificado muchas, pero no todas las reivindicaciones de salud han sido formales, expuso.
En Japón, indicó, hay una amplia variedad de alimentos específicos para ciertos aspectos físicos, conocidos como FOSHU (Foods for Specific Health Use). De 1993 a la fecha, en ese país se han aprobado 69. En la nación asiática el consumidor tiene plena confianza de que han sido validados científicamente y llevan una etiqueta que los avala.
En Estados Unidos también hay alimentos funcionales regulados por la FDA, cuyos componentes se han probado científicamente. Se sabe, por ejemplo, que el betaglucano, presente en la avena, disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
En México, por el contrario, la legislación de salud no considera a los alimentos funcionales ni a los nutracéuticos. Existen los suplementos, definidos como un producto cuyo uso incrementa la ingesta dietética total y se presenta en forma farmacéutica.
Las otras dos figuras previstas en la ley de salud son: medicamento herbolario y remedio herbolario: el primero tiene un fin terapéutico comprobado científicamente y, el segundo, alivia síntomas según conocimiento tradicional o popular.
Por eso, para Peña Montes, es fundamental generar mayor conocimiento sobre los componentes bioactivos de los alimentos, específicamente de los nutracéuticos, desde las perspectivas de la nutrigenética o la nutrigenómica, para eventualmente alcanzar una nutrición personalizada.
Con esto no se pretende curar enfermedades, sino desacelerar factores que las disparan, puntualizó, y advirtió que “no cualquier compuesto benéfico se puede comprar en píldoras, no todos los extractos están estandarizados ni tampoco cada compuesto es puro”.
El trabajo se centra en mestizos mexicanos con ancestría amerindia, grupo nunca antes estudiado, explicó María Teresa Tusié Luna, del Instituto de Investigaciones Biomédicas
09 de Agosto de 2012
Un equipo de universitarios del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM, encabezado, por María Teresa Tusié Luna, llevan a cabo investigaciones sobre el papel de distintos genes de riesgo para la diabetes tipo 2. Han asociado ocho de 21.
En la Unidad de Biología Molecular y Medicina Genómica perteneciente a dicho instituto, se llevan a cabo las investigaciones sobre mapeo del genoma con dos entidades más: el Instituto Nacional de Medicina Genómica y el Instituto Broad, de Boston, Massachusetts.
El proyecto lleva dos años y está programado para concluir en febrero de 2013; sin embargo, por los resultados hasta ahora obtenidos, Tusié confía en que el acuerdo con las entidades involucradas habrá de extenderse el tiempo necesario.
“Acabamos de recibir la aceptación de la publicación Diabetes, la más importante del área. En ese trabajo estudiamos la participación de 21 genes y definimos que, para la población mestiza mexicana, de acuerdo a la frecuencia con que ocurren las variaciones genéticas, se pueden asociar ocho”, refirió la entrevistada.
Para el resto de los genes, la frecuencia de las variaciones es menor, o bien el efecto de riesgo es tan pequeño que se necesitan más individuos para observar el efecto.
Este estudio incluyó a dos mil 200 individuos, entre pacientes y sujetos de control mayores de 18 años y menores de 80, con proporción semejante de mujeres y hombres, con y sin obesidad.
“Algunos de los genes identificados implican riesgo en individuos delgados. En ausencia de factores como la obesidad, éstos promueven una fuerte predisposición al padecimiento, particularmente en jóvenes”.
Mapeo
En colaboración con las instituciones referidas, “participamos en un estudio de mapeo global del genoma para la diabetes tipo 2, es decir, esta estrategia consiste en explorar todas las regiones de nuestro genoma para encontrar los genes que pudieran participar en el riesgo de la enfermedad. El trabajo se centró en mestizos mexicanos con ancestría amerindia, nunca estudiados con anterioridad”.
Esta labor de asociación genómica cuenta con una serie marcadores posicionados en todos los cromosomas, lo que permite evidenciar vinculación prácticamente en cualquier sitio.
Los estudios consideraron a cuatro mil 500 individuos de población mestiza mexicana y un número semejante de personas de corte multiétnico, de ancestría latinoamericana. Alrededor del 60 por ciento de la población mestiza mexicana estudiada fue caracterizada por Carlos Aguilar Salinas en Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
Colaboración
David Altshuler es el responsable en el Instituto Broad, en Boston; en México, el apoyo del Instituto Nacional de Medicina Genómica ha resultado decisivo.
El equipo de colaboradores de Tusié lo integran dos técnicos académicos, dos investigadores, una trabajadora social y seis estudiantes (cinco de posgrado y uno de maestría).
Desde que opera el proyecto, ha viajado un par de ocasiones a Boston; de aquella entidad han hecho tres visitas. Estudiantes de posgrado o investigadores asociados han cumplido dos estancias en Massachusetts, cada una de dos a tres meses.
En ese mismo periodo, además de capacitación sobre tecnología de vanguardia, en México se han celebrado talleres, conferencias y cursos al que han asistido miles participantes, de manera presencial o remota.
Boletín UNAM-DGCS-489
Ciudad Universitaria.
Investigaciones universitarias, cultura, ciencia, noticias y contenidos de interés. Puebla, México.