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IDENTIFICAN EQUILIBRIO FISIOPATOLÓGICO EN PACIENTES CON DIABETES TIPO 2 Y CIRROSIS

 
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fisiopatologiaNo comas mucho dulce, se te va a subir el azúcar; no bebas tanto, te puede dar cirrosis… son algunas frases que escuchamos con frecuencia. Lo que usualmente no oímos es la relación que existe entre la cirrosis y la diabetes.

Esta última y los daños en el hígado forman parte del síndrome metabólico, un conjunto de enfermedades que generan varios trastornos o factores de riesgo en un mismo individuo.

Sin embargo, tras un estudio, investigadores del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM descubrieron que al coexistir esas dos enfermedades en un mismo paciente, con el tiempo alcanzan un equilibrio fisiopatológico.

Tras tomar muestras de sangre a 60 individuos con diabetes mellitus tipo 2 (DM-2), a 70 con cirrosis y a 25 con ambas patologías (con la condición de no ser fumadores o alcohólicos y estar libres de complicaciones renales), los universitarios obtuvieron hallazgos interesantes, publicados en la revista Oxidative Medicine and Cellular Longevity.

Descubrieron que en las personas con ambas patologías existe un equilibrio entre las reacciones prooxidantes y antioxidantes, la regulación de la cisteína y los nitritos en la sangre, así como una mejora considerable en los niveles de fosfolípidos y colesterol.

“La combinación de DM-2 y cirrosis mejora los niveles de ácido tiobarbitúrico (TBARS), es decir, estos lípidos conservan su estructura normal”, indicó Rolando Hernández Muñoz, líder de la investigación y doctor en ciencias biomédicas.

De igual manera, se registró una estabilidad en la producción de cisteína libre. Este aminoácido es un constituyente estructural del glutatión (molécula que defiende al cuerpo de la oxidación); ante la presencia del estrés oxidativo la cisteína queda libre, por lo tanto, el glutatión deja de sintetizarse y potencialmente se genera una toxicidad celular, pues es una fuente importante de azufre en el metabolismo humano.

El universitario se ha dedicado a estudiar los efectos antioxidantes de compuestos que protegen al organismo del daño producido por radicales libres generados en las reacciones oxidativas durante la respiración celular. “Si los radicales libres le ganan a los antioxidantes se genera una oxidación descontrolada, llamada estrés oxidativo”.

Hasta donde se sabe, detalló, los radicales libres tienen una afinación por oxidar lípidos mediante la liberación de sustancias reactivas de TBARS, que provocan el incremento del colesterol y triglicéridos.

De diabetes a cirrosis y viceversa

Ubicado en la profundidad del abdomen, el páncreas cumple un proceso indispensable en el cuerpo humano: producir insulina, una hormona cuyo objetivo es facilitar la entrada de la glucosa a las células para proveernos de energía.

En la DM-2, el cuerpo no aprovecha de manera óptima esa hormona, por lo que la glucosa no se distribuye bien en el organismo. Esta deficiencia incrementa el riesgo de la esteatosis hepática, mejor conocida como hígado graso (acumulación anormal de grasa), que gradualmente llevará a la cirrosis.

Por otro lado, en los pacientes cirróticos el hígado –que sintetiza proteínas, combate infecciones, almacena vitaminas, limpia la sangre– se deteriora y desarrolla, eventualmente, patrones diabetogénicos, describió Hernández Muñoz.

Membranas alteradas

De acuerdo con los resultados de la investigación, existe una correlación entre el estrés oxidativo y la alteración de los lípidos contenidos en la membrana celular (fosfolípidos, colesterol).

Esta última es como un sándwich, en donde las rebanadas de pan son las dos capas lipídicas que separan el interior y exterior de la célula; su relleno está compuesto de fosfolípidos (hilos que permiten el flujo de materia de una capa a otra) y colesterol, entre otros.

Con el exceso de colesterol, la membrana se vuelve rígida, disminuye el transporte de moléculas y se perturba la función de “fluidez” que depende de los fosfolípidos. Sin embargo, aseguró el investigador, al combinarse las dos enfermedades los niveles de colesterol y la alteración de los fosfolípidos se normalizan.

“Aunque algunas alteraciones en pacientes con cirrosis y diabetes se contrarrestan o complementan, no significa que estén mejor o que convenga tener las dos enfermedades. En la biología nada es bueno y nada es malo, todo es relativo; todavía nos falta mucho por estudiar”, concluyó.

Créditos: UNAM-DGCS-217-2014

DISEÑAN DISPOSITIVOS PARA MEDIR ACTIVIDAD FÍSICA EN PACIENTES CON DIFERENTES PATOLOGÍAS Y EN ATLETAS

 
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Especialistas en ingeniería biomédica de la UNAM y de la Universidad de Guanajuato, diseñan tres sistemas de registro para la medición continúa de actividad física, que podrían ser útiles en la terapia de pacientes con diabetes, insomnio, depresión, sarcopenia y en atletas de diferentes deportes.
Aunque podrán ser empleados en diferentes patologías, los sistemas que desarrollan Juan Manuel Gómez, de la Facultad de Ingeniería (FI) de esta casa de estudios, y Arturo Vega, de la institución guanajuatense, con participación de la estudiante Paola Corona Téllez, están pensados para diabéticos, a quienes como parte de su terapia se les propone un cambio en el estilo de vida.
Los sistemas están basados en acelerómetros tri-axiales digitales, para medir y graficar la fuerza, la velocidad y en ángulo con el que se flexionan ambos brazos y piernas.
A la fecha, ya se ha desarrollado la instrumentación de dos acelerómetros tri-axiales digitales, que son dispositivos pequeños que permiten evaluar la velocidad y el ángulo de movimiento de las articulaciones en personas en general y, en particular, con sarcopenia.
Asimismo, un sensor electro-hidráulico para la medición del movimiento en las extremidades superiores o inferiores. Se trabaja en el desarrollo de los sensores de la temperatura, del ritmo cardiaco y de la luminosidad.
Actividad física
Gómez, responsable del proyecto, explicó que para saber el estado de salud, primero es necesario determinar si la actividad física diaria contribuye, y qué tanto, con la que se requiere para estar sano.
Los sistemas, que se desarrollan en la UNAM, no sólo permitirán medir el esfuerzo físico, también temperatura, ritmo cardiaco y luminosidad a que estará expuesto el paciente o el deportista. Con los datos que se generen de estas variables, el médico podrá saber qué consumo calórico tuvo su paciente diabético, cómo está su metabolismo y cómo ha evolucionado.
Podrán usarse en quienes padecen depresión, para saber qué tanto están afectados, o en quienes sufren insomnio, para determinar si están (y cuánto) despiertos durante la noche. Asimismo, tendrá aplicación en cronobiología y en rehabilitación, acotó.
En esta última no hay una herramienta que ayude a tener una evaluación objetiva. La forma como se evalúa la sarcopenia (pérdida muscular en adultos mayores) es subjetiva, reconoció.
Con el sistema de monitoreo de actividad física en que trabaja Corona Téllez (similar al que desarrollan Gómez y Vega) será factible dar valores más objetivos a la evaluación de la sarcopenia. Se podrá medir velocidad y ángulo de flexión y extensión, tanto de brazo a nivel de codo, como de pierna a nivel rodilla.
Médicos de la Unidad de Medicina Física y Rehabilitación Siglo XXI del IMSS, están interesados en planear rutinas para el tratamiento de esa afección y probar este sistema de medición de actividad física para saber qué tan efectivas son aquéllas en la recuperación.
En este proyecto de instrumentación biomédica se utilizan tanto componentes comerciales, que se pueden conseguir en el mercado nacional, como otros que fabrican en su laboratorio de la FI. Contamos, dijo Gómez, con “sistemas que nos ayudan a generar las placas electrónicas. A partir de componentes básicos se hace el diseño electrónico”.
Metas del proyecto
Para Gómez y Vega los retos en este proyecto son terminar de diseñar los sensores, que el sistema tenga alimentación continua (debe funcionar permanentemente o al menos siete días para registrar la actividad física y las otras variables durante ese lapso), así como capacidad de memoria (debe ser suficientemente grande para almacenamiento de datos).
En la Universidad de Guanajuato, Arturo Vega trabaja también en la conectividad del dispositivo a Internet, de modo que los datos que genera el paciente o deportista puedan estar a la mano del médico o del entrenador.
Además, un grupo de estudiantes de esa institución labora en el procesamiento de señales, de forma tal que el médico tenga parámetros útiles. Para calcular cuántos pasos dio un paciente, se hace un procesamiento de la señal de aceleración. Tienen que pasar por un conjunto de filtros, de algoritmos que nos permitan determinar si se incrementó la actividad o no, explicó Vega.
Otra vertiente del proyecto es el trabajo con especialistas en materiales. Hay interés en participar en la parte de fluidos. El sensor electro-hidráulico para medir actividad física utiliza como fluido aceite mineral. Piensan utilizar uno que no sea newtoniano y que genere un tipo de presión en el sensor si ocurren movimientos específicos en las extremidades superiores o inferiores.
Un reto más es la portabilidad del dispositivo, cómo llevará acelerómetros y sensores y si será grande. Habrá que abocarse al tamaño para que se pueda portar. Otro requerimiento es que sea barato (si se daña, la inversión no será tan fuerte para el usuario) y suficientemente robusto para resistir el uso diario.
Una vez concluida la instrumentación, se diseñarán las cajas contenedoras del dispositivo y el cinturón para su portabilidad. Hay interés de un estudiante de diseño industrial de la FES Aragón en participar en el proyecto con la Unidad de Medicina Física y Rehabilitación Siglo XXI del IMSS. También han tenido acercamiento con el área de diseño de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.
Gómez y Vega tienen como meta inmediata terminar los sensores, para después poder hacer la validación del dispositivo y luego probarlo en el grupo de pacientes diabéticos a cargo de Raquel Huerta, de la Universidad de Guanajuato.
Dispositivos para medir actividad física y otros parámetros se consiguen en el mercado, pero no hay uno que cumpla con todo. Algunos, opinó Vega, miden marcha o actividad física de miembros superiores, dan un estimado de esas actividades, pero no monitorean temperatura, ritmo cardiaco ni luminosidad; unos más sólo miden alguna de estas variables. Así que la disyuntiva, puntualizó, es “comprar muchos y colocarse varios o hacer uno que cumpla con los requisitos”.
Cabe señalar que en el proyecto colaboran siete estudiantes de la carrera de Ingeniería Eléctrica-Electrónica del módulo de ingeniería biomédica de la UNAM, quienes desarrollan sus respectivos trabajos de tesis.
Créditos: UNAM-DGCS-746-2013

dispositivosatletasEspecialistas en ingeniería biomédica de la UNAM y de la Universidad de Guanajuato, diseñan tres sistemas de registro para la medición continúa de actividad física, que podrían ser útiles en la terapia de pacientes con diabetes, insomnio, depresión, sarcopenia y en atletas de diferentes deportes.

Aunque podrán ser empleados en diferentes patologías, los sistemas que desarrollan Juan Manuel Gómez, de la Facultad de Ingeniería (FI) de esta casa de estudios, y Arturo Vega, de la institución guanajuatense, con participación de la estudiante Paola Corona Téllez, están pensados para diabéticos, a quienes como parte de su terapia se les propone un cambio en el estilo de vida.

Los sistemas están basados en acelerómetros tri-axiales digitales, para medir y graficar la fuerza, la velocidad y en ángulo con el que se flexionan ambos brazos y piernas.

A la fecha, ya se ha desarrollado la instrumentación de dos acelerómetros tri-axiales digitales, que son dispositivos pequeños que permiten evaluar la velocidad y el ángulo de movimiento de las articulaciones en personas en general y, en particular, con sarcopenia.

Asimismo, un sensor electro-hidráulico para la medición del movimiento en las extremidades superiores o inferiores. Se trabaja en el desarrollo de los sensores de la temperatura, del ritmo cardiaco y de la luminosidad.

Actividad física

Gómez, responsable del proyecto, explicó que para saber el estado de salud, primero es necesario determinar si la actividad física diaria contribuye, y qué tanto, con la que se requiere para estar sano.

Los sistemas, que se desarrollan en la UNAM, no sólo permitirán medir el esfuerzo físico, también temperatura, ritmo cardiaco y luminosidad a que estará expuesto el paciente o el deportista. Con los datos que se generen de estas variables, el médico podrá saber qué consumo calórico tuvo su paciente diabético, cómo está su metabolismo y cómo ha evolucionado.

Podrán usarse en quienes padecen depresión, para saber qué tanto están afectados, o en quienes sufren insomnio, para determinar si están (y cuánto) despiertos durante la noche. Asimismo, tendrá aplicación en cronobiología y en rehabilitación, acotó.

En esta última no hay una herramienta que ayude a tener una evaluación objetiva. La forma como se evalúa la sarcopenia (pérdida muscular en adultos mayores) es subjetiva, reconoció.

Con el sistema de monitoreo de actividad física en que trabaja Corona Téllez (similar al que desarrollan Gómez y Vega) será factible dar valores más objetivos a la evaluación de la sarcopenia. Se podrá medir velocidad y ángulo de flexión y extensión, tanto de brazo a nivel de codo, como de pierna a nivel rodilla.

Médicos de la Unidad de Medicina Física y Rehabilitación Siglo XXI del IMSS, están interesados en planear rutinas para el tratamiento de esa afección y probar este sistema de medición de actividad física para saber qué tan efectivas son aquéllas en la recuperación.

En este proyecto de instrumentación biomédica se utilizan tanto componentes comerciales, que se pueden conseguir en el mercado nacional, como otros que fabrican en su laboratorio de la FI. Contamos, dijo Gómez, con “sistemas que nos ayudan a generar las placas electrónicas. A partir de componentes básicos se hace el diseño electrónico”.

Metas del proyecto

Para Gómez y Vega los retos en este proyecto son terminar de diseñar los sensores, que el sistema tenga alimentación continua (debe funcionar permanentemente o al menos siete días para registrar la actividad física y las otras variables durante ese lapso), así como capacidad de memoria (debe ser suficientemente grande para almacenamiento de datos).

En la Universidad de Guanajuato, Arturo Vega trabaja también en la conectividad del dispositivo a Internet, de modo que los datos que genera el paciente o deportista puedan estar a la mano del médico o del entrenador.

Además, un grupo de estudiantes de esa institución labora en el procesamiento de señales, de forma tal que el médico tenga parámetros útiles. Para calcular cuántos pasos dio un paciente, se hace un procesamiento de la señal de aceleración. Tienen que pasar por un conjunto de filtros, de algoritmos que nos permitan determinar si se incrementó la actividad o no, explicó Vega.

Otra vertiente del proyecto es el trabajo con especialistas en materiales. Hay interés en participar en la parte de fluidos. El sensor electro-hidráulico para medir actividad física utiliza como fluido aceite mineral. Piensan utilizar uno que no sea newtoniano y que genere un tipo de presión en el sensor si ocurren movimientos específicos en las extremidades superiores o inferiores.

Un reto más es la portabilidad del dispositivo, cómo llevará acelerómetros y sensores y si será grande. Habrá que abocarse al tamaño para que se pueda portar. Otro requerimiento es que sea barato (si se daña, la inversión no será tan fuerte para el usuario) y suficientemente robusto para resistir el uso diario.

Una vez concluida la instrumentación, se diseñarán las cajas contenedoras del dispositivo y el cinturón para su portabilidad. Hay interés de un estudiante de diseño industrial de la FES Aragón en participar en el proyecto con la Unidad de Medicina Física y Rehabilitación Siglo XXI del IMSS. También han tenido acercamiento con el área de diseño de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.

Gómez y Vega tienen como meta inmediata terminar los sensores, para después poder hacer la validación del dispositivo y luego probarlo en el grupo de pacientes diabéticos a cargo de Raquel Huerta, de la Universidad de Guanajuato.

Dispositivos para medir actividad física y otros parámetros se consiguen en el mercado, pero no hay uno que cumpla con todo. Algunos, opinó Vega, miden marcha o actividad física de miembros superiores, dan un estimado de esas actividades, pero no monitorean temperatura, ritmo cardiaco ni luminosidad; unos más sólo miden alguna de estas variables. Así que la disyuntiva, puntualizó, es “comprar muchos y colocarse varios o hacer uno que cumpla con los requisitos”.

Cabe señalar que en el proyecto colaboran siete estudiantes de la carrera de Ingeniería Eléctrica-Electrónica del módulo de ingeniería biomédica de la UNAM, quienes desarrollan sus respectivos trabajos de tesis.

Créditos: UNAM-DGCS-746-2013

Aumenta la ansiedad en los diabéticos

 
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La tercera parte de la población mundial ha tenido, a lo largo de su vida, algún episodio de ansiedad o depresión.
La tercera parte de la población mundial ha tenido, a lo largo de su vida, algún episodio de ansiedad o depresión.

25 de diciembre de 2012

• Estudian cuáles son los mecanismos cerebrales que la producen, para eventualmente buscar o diseñar nuevas estrategias terapéuticas
• En México, 20 de cada 100 habitantes han tenido algún episodio de aquella alteración, o de depresión

La tercera parte de la población mundial ha tenido, a lo largo de su vida, algún episodio de ansiedad o depresión, refiere Miguel Pérez de la Mora en su libro Depresión y ansiedad, de la colección “Ciencia de Boleto”, preparada por la UNAM para leer en el Metro.

Las cifras varían. Van del 40 por ciento (40 por cada 100 habitantes) en países desarrollados como Estados Unidos y Holanda, a 20 por ciento en México.

Ante el cuestionamiento de si la ansiedad es amiga o enemiga, el investigador de esta casa de estudios respondió, en entrevista, que como sistema de alerta nos protege ante un peligro y preserva nuestra integridad física y mental, pero como patología (si se siente que hay peligro sin haberlo) nos aflige.

Aunque sus síntomas se sienten en el cuerpo, incluso en el corazón, este malestar se produce en el cerebro. Para saber qué mecanismos la modulan, en su laboratorio del Instituto de Fisiología Celular (IFC), Pérez de la Mora descifra su bioquímica.

Con la certeza de que “nunca podremos reparar un reloj si no sabemos para qué sirve cada una de sus piezas”, apuntó que si se conoce cómo se produce la ansiedad y qué se ha descompuesto en el mecanismo, “podremos diseñar racionalmente estrategias para tratarla”.

En su modulación participan muchas regiones y neurotransmisores del cerebro. Una de las más importantes es la amígdala, una porción de tejido nervioso involucrada con el manejo de situaciones emocionales.

Sin embargo, aclaró, no se debe confundir esta región cerebral con las anginas; “ambas se denominan amígdala por parecerse a una almendra, y por llamarse ésta, en griego, amígdala”.

Varios laboratorios, incluido el de Pérez de la Mora, han encontrado que la amígdala cerebral controla y modula la ansiedad por la participación de dos neurotransmisores (sustancias que se liberan entre dos neuronas y permiten su comunicación): el ácido glutámico, que es excitatorio y en términos generales la aumenta, y el ácido gama-aminobutírico (GABA, por sus siglas en inglés), que es inhibitorio, y en general la disminuye.

La dopamina es otro neurotransmisor que tiene efectos modulatorios sobre la ansiedad, y lo hace al modificar, en forma compleja, la transmisión nerviosa en la que el ácido glutámico y el GABA participan como neurotransmisores.

En el momento que la dopamina se libera en la amígdala, es recibida por dos tipos distintos de moléculas, los receptores D1 y los D2. De acuerdo con sus estudios en modelos animales, en los que se explotan los temores con los que nacen los roedores, la dopamina, si se une a receptores D1 presentes sobre células que liberan GABA (GABAérgicas), aumenta la ansiedad, pero la disminuye si se asocia a receptores D2, presentes en neuronas GABAérgicas de otros parajes de esta región cerebral.

De esta manera, añadió Pérez de la Mora, la dopamina, que se sabe se libera en condiciones de peligro, es capaz de producir ansiedad, pero también de controlarla en forma compensatoria si ésta se ha excedido.

Desde el punto de vista de los mecanismos involucrados en estas acciones, cambios en la actividad de las células GABAérgicas producidos por la liberación de dopamina son seguidos de modificaciones complejas en otras neuronas que liberan ácido glutámico, u otros neurotransmisores dentro de la amígdala, con la producción consecutiva de los efectos señalados sobre la ansiedad.

Dado que tanto en roedores hechos “diabéticos” en el laboratorio, como en pacientes afectados con esta enfermedad se ha detectado que la ansiedad se presenta con más frecuencia en ellos que en los individuos y animales no diabéticos, Pérez de la Mora y su grupo de estudiantes y colaboradores, entre los que se encuentran Marcia Hiriart, del mismo IFC, y Luisa Rocha, del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) Sur, se han preguntado qué tanto estos sistemas dopaminérgicos se involucran en la ansiedad de los diabéticos.

Nuestros resultados con ratas hechas “diabéticas”, indican que una mayor unión de la dopamina a sus receptores D1 en la amígdala, pudiera ser la causa del aumento de ansiedad en los diabéticos, pues al bloquearlos con sustancias que impiden que este neurotransmisor se una a ellos, disminuye la ansiedad en los animales. Hemos descubierto que hay un aumento de la unión de la dopamina a estos receptores en determinados lugares de la amígdala.

Queda aún por descubrir cuál es la causa de esta hiperfunción, pero parece que pudiera deberse al aumento de la glucosa que tienen los diabéticos en la sangre, pues se ha visto que si ésta se eleva experimentalmente en ratas, aumenta la liberación de dopamina en la amígdala, dijo el investigador.

Sus estudios, aclaró el científico de la UNAM, “no están dirigidos a curar la diabetes, sino a manejar el estado de ansiedad que se observa en los pacientes con este padecimiento.

La utilidad médica de sus investigaciones, acotó, es conocer cómo se produce la ansiedad en diabéticos, para encontrar mejores medicamentos (bloqueadores dopaminérgicos u otros).

Adicionalmente, desde el punto de vista de la ciencia básica, “nuestros estudios ayudan a entender cómo la amígdala modula la ansiedad. Si sabemos esto, podemos plantear o diseñar racionalmente nuevas y más novedosas estrategias terapéuticas para tratarla. No sabemos si pudiera, eventualmente, ser una realidad, pero por lo menos nos señala un camino que vale la pena explorar”, concluyó Pérez de la Mora.

Créditos: UNAM-DGCS-791

¿Inciden estilos de vida en la aparición de la diabetes?

 
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13 de Noviembre del 2012
La diabetes es una enfermedad que ya ha alcanzado grandes dimensiones en México. De ahí que un grupo de científicos del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la UNAM, dirigido por Christopher Rhodes Stephens, físico teórico, se haya propuesto contribuir a disminuir su impacto entre la población.
De este modo, puso en marcha un proyecto para evaluar la importancia relativa de los factores genéticos y fisiológicos de la diabetes mellitus tipo 2, frente a las formas de vida de las personas. Con un enfoque de la complejidad, los expertos correlacionarán saberes, información y bases de datos de esa afección, generados por la genética, la fisiología y la epidemiología de estilos de vida, precisamente.
SNP
La parte genética es coordinada por Samuel Canizales, de la Facultad de Química, que junto con sus colaboradores, trabaja en la identificación de los llamados polimorfismos de nucleótido único (Single Nucleotide Polymorphisms, o SNP, por sus siglas en inglés), para la susceptibilidad a la enfermedad.
“Un SNP es un cambio en uno de los cuatro nucleótidos (unidades estructurales del ADN: A: adenina, C: citosina, G: guanina y T: timina) que forman un gen. Si en la secuencia la C se convierte en T, entonces se puede originar un rasgo fenotípico distinto: en vez de tener ojos azules, el individuo los tendrá verdes, por ejemplo”, explicó Stephens, en el marco del Día Mundial de la Diabetes, que se conmemora este 14 de noviembre.
Debido a que ya se sabe que varias enfermedades están correlacionadas con uno o más de estos SNP, Canizales y sus colaboradores tratan de identificar los genes con sus respectivos SNP, para saber cuáles se correlacionan con el desarrollo de la enfermedad.
La parte respectiva es coordinada por Marcia Hiriart, directora del Instituto de Fisiología Celular (IFC). Con su equipo labora en la identificación de los cambios fisiológicos que se producen en tejidos de ratas con una dieta alta en azúcares.
Toda la información que se genere será correlacionada con factores de estilos de vida. Esta última parte es coordinada por Stephens, que trabaja en el análisis de bases de datos obtenidos a partir de encuestas nacionales hechas por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y la Secretaría de Salud.
Enredados
¿Por qué bases de datos sobre estilos de vida? Porque, en el caso de la diabetes mellitus tipo 2, la genética no puede explicar por completo su prevalencia o riesgo. Stephens ilustra con el caso de los indios pimas.
“Entre ellos, que viven en Arizona, Estados Unidos, el porcentaje de casos de diabetes es altísimo: 40 por ciento, mientras, entre los que habitan en Chihuahua, México, no es así”.
Genéticamente, ambos grupos son similares; sin embargo, el hecho de que entre ellos haya una susceptibilidad no significa que necesariamente padecerán esta afección. Depende mucho de cómo los estilos de vida interactúan con la genética.
De acuerdo con Stephens, la genética y los estilos de vida están muy enredados, y no es fácil tratar de desenredarlos para entender cómo se afectan entre sí.
“Para la epigenética (estudio de las interacciones entre genes y ambiente que se producen en los organismos), el estado de los genes no está fijado en piedra. El ambiente y el desarrollo (es decir, lo que pasa en mi cuerpo), incluso el estrés, afectan su funcionamiento”, dijo el también investigador del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la UNAM.
Los estilos de vida (qué y cuánto comemos, por ejemplo) impactan también el funcionamiento de los genes. Al respecto, hay que apuntar que, aunque dispongan de mucha comida, las ratas sólo ingieren la que necesitan, a diferencia de los humanos, que lo hacen en mayores cantidades. Precisamente, éste es un hallazgo preliminar del análisis de datos obtenidos a partir de una encuesta de nutrición.
“Hay mitos asociados a esta última y a la diabetes. Lo que uno come es importante, dicen los nutriólogos, pero encontramos que es más importante cuánto se come. Si ingerimos cuatro mil calorías de frutas al día, eventualmente tendrás un grave problema, sucede igual con la comida chatarra. Es mejor comer sanamente, pero es más importante sólo lo necesario”, indicó el universitario.
Respuestas
Al analizar los datos de la encuesta ENCOPREVENIMSS, la herramienta conocida como minería de datos, que siempre arroja sorpresas, le ha permitido suponer al científico de la UNAM que la pregunta ¿sabes qué es el sexo seguro?, tiene relevancia para inferir si una persona está en riesgo de padecer diabetes.
“Saber qué es el sexo seguro se relaciona con el grado de conocimiento general sobre la salud, y si uno lo ignora, probablemente tiene un estilo de vida poco saludable. Éste sería un factor de riesgo, no un factor directo asociado a diabetes”.
Stephens consideró que es necesario hacer más análisis, encuestas, plantear hipótesis y descubrir, como detectives, si hay otros factores asociados que se puedan aprovechar para tener un mayor conocimiento sobre la salud.
“Cada intervención tendría su propio ambiente adecuado. Por decir algo, se podría desarrollar un sistema inteligente de software para clínicas del IMSS, que permitiera a los médicos tener el perfil de los pacientes y ver el grado de riesgo de padecer diabetes mellitus tipo 2. Sería un apoyo no sólo para el personal, sino también para las autoridades, que así podrían tomar medidas para el diseño de campañas de educación”, comentó.
No obstante, es indudable que reducir el impacto de la enfermedad en la población, y en los sistemas de salud, requiere recursos, y no hay suficientes. Cualquier medida que se proponga para mitigar este problema de salud pública tiene que ser económica, política y éticamente factible.
Para erradicar el padecimiento no se puede obligar a la gente a consumir menos de mil calorías, ni a que haga dos horas de ejercicio al día, y a diferencia de lo que ocurre si los maltratan, tampoco se puede demandar a los padres por alimentar mal a sus hijos.
¿Qué hacer ante este reto ético? Por lo pronto, un grupo de humanistas expertos en el tema, encabezados por Aracely Berny, de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), ya se encarga de estudiarlo y analizarlo.
“Respuestas a ésta y otras interrogantes relacionadas con el problema de la diabetes es lo que buscamos en este proyecto interdisciplinario de la Universidad Nacional. Ya contamos con el apoyo de la Fundación IMSS y estamos a la espera de contar con el del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y de la Secretaría de Salud”, finalizó Stephens.
Día Mundial de la Diabetes
Para generar conciencia del problema que implica, y la forma de evitarlo, se instauró el Día Mundial de la Diabetes, a iniciativa de la Federación Internacional de la Diabetes y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se conmemora el nacimiento de Frederick Grant Banting, quien junto con Charles Best, de la Universidad de Toronto, Canadá, descubrió la insulina, en 1922, hormona que permite tratar a los enfermos.
Según estimaciones de la OMS, en el orbe existen 346 millones de personas con esta afección y, de no intervenir, para 2030 la cifra se habrá duplicado. Casi el 80 por ciento de los decesos vinculados se producen en países de ingresos bajos o medios.
Boletín UNAM-DGCS-692
Ciudad Universitaria
La diabetes es una enfermedad que ya ha alcanzado grandes dimensiones en México. De ahí que un grupo de científicos del Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM, se haya propuesto contribuir a disminuir su impacto entre la población.

La diabetes es una enfermedad que ya ha alcanzado grandes dimensiones en México.

13 de Noviembre del 2012

La diabetes es una enfermedad que ya ha alcanzado grandes dimensiones en México. De ahí que un grupo de científicos del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la UNAM, dirigido por Christopher Rhodes Stephens, físico teórico, se haya propuesto contribuir a disminuir su impacto entre la población.

De este modo, puso en marcha un proyecto para evaluar la importancia relativa de los factores genéticos y fisiológicos de la diabetes mellitus tipo 2, frente a las formas de vida de las personas. Con un enfoque de la complejidad, los expertos correlacionarán saberes, información y bases de datos de esa afección, generados por la genética, la fisiología y la epidemiología de estilos de vida, precisamente.


SNP

La parte genética es coordinada por Samuel Canizales, de la Facultad de Química, que junto con sus colaboradores, trabaja en la identificación de los llamados polimorfismos de nucleótido único (Single Nucleotide Polymorphisms, o SNP, por sus siglas en inglés), para la susceptibilidad a la enfermedad.

“Un SNP es un cambio en uno de los cuatro nucleótidos (unidades estructurales del ADN: A: adenina, C: citosina, G: guanina y T: timina) que forman un gen. Si en la secuencia la C se convierte en T, entonces se puede originar un rasgo fenotípico distinto: en vez de tener ojos azules, el individuo los tendrá verdes, por ejemplo”, explicó Stephens, en el marco del Día Mundial de la Diabetes, que se conmemora este 14 de noviembre.

Debido a que ya se sabe que varias enfermedades están correlacionadas con uno o más de estos SNP, Canizales y sus colaboradores tratan de identificar los genes con sus respectivos SNP, para saber cuáles se correlacionan con el desarrollo de la enfermedad.

La parte respectiva es coordinada por Marcia Hiriart, directora del Instituto de Fisiología Celular (IFC). Con su equipo labora en la identificación de los cambios fisiológicos que se producen en tejidos de ratas con una dieta alta en azúcares.

Toda la información que se genere será correlacionada con factores de estilos de vida. Esta última parte es coordinada por Stephens, que trabaja en el análisis de bases de datos obtenidos a partir de encuestas nacionales hechas por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y la Secretaría de Salud.


Enredados

¿Por qué bases de datos sobre estilos de vida? Porque, en el caso de la diabetes mellitus tipo 2, la genética no puede explicar por completo su prevalencia o riesgo. Stephens ilustra con el caso de los indios pimas.

“Entre ellos, que viven en Arizona, Estados Unidos, el porcentaje de casos de diabetes es altísimo: 40 por ciento, mientras, entre los que habitan en Chihuahua, México, no es así”.

Genéticamente, ambos grupos son similares; sin embargo, el hecho de que entre ellos haya una susceptibilidad no significa que necesariamente padecerán esta afección. Depende mucho de cómo los estilos de vida interactúan con la genética.

De acuerdo con Stephens, la genética y los estilos de vida están muy enredados, y no es fácil tratar de desenredarlos para entender cómo se afectan entre sí.

“Para la epigenética (estudio de las interacciones entre genes y ambiente que se producen en los organismos), el estado de los genes no está fijado en piedra. El ambiente y el desarrollo (es decir, lo que pasa en mi cuerpo), incluso el estrés, afectan su funcionamiento”, dijo el también investigador del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la UNAM.

Los estilos de vida (qué y cuánto comemos, por ejemplo) impactan también el funcionamiento de los genes. Al respecto, hay que apuntar que, aunque dispongan de mucha comida, las ratas sólo ingieren la que necesitan, a diferencia de los humanos, que lo hacen en mayores cantidades. Precisamente, éste es un hallazgo preliminar del análisis de datos obtenidos a partir de una encuesta de nutrición.

“Hay mitos asociados a esta última y a la diabetes. Lo que uno come es importante, dicen los nutriólogos, pero encontramos que es más importante cuánto se come. Si ingerimos cuatro mil calorías de frutas al día, eventualmente tendrás un grave problema, sucede igual con la comida chatarra. Es mejor comer sanamente, pero es más importante sólo lo necesario”, indicó el universitario.


Respuestas

Al analizar los datos de la encuesta ENCOPREVENIMSS, la herramienta conocida como minería de datos, que siempre arroja sorpresas, le ha permitido suponer al científico de la UNAM que la pregunta ¿sabes qué es el sexo seguro?, tiene relevancia para inferir si una persona está en riesgo de padecer diabetes.

“Saber qué es el sexo seguro se relaciona con el grado de conocimiento general sobre la salud, y si uno lo ignora, probablemente tiene un estilo de vida poco saludable. Éste sería un factor de riesgo, no un factor directo asociado a diabetes”.

Stephens consideró que es necesario hacer más análisis, encuestas, plantear hipótesis y descubrir, como detectives, si hay otros factores asociados que se puedan aprovechar para tener un mayor conocimiento sobre la salud.

“Cada intervención tendría su propio ambiente adecuado. Por decir algo, se podría desarrollar un sistema inteligente de software para clínicas del IMSS, que permitiera a los médicos tener el perfil de los pacientes y ver el grado de riesgo de padecer diabetes mellitus tipo 2. Sería un apoyo no sólo para el personal, sino también para las autoridades, que así podrían tomar medidas para el diseño de campañas de educación”, comentó.

No obstante, es indudable que reducir el impacto de la enfermedad en la población, y en los sistemas de salud, requiere recursos, y no hay suficientes. Cualquier medida que se proponga para mitigar este problema de salud pública tiene que ser económica, política y éticamente factible.

Para erradicar el padecimiento no se puede obligar a la gente a consumir menos de mil calorías, ni a que haga dos horas de ejercicio al día, y a diferencia de lo que ocurre si los maltratan, tampoco se puede demandar a los padres por alimentar mal a sus hijos.

¿Qué hacer ante este reto ético? Por lo pronto, un grupo de humanistas expertos en el tema, encabezados por Aracely Berny, de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), ya se encarga de estudiarlo y analizarlo.

“Respuestas a ésta y otras interrogantes relacionadas con el problema de la diabetes es lo que buscamos en este proyecto interdisciplinario de la Universidad Nacional. Ya contamos con el apoyo de la Fundación IMSS y estamos a la espera de contar con el del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y de la Secretaría de Salud”, finalizó Stephens.


Día Mundial de la Diabetes

Para generar conciencia del problema que implica, y la forma de evitarlo, se instauró el Día Mundial de la Diabetes, a iniciativa de la Federación Internacional de la Diabetes y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se conmemora el nacimiento de Frederick Grant Banting, quien junto con Charles Best, de la Universidad de Toronto, Canadá, descubrió la insulina, en 1922, hormona que permite tratar a los enfermos.

Según estimaciones de la OMS, en el orbe existen 346 millones de personas con esta afección y, de no intervenir, para 2030 la cifra se habrá duplicado. Casi el 80 por ciento de los decesos vinculados se producen en países de ingresos bajos o medios.

Boletín UNAM-DGCS-692

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