



16 de junio de 2015
Bogotá D. C., jun. 16 de 2015 – Agencia de Noticias UN- Con un estudio operacional que relacione métodos físicos y biológicos de análisis, se podrían predecir los advenimientos de especies nocivas al mar, en particular, de algunos tipos de microalgas.
La toxicidad de estas puede ocasionar irritaciones en la piel o problemas respiratorios en las personas que se encuentran en las playas, así como intoxicación por consumo de mariscos.
Por tal razón, en todos los países se aborda el tema desde distintas disciplinas. En Estados Unidos, por ejemplo, hay un centro en el que se trabaja en oceanografía operacional con Karenia brevis, una microalga que también existe en Colombia y que además de producir toxinas y acumularse en los mariscos, presenta gran riesgo para la salud.
Cuando hay floraciones muy densas, las sustancias tóxicas se trasportan en lo que se conoce como espray marino, el cual se forma cuando el viento incide en la superficie del océano y se producen las olas. Dichos compuestos pueden contener partículas de residuos orgánicos procedentes de la descomposición de algas o plancton.
En Colombia, el problema mayor es la ciguatera, un síndrome tóxico que se adquiere por consumir pescado de arrecifes coralinos y que es la principal causa de intoxicación en San Andrés.
La información obtenida en cada investigación podría ser de gran utilidad si se utiliza para trazar un marco general en el cual se comparen los resultados y se llegue a un patrón de predicción, asegura la investigadora Beatriz Reguera, profesora del Instituto Español de Oceanografía.
“Hay países en Latinoamérica, como Chile, donde debido a la importancia de producción marisquera los modelos están muy avanzados. Esta Nación tiene mucho cuidado con los programas de monitoreo de especies problema, al punto que a Europa nunca ha llegado un marisco de esta zona con niveles por encima de lo permitido”, asegura la experta.
Caso particular es el de Argentina, que aún teniendo excelentes académicos y estudiosos del tema, los esfuerzos en el sentido práctico no son tan intensos, debido a la baja exportación.
Por otro lado, en México está aumentando la producción de mariscos, por lo cual se han intensificado los programas de vigilancia y a su vez los hallazgos de problemas antes desconocidos.
En países como Salvador, Guatemala o Costa Rica, se han presentado eventos de algas muy tóxicas que han llegado a causar muertes.
Las algas nocivas podrían tener tasas de crecimiento irregulares por factores naturales o humanos. Estos últimos se generan por el vertimiento de residuos domésticos, de alcantarillado o fertilizantes al mar. Los naturales, entretanto, son elementos que sin intervención del hombre fertilizan el mar agregando nutrientes que son provocados por el movimiento eólico. Este crecimiento es bueno, pero debe ser controlado cuando las especies que producen toxinas empiezan a aumentar.
Si bien los estudios en cuanto a algas nocivas en el mundo están avanzados, la profesora Reguera considera que haría falta un modelo operacional que permita la predicción anual de la dinámica hídrica en relación con las especies marinas, en especial las que ponen en riesgo la salud.
La profesora Reguera, investigadora e integrante del Centro Oceanográfico Español, reconocido por ser referente investigativo en el tema, hizo parte del Seminario Nacional sobre Florecimiento de Algas Nocivas, que tuvo lugar en la Universidad Nacional.
Su conocimiento, que cuenta con más de 25 años de monitoreo y seguimiento práctico a microalgas productoras de toxinas que se transfieren a través de los mariscos en el noroeste de España, pone en evidencia que el siguiente reto es el acoplamiento de modelos de estudio biológicos y físicos, que permitirían, tal como se predice una tormenta, pronosticar el advenimiento de especies de algas nocivas a las costas.
“A corto plazo es sencillo predecir la respuesta a los cambios de vientos y a la estratificación del agua; incluso hoy día, por internet, se alerta del riesgo a ciudadanos consumidores o distribuidores y a autoridades pertinentes. Anualmente es más difícil, porque estamos sujetos a una variabilidad enorme en cuanto a procesos físicos de macroescala, como ocurre en Colombia con los fenómenos de El Niño o La Niña”, explicó la investigadora.
El modelo operacional ideal de pronóstico sería uno que vinculara modelos físicos y biológicos. “Un buen modelo físico es muy útil, por ejemplo, en el caso de un vertido de petróleo o de algún otro contaminante, en el que se necesita predecir hacia dónde se van a mover las masas de agua con esas sustancias. Al acoplarse este modelo con el biológico se podría llegar a vaticinar el comportamiento de las especies”, aseguró la profesora Reguera.
Actualmente hay un modelo conceptual de cómo se inician, se desarrollan y se dispersan las principales especies, pero según la investigadora: “Estamos en el paso de poderlo cuantificar y acoplarlo a los estudios”.