


18 de Septiembre del 2012
En menos de veinte años, este pulmón ambiental de la capital antioqueña estará recuperado y en condiciones naturales óptimas.
El Parque Natural Regional Metropolitano Cerro El Volador es un lugar que, desde lo alto, se ve como una mancha verde de 110 hectáreas en el centro de una ciudad urbanizada y superpoblada, por lo cual cobra importancia como un pulmón ecológico. Además, contiene una riqueza arqueológica que lo convirtió, desde 2009, en zona protegida del Valle de Aburrá.
Al compromiso medioambiental que han tenido varias instituciones con el parque ahora se suma el trabajo de expertos de la UN en asocio con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
Su propósito es trabajar “desde la teoría de la restauración como una perspectiva específica para implementar modelos de combinación de especies nativas, hacer monitoreo y seguimiento para evaluar la efectividad en beneficio del cerro”, según afirma Lucas Cifuentes Gómez, coordinador técnico-científico de la UN para el proyecto ambiental.
El trabajo de recuperación consiste en introducir en el hábitat especies no nativas, es decir, insumos forestales diferentes a los que naturalmente crecen en el cerro. Además, alrededor de 40 especies (entre ellos pinos y eucaliptos) fueron evaluadas en referencia a bosques húmedos premontanos y a la zona de vida de Medellín, para establecer los distintos modelos de restauración del parque.
Según explicó Cifuentes Gómez, antes de llegar a la combinación de especies en campo, se levantó un inventario de vegetación y fertilización en cada uno de los sitios, tomando referencia valorativa de bosques con condiciones similares, para entender qué se quiere hacer de El Volador en veinte años en cuanto a diversidad vegetal y de fauna, así como en ocupación boscosa en hectáreas, entre otros aspectos.
La proyección tecnológica en el cerro contempla desde procesos de erosión en los terrenos, pasando por zonas de alta prioridad (es decir, las de menos vegetación y más daños naturales), hasta procesos de recuperación de zonas con follaje establecido, con el objetivo de regular escorrentías, temperatura y flujos de agua. También se busca fomentar una percepción de naturaleza en un pulmón verde y de riquezas arqueológicas.
Los investigadores de la UN resaltan que el trabajo de introducción de nuevas especies en el parque se debe a que este presenta altos problemas de degradación, pues está aislado de cualquier fuente de propagación de semillas. Por esto, se procede a adecuar en viveros las plantas durante un tiempo determinado, para acostumbrarlas a las condiciones rústicas del cerro y luego empezar el proceso de sembrado y adaptación.
El proyecto medioambiental, que ha tenido el financiamiento del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, ha integrado a investigadores, docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UN en Medellín, así como a habitantes de la comunidad aledaña, que contribuyen con labores de sembrado y limpieza.
El proyecto ya culminó su primera etapa de caracterización e implementación de modelos piloto de restauración de la zona natural protegida. Se espera, para el mes de octubre, arrancar con una segunda fase, que comprende el establecimiento de otros modelos piloto con otras especies y más de 2.500 árboles.
Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

La comunidad también ha sido partícipe de los trabajos de restauración de la zona natural.
18 de Septiembre del 2012
En menos de veinte años, este pulmón ambiental de la capital antioqueña estará recuperado y en condiciones naturales óptimas.
El Parque Natural Regional Metropolitano Cerro El Volador es un lugar que, desde lo alto, se ve como una mancha verde de 110 hectáreas en el centro de una ciudad urbanizada y superpoblada, por lo cual cobra importancia como un pulmón ecológico. Además, contiene una riqueza arqueológica que lo convirtió, desde 2009, en zona protegida del Valle de Aburrá.
Al compromiso medioambiental que han tenido varias instituciones con el parque ahora se suma el trabajo de expertos de la UN en asocio con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
Su propósito es trabajar “desde la teoría de la restauración como una perspectiva específica para implementar modelos de combinación de especies nativas, hacer monitoreo y seguimiento para evaluar la efectividad en beneficio del cerro”, según afirma Lucas Cifuentes Gómez, coordinador técnico-científico de la UN para el proyecto ambiental.
El trabajo de recuperación consiste en introducir en el hábitat especies no nativas, es decir, insumos forestales diferentes a los que naturalmente crecen en el cerro. Además, alrededor de 40 especies (entre ellos pinos y eucaliptos) fueron evaluadas en referencia a bosques húmedos premontanos y a la zona de vida de Medellín, para establecer los distintos modelos de restauración del parque.
Según explicó Cifuentes Gómez, antes de llegar a la combinación de especies en campo, se levantó un inventario de vegetación y fertilización en cada uno de los sitios, tomando referencia valorativa de bosques con condiciones similares, para entender qué se quiere hacer de El Volador en veinte años en cuanto a diversidad vegetal y de fauna, así como en ocupación boscosa en hectáreas, entre otros aspectos.
La proyección tecnológica en el cerro contempla desde procesos de erosión en los terrenos, pasando por zonas de alta prioridad (es decir, las de menos vegetación y más daños naturales), hasta procesos de recuperación de zonas con follaje establecido, con el objetivo de regular escorrentías, temperatura y flujos de agua. También se busca fomentar una percepción de naturaleza en un pulmón verde y de riquezas arqueológicas.
Los investigadores de la UN resaltan que el trabajo de introducción de nuevas especies en el parque se debe a que este presenta altos problemas de degradación, pues está aislado de cualquier fuente de propagación de semillas. Por esto, se procede a adecuar en viveros las plantas durante un tiempo determinado, para acostumbrarlas a las condiciones rústicas del cerro y luego empezar el proceso de sembrado y adaptación.
El proyecto medioambiental, que ha tenido el financiamiento del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, ha integrado a investigadores, docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UN en Medellín, así como a habitantes de la comunidad aledaña, que contribuyen con labores de sembrado y limpieza.
El proyecto ya culminó su primera etapa de caracterización e implementación de modelos piloto de restauración de la zona natural protegida. Se espera, para el mes de octubre, arrancar con una segunda fase, que comprende el establecimiento de otros modelos piloto con otras especies y más de 2.500 árboles.
Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html