Según el estudio de la UN, diez microgramos en la sangre de los niños son, por lo general, suficientes para contar como niveles tóxicos y causar daños irreparables.
Las secuelas de la exposición al plomo en el organismo humano son diferentes. En niños afecta el crecimiento y desarrollo cognitivo, y en adultos produce dolores articulares y pérdida de la movilidad.